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LA DEMOCRACIA A EXAMEN

Cómo hacer las elecciones más difíciles de 'hackear'

La tecnología amenaza con cambiar en esencia la naturaleza de las elecciones y el gobierno democrático.

1 octubre, 2017 02:45

Los nuevos medios, incluidos las redes sociales, están alimentando la polarización política como consecuencia de que ahora las personas se comunican, sin la deliberación propia de las formas tradicionales de comunicación, con audiencias generales y con grupos muy focalizados. El hackeo, la desinformación, las fake news [noticias falsas] y las amenazas a la ciberseguridad están ampliando el poder de unos pocos mientras se socava la confianza de la gente en la veracidad de la información y de los medios de comunicación. Los mismos políticos están utilizando información detallada sobre los votantes para alinearse con sus intereses, permitiéndose ignorar al resto del electorado.

La democratización, que ha avanzado incesantemente durante décadas, ahora se ve amenazada por el surgimiento de gobiernos autoritarios y el cierre del espacio político a la sociedad civil, a los periodistas y a otros en general.

Los avances en la tecnología electoral también están introduciendo nuevas oportunidades y nuevos miedos -fundados e infundados- sobre la seguridad de los procesos electorales.

Estos procesos incorporan la tecnología para promover la eficiencia, pero al hacerlo también trasladan el voto y el conteo al invisible terreno digital. En Países Bajos han abandonado el voto electrónico preocupados por las posibles injerencias extranjeras en sus elecciones. Durante la campaña presidencial estadounidense de 2016, los hackers rusos irrumpieron en el sistema de correo electrónico del Comité Nacional Demócrata, probablemente en un intento de influir en el resultado de las elecciones.

Debemos adaptarnos a estos tiempos de cambio mientras nos mantenemos fieles a nuestros principios invariables: la igualdad, la justicia y la libertad para todos. Esto significa construir procesos políticos que sean inclusivos y transparentes y que se sustenten en un poder responsable.

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En Estados Unidos, nuestro camino ha estado lleno de curvas y plagado de fracasos, como la esclavitud, la discriminación racial y sexual, y el abuso cometido sobre los pueblos indígenas. La brecha entre ricos y pobres se ha ampliado en las últimas décadas, pero desde tiempos inmemoriales las barreras a la participación electoral, a la justicia igualitaria y a las oportunidades económicas se han mantenido. Aun así, perseveramos y nos esforzamos para corregir y mejorar nuestra democracia.

Internacionalmente, la globalización ha contribuido a aumentar la riqueza, aunque millones de personas todavía luchan aplastados por la pobreza. Ahora nos enfrentamos a la amenaza de cómo esa riqueza influye en el resultado de las elecciones y en las subsiguientes decisiones gubernamentales.

Nuestra sociedad ha trabajado desde hace décadas para desarrollar normas globales y un sistema internacional que proteja los derechos humanos: desde el desarrollo de la ONU y la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, a los actuales esfuerzos para proteger los derechos políticos, económicos y sociales. En el Carter Center ayudamos a fortalecer el sistema de las Naciones Unidas. Después de seguir el proceso de más de 100 elecciones, trabajamos también para construir un consenso en normas electorales internacionales que estén arraigadas en el  compromiso con los derechos humanos.

La celebración de auténticas elecciones es fundamental para que la gente exprese sus preferencias políticas, pero las elecciones no pueden por sí solas garantizar una gobernabilidad democrática. Eso sí será posible a medida que avance la tecnología digital. Pero es esencial que gestionemos los cambios en el marco de nuestro compromiso de fortalecer los derechos humanos y la democracia, no para amenazar el autogobierno, sino para salvaguardarlo.

Esto significa mejorar nuestros sistemas de participación política para que ésta sea inclusiva y efectiva, y eso pasa por lograr un acceso completo y fácil (incluso automático) a los procesos de registro de electores y a su adecuada identificación. Todo esto resulta especialmente clave para aquellos grupos que tienen que hacer frente a obstáculos para alcanzar su plena participación, como es el caso de las mujeres, las minorías étnicas y raciales, los indígenas, los ancianos, los discapacitados y quienes viven en la extrema pobreza.

La transparencia en las elecciones y en los procesos políticos es necesaria para crear confianza y seguridad. Los votantes deben poder examinar libremente la información clave sobre gobernanza y sobre procesos y resultados electorales. En Estados Unidos, por ejemplo, las tecnologías de votación deben incluir pistas de papel que puedan auditarse; debe haber menos barreras para los observadores no partidistas, independientes; y los resultados de las auditorías y revisiones deberían estar fácilmente disponibles para el público.

En la era digital, una participación efectiva de los votantes en el gobierno y en la formulación de políticas requerirá de protecciones adicionales para los derechos y libertades, como la libertad de expresión y de asociación, o el libre acceso a la información, incluido internet. Los ciudadanos necesitan mejores herramientas para evaluar la calidad y exactitud de la información, como aplicaciones de fact-checking [comprobación de datos] que permitan cruzar información de fuentes conocidas y bases de datos.

También debemos desarrollar marcos legales y sistemas tecnológicos que protejan la privacidad y la seguridad de nuestra información personal, con procesos de supervisión independiente. La gente debe ser capaz de aprender qué datos se están recogiendo de ellos y quién tiene acceso a los mismos.

Debemos entender que toda esta información está siendo utilizada por medios de comunicación, empresas, gobiernos y demás para configurar sus posiciones y comportamientos políticos, y, en consecuencia, debemos desarrollar e implementar normas y códigos de buenas prácticas que aseguren que no se debilitan nuestros principios comunes.

En estos y otros desafíos, los principios imperecederos de la democracia y los derechos humanos deben ser nuestro faro; de lo contrario el futuro digital podría ser oscuro.

© 2017 Jimmy Carter. Distribuido por The New York Times News Service & Syndicate.

*** Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, es fundador del Carter Center, una entidad sin ánimo de lucro que fomenta la paz y la salud en todo elmundo.

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