Masoud Aqil es un refugiado kurdo que huyó de la guerra civil siria a finales de 2015. Ahora reside en Alemania, país en el que vive como refugiado y al que dice estar muy agradecido por ofrecerle una segunda oportunidad. Pero este joven nacido en el Kurdistán sirio hace 23 años, siente además una particular deuda con su país de acogida.
Esa deuda Aqil la quiere saldar contribuyendo en la vigilancia y búsqueda de yihadistas en Europa. Así lo cuenta en su libro recientemente publicado en Alemania. Se titula Mitten unter uns (Ed. Europa, 2017), o sea, “Entre nosotros”. El libro cuenta su cautiverio, ya que estuvo nueve meses preso en cárceles del Estado Islámico (EI), su viaje a Europa y cómo, una vez en Alemania, quedó perplejo al saber que yihadistas y afines al grupo terrorista del autoproclamado califato se mueven con relativa facilidad, aprovechándose de las libertades de las democracias occidentales.
En Alemania, Aqil tuvo noticias, a través de conocidos y de las redes sociales, de individuos afines al Estado Islámico que él conoció cuando trabajaba como periodista en el frente sirio y en sus 280 días preso. Con algunos de ellos compartió celda. Algunos de esos hombres ahora están – o han estado – en Alemania. Aqil vigila sus perfiles en las redes sociales. “Hay que tomarse en serio a esos hombres y cuanto publican en las redes sociales. Son peligrosos”, dice el entorno de Aqil a EL ESPAÑOL.
Tras haber ofrecido algunas entrevistas, este joven kurdo se ha alejado de la vida pública. “Haber hablado para algunos medios alemanes le ha hecho revivir todo aquello que vivió en prisión, necesita calma”, explican a este periódico quienes lo conocen. Al parecer, las heridas psicológicas que el EI infligió a este chico aún no han cicatrizado. Ha pasado año y medio desde que llegara a Europa, en el marco de la crisis de los refugiados, que trajo a Alemania casi 1,5 millones de personas en busca de asilo entre 2015 y 2016.
Aqil aún se recupera de haber vivido nueve meses en no menos de cinco cárceles del califato. Fue capturado el 14 de diciembre de 2014, cuando trabajaba como periodista para la cadena de radiotelevisión kurdo-iraquí Rûdaw, con sede en Erbil (Irak). A él y un compañero de trabajo los secuestraron hombres del EI cuando se dirigían a Tal-Alo, en el noreste sirio, no lejos de una zona otrora controlada por la organización terrorista.
Iban en coche y tuvieron que frenar porque una patrulla de hombres armados del autoproclamado califato se cruzó en su camino. Les obligaron a parar. Un terrorista se subió en la parte trasera de su coche y les amenazó con hacer explotar una granada allí dentro si no seguía a los vehículos del EI. “Vamos, en marcha, sigue a ese pick-up, si hacéis una idiotez nos vuelo por los aires”, amenazó el yihadista.
Durante el tiempo en que estuvo detenido, las amenazas, palizas y torturas eran rutina. “¡Sois periodistas infieles. Os mataré con mis propias manos!”, le gritaba uno de sus primeros carceleros desde su entrada en la prisión del EI.
Narra Aqil que, en las palizas, sus torturadores utilizaban cables para golpearle. También le obligaban a adoptar dolorosas posiciones en las que permanecía durante horas.
Amenazas de carceleros y otros presos
A veces cualquier excusa bastaba para iniciar una sesión de golpes. Una respuesta banal a una pregunta del vigilante del tipo “¿Cómo está la comida?” servía para que empezaran a torturarle, según cuenta Aqil en su libro. “Me dolía todo el cuerpo”, escribe en Mitten unter uns. Llovían amenazas: “¡Os cortaremos las cabezas! Enviaremos vuestros cuerpos decapitados a vuestras familias”. En este clima, Aqil pensó que no sobreviviría.
¡Os cortaremos las cabezas! Enviaremos vuestros cuerpos decapitados a vuestras familias
Estuvo en prisiones repartidas por toda la geografía del EI, desde Al-Shaddadi -liberada del califato desde principios de 2016-, pasando por otros escenarios en los que el EI ha terminado perdiendo el control, como Tel Hamis o Al-Tabqa. También pasó por las celdas de Raqa, la capital del Estado Islámico.
Un intercambio de prisioneros, en los que mediaron combatientes kurdos, facilitó su liberación en septiembre de 2015. “La puerta del Estado Islámico está abierta para ti, si quieres arrepentirte y volver a tu religión, seremos buenos hermanos para ti”, le dijo un hombre enmascarado antes de su liberación.
En prisión, a finales de 2014, Aqil ya escuchaba, sin saber que serían trágicamente ciertos, comentarios que hacían sus carceleros sobre los futuros ataques que el EI realizaría en Occidente. También compartió celdas con miembros del EI o con afines al califato que acabaron en la cárcel por haber cometido delitos según la justicia de la organización terrorista. En Raqa llegó a contar unos 300 miembros del EI en la cárcel.
Qué se siente al ser preso del Estado Islámico?¿Qué se siente cuando uno sabe que podríamos decapitarte o arrancarte un brazo o una pierna?
En las prisiones había otros yihadistas integrantes de grupos concurrentes con el EI. Éstos también se dirigían a él con tono amenazante. Un preso del Frente Al-Nusra - una organización próxima a Al-Qaeda - con el que compartió celda en Al-Shaddadi le preguntó: "Qué se siente al ser preso del Estado Islámico? ¿Qué se siente cuando uno sabe que podríamos decapitarte o arrancarte un brazo o una pierna?".
Yihadistas del califato en Turquía y Europa
Tras su liberación, y habiendo recibido insistentes consejos para que dejara Siria, Aqil viajó con su familia en busca de asilo en Europa pasando por Turquía. En su estancia por Estambul, según cuenta en su libro, quedó aterrorizado por haber visto, en más de una ocasión, lo que parecían militantes del EI. Era gente que llevaba la bandera del califato y que andaba libre en la metrópolis turca.
Su sorpresa fue aún peor cuando, residiendo ya en Alemania, un amigo le hizo ver una página de un grupo de Facebook en el que aparecía una foto suya de sus días de prisionero. Se le ve desmejorado, con una barba y pelo largo. En ese grupo identificó a yihadistas que había conocido en sus días de reo del EI. Según cuenta, algunos están en ahora en Alemania.
No sólo víctimas de guerra como Aqil se han desplazado a Europa en la crisis de los refugiados. Aqil da por hecho que terroristas se han hecho pasar por demandantes de asilo, un extremo que confirma Rolf Tophove, director del Instituto para la Investigación del Terrorismo y la Política de Seguridad (IFTUS, por sus siglas en alemán). “En Alemania debe haber un centenar de miembros del Estado Islámico que vinieron a través de la crisis de los refugiados, según las estimaciones de las autoridades”, recuerda Tophove a EL ESPAÑOL.
Quien puede leer árabe, puede encontrar a la gente que pone, por ejemplo, propaganda del Estado Islámico en Facebook o Twitter
Sea como fuere, Aqil empezó con aquel encuentro en Facebook la vigilancia de perfiles de personas y grupos en Internet, una tarea que todavía hoy mantiene pese a que sus planes pasan por encontrar trabajo en alguna televisión alemana. “Quien puede leer árabe, puede encontrar a la gente que pone, por ejemplo, propaganda del Estado Islámico en Facebook o Twitter”, dice Aqil. “Yo estoy observando esas cuentas”, añade, aludiendo a los perfiles de los yihadistas que él detecta en Alemania. En más de una ocasión ha puesto la información que recoge a disposición de las autoridades.
700 yihadistas vigilados en Alemania
El trabajo de Aqil puede formar parte, en el mejor de los casos, de pistas que estudian las fuerzas de seguridad alemanas. Según indican desde la Oficina Federal Alemana de Investigación Criminal (BKA, por sus siglas alemanas), hasta abril de este año, las autoridades han recibido unos 970 indicios como los que puede haber formulado Aqil.
“Esas pistas son estudiadas inmediatamente por la policía y los servicios secretos”, pero en “muchos casos las referencias son falsas”, indican a EL ESPAÑOL desde la BKA. Aún así, hay actualmente en curso 160 investigaciones. La BKA tiene a unas 700 personas bajo su radar por ser yihadistas potencialmente peligrosos. “Algo más de 350 son alemanes radicalizados, 120 están en Alemania. Unos cien están en prisión y otro centenar está en libertad”, subraya Tophove, el director del IFTUS.
En ese trabajo de investigación y vigilancia, las autoridades alemanas pueden contar con Aqil. “Todos aquellos que han recibido asilo en Europa, o aquí en Alemania, tienen un deber: podemos y debemos ayudar al país que ha tenido el valor de darnos la bienvenida ayudando a luchar contra los yihadistas”, plantea el joven kurdo.