El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha decidido reducir "drásticamente" su presencia y operaciones en Afganistán por el deterioro de la situación de seguridad que ha supuesto la muerte de varios de sus trabajadores en los últimos meses.
Tras intensas conversaciones con la sede central en Ginebra, el organismo ha decidido que "no hay otra opción" que "reducir drásticamente presencia y actividades" en Afganistán, señaló la jefa de la delegación del CICR en Afganistán, Mónica Zanarelli, en un comunicado.
"Desde diciembre de 2016, el CICR ha sido atacado directamente en el norte de Afganistán en tres ocasiones, incluida una de las que consideramos instalaciones más seguras, el centro de rehabilitación de Mazar-e-Sharif", indicó la responsable.
"Estos incidentes han afectado no solo al CICR en Afganistán, sino a la organización en su totalidad", añadió.
Un portavoz del CICR en Kabul, Syawash Kohzad, indicó a Efe que la reducción de operaciones afectará principalmente a los programas del organismo en el norte del país, donde la Cruz Roja ha perdido a siete trabajadores en ataques armados en los últimos nueve meses, entre ellos la española Lorena Enebral Pérez, de 38 años.
Además ha sufrido los secuestros de dos afganos y un español.
Kohzad explicó que se cerrarán las oficinas en Kunduz y Faryab y se producirá una "seria reducción" de personal y trabajo en Mazar-e-Sharif.
El CICR tratará de trasladar algunas de sus operaciones a otras entidades hasta mediados del año próximo, como las del centro ortopédico de Balkh, que podría ser transferido a otros socios o al gobierno afgano, dijo.
"Es un momento difícil para el CICR y su personal", señaló Zanarelli en el comunicado.
Subrayó, no obstante, que la decisión no implica la salida de la Cruz Roja de Afganistán, sino "limitar el riesgo" asumido por sus trabajadores.
El pasado 11 de septiembre, Lorena Enebral Pérez fue asesinada cuando se encontraba en su lugar de trabajo, lo que llevó al CICR a suspender sus actividades en el noreste del país.
En febrero de este año, la organización suspendió temporalmente sus operaciones en Afganistán tras el asesinato de seis de sus trabajadores y la desaparición de otros dos también en el norte del país.
Además, en diciembre de 2016 otro cooperante español de la Cruz Roja fue secuestrado en la provincia norteña de Kunduz y liberado cuatro semanas después por las fuerzas especiales afganas en una operación en la misma región.