Los bomberos griegos hallaron hoy el cadáver de la última persona que continuaba desaparecida tras las inundaciones del 15 de noviembre en la región capitalina de Ática, lo que eleva el número de las víctimas a 23.
El fin de semana falleció además una mujer de 80 años, que había ingresado en un hospital el día de las lluvias torrenciales y desde entonces se encontraba en la unidad de cuidados intensivos.
En pocas horas las lluvias habían convertido calles y carreteras en potentes torrentes, aplastaron coches contra viviendas y anegaron multitud de edificios en los municipios afectados.
Según los departamentos técnicos del Gobierno, en las localidades de Mandra, Nea Péramos y Eleusis se han llevado a cabo hasta el momento 1.940 inspecciones de edificios, de los cuales 1.512 mostraron daños importantes.
Varias víctimas vivían en subterráneos y fueron halladas muertas en sus casas, donde el agua llegó a alcanzar los dos metros de altura, mientras otras eran conductores que fueron atrapados en sus coches cuando la carretera que une Eleusis con Tebas se convirtió en torrente.
Se trata de la mayor catástrofe de este tipo desde noviembre de 1977, cuando 37 personas murieron en Atenas a causa de una tormenta que inundó buena parte de la capital.