Rusia y el mundo tendrán Putin hasta 2024, salvo que lo impidan su propia voluntad o su salud. Terminaría mandato con 71 años. Confirmó ayer, apurando el plazo, lo que era un secreto a voces, que se presentará el próximo 18 de marzo a la reelección en las presidenciales, en la que a tenor de los índices de popularidad obtendrá una victoria apabullante.

Putin fue elegido primer ministro en 1999 y presidió el país de 2000 a 2008, dos mandatos de cuatro años seguidos, y después pasó una legislatura en el cargo de primer ministro, segundo en importancia en el país, porque la Constitución rusa no permite más de dos presidencias seguidas. Precisamente por eso, se preparó un traje a medida antes de su regreso, una reforma de la Constitución alargando de cuatro a seis años la duración de los mandatos presidenciales. De esta forma, su reelección en 2018 le garantizaría el trono hasta 2024, acumulando un cuarto de siglo al frente del país, sólo superado por los 30 años de Stalin.



Reforma en su equipo



Tras meses sorteando una respuesta directa, tiempo en el que ha acometido cambios en su equipo más cercano, eligió su ya tradicional macroconferencia de prensa navideña (1.640 periodistas acreditados) para dar la 'noticia': "Seré candidato independiente". Lo de independiente en este caso es un mero formalismo, pues tiene detrás el aparato del gobernante partido Rusia Unida.



La etiqueta independiente, sin embargo, le permite desmarcar su imagen de la del partido, que ha cargado los tres últimos años con el desgaste por la gestión de la crisis económica, provocada por la caída precio del petróleo y las sanciones occidentales por el papel en Ucrania. Una crisis, por cierto, que ya comienza a remitir, la economía rusa cerrará este año con una cifra en positivo de crecimiento de su PIB.



Primer acto de campaña

Una vez dada la noticia de su candidatura en los primeros minutos de la conferencia, Putin convirtió el evento en su primer acto de campaña, atizando a la ya de por sí atomizada y silenciada oposición del país. "La gente está descontenta con muchas cosas y tiene razón, pero cuando empieza a comparar y mira lo que propone la oposición, sobre todo, la que está fuera del sistema, surgen muchas dudas", dijo en referencia a la llamada 'oposición extraparlamentaria', la más beligerante, pero sin representación parlamentaria, pues su caladero de votos se limita a gente joven de grandes urbes y de clase acomodada.

"Cuando hablamos de la oposición, es importante no solo hacer ruido en las plazas, sino también proponer algo. No puedo educar a la competencia", afirmó con algo de sorna.

"Hoy en día, los opositores no representan una competencia real para el Gobierno. Los más jóvenes no saben cómo fue la situación en los años noventa y primeros 2000. No pueden compararla con lo que hay ahora. Tienen que proponer algo real, no una agenda efímera o ruidosa", sentenció.