"Los misiles están en camino", amenazó Trump este miércoles sobre el ataque coordinado de EEUU, Reino Unido y Francia a Siria en respuesta al último ataque químico de Asad contra la población. 24 horas después, lo que era una ofensiva inminente ahora "podría no ocurrir tan pronto" según ha matizado este jueves el mismo presidente de EEUU.
La llamada a la prudencia del Pentágono parece haber surtido efecto y hasta el secretario de Defensa, James Mattis, ha rebajado el tono. "Estamos intentando parar el asesinato de civiles inocentes pero, desde el punto de vista estratégico, tenemos que evitar también que está escalada vaya a más", apuntaba hoy jueves en una soterrada referencia a las posibles repercusiones que un ataque podría tener en las relaciones con Rusia.
No en vano, el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, avisó hoy de que hay riesgo de una "guerra" entre su país y Estados Unidos si Washington decide lanzar un ataque contra Siria.
"No podemos excluir ninguna posibilidad, lamentablemente, porque hemos visto mensajes saliendo de Washington que son muy belicosos", dijo Nebenzia a los periodistas en la sede de Naciones Unidas.
Según el diplomático ruso, la "prioridad inmediata es evitar el peligro de guerra", por lo que urgió a Estados Unidos y sus aliados a no utilizar la fuerza contra Siria.
Las pruebas de que Asad atacó con agentes químicos a la población del bastión rebelde de Duma sí parecen cada vez más irrefutables. Emmanuel Macron ha asegurado que todo apunta en esa dirección y funcionarios de Estados Unidos ya tienen pruebas de sangre y orina de las víctimas que probarían esta hipótesis, según la MSNBC.