Andrea Nahles es rebelde, enérgica y combativa. Son algunos de los adjetivos que más se repiten en las semblanzas que los medios de comunicación alemanes han publicado este fin de semana sobre la que desde este domingo es la nueva líder del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), en lo que constituye un hito en los 154 años de la formación: es la primera mujer en tomar sus riendas.
Puede que la loa a tales rasgos de su carácter sea la manera de presentar sus mejores argumentos ante la misión que tiene ante sí, nada sencilla a priori. Con un partido lleno de dudas e inmerso en una crisis de autoestima feroz tras las últimas elecciones -registró los peores números de su historia-, Nahles se enfrenta a la tarea de devolver a la SPD a su habitual nivel de influencia en la política germana.
Con un partido lleno de dudas e inmerso en una crisis de autoestima feroz tras las últimas elecciones, Nahles tiene la misión de devolver a la SPD a su nivel de influencia
Los socialistas vienen de cosechar un 20,5% en los comicios del pasado año, lo que además de condenar a la formación a pactar con la CDU de Angela Merkel, acabó por llevarse por delante a la que fue su gran esperanza, Martin Schulz. El exlíder tuvo el respaldo del 100% de los militantes en las primarias que le encumbraron; Nahles gobernará el partido con el 66% de los apoyos.
1) Tres décadas en el partido
El dato es sinónimo de la desafección de sus seguidores pero también de compañeros que tampoco perdonan a la exministra de Empleo y Asuntos Sociales varios episodios que ha protagonizado a lo largo de sus casi tres décadas como afiliada -se inscribió en 1988-.
El conocimiento de las bases del partido y su dilatada experiencia resultarán clave. Pero habrá que ver qué ocurrirá si las cosas se tuercen. Hay quien la está esperando por dos momentos polémicos en su carrera. En 1998, por ejemplo, dio muestra de su habilidad estratégica pero igualmente de su exceso de ambición. Aquel año, la SPD vivió una escisión de su ala más de izquierda, de la que ella formaba parte. Sin embargo, a última hora decidió mantenerse en la disciplina socialista, lo que fue visto como una suerte de traición a la cabeza visible de aquel movimiento, Oskar Lafontaine.
2) Dejó en evidencia a su jefe
En 2005 también dejó otro capítulo polémico: se presentó a las primarias ante el candidato 'oficialista' elegido por la directiva del entonces líder Franz Müntefering. Nahles llegó a ganar pero, aunque posteriormente renunció entre lágrimas de arrepentimiento, dejó en evidencia a su jefe, que vio gravemente cuestionada su autoridad al frente del partido. Ella, igualmente, fue vista con una cierta aprensión por parte del aparato del partido.
Sin embargo, supo mantenerse cerca del poder como vicepresidenta del partido y jefa del grupo parlamentario. Y ha sido recurrente que haya sido señalada como "una futurible en la recámara". De hecho, ha sido ministra de Empleo y Asuntos Sociales desde 2013 a 2017.
3) Filósofa y filóloga de formación
Pero ni el desánimo ni esas reticencias internas ocultan un hecho objetivo desde el que está intentando unir al partido y recargar la ilusión de sus compañeros: la energía, la voz -"vibrante", como se define- de esta filósofa y filóloga de formación de 47 años que suele acabar cada intervención una sintomática afonía. El día de su coronación no iba a ser diferente, y entre sus mensajes dejó uno muy significativo, una declaración de intenciones para su actuar dentro y fuera del partido: “Hoy, aquí, vamos a romper un techo de cristal”.
4) Enfrentada con lo políticamente correcto
Su carácter fuerte también ha chocado en ocasiones con lo políticamente correcto -literalmente-, ya que en más de una ocasión ha saltado a la palestra por sus palabras desafiantes, lo que ha levantado cierta polvareda a su alrededor al rememorar sus tiempos de juventud en los 'Jusos', las juventudes socialdemócratas, de las que también fue su líder y recordada activista.
5) Una cojera por una grave lesión de juventud
En lo personal, Andrea Nahles, nacida en junio de 1970 en Mendig (Renania-Palatinado), es madre de una niña de 6 años, de cuyo padre está separada. De joven sufrió una grave lesión deportiva que le dejó una sensible cojera.
Pero ella -así lo demuestra- pretende ser más fuerte que el miedo: también sufrió un accidente de tráfico cuya marca es una cicatriz en su frente aunque no por ello deja de confesar su pasión por la velocidad.