Italia autorizó este domingo el desembarco de 450 inmigrantes que permanecían a bordo de dos barcos militares frente a las costas de Sicilia (sur) y que serán divididos en cinco países europeos que han aceptado acogerlos, entre ellos España.
Los inmigrantes, hombres, mujeres y menores, llegarán al puerto siciliano de Pozzallo, a la espera de ser enviados a los países que han dado su disponibilidad después de que así lo pidiera el Gobierno italiano, informaron fuentes del Ministerio del Interior.
Son España, Alemania, Francia, Malta y Portugal y cada uno se ha comprometido a recibir 50 inmigrantes.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, escribió el sábado a los líderes de los 27 países de la Unión Europea (UE) para pedirles que se hicieran cargo de parte de estas personas, y avanzó que su país aceptaría "una cuota" de las mismas.
Las fuentes señalaron que para el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, esta es "una victoria política" pues logra implicar a otros países de la UE en la recepción de los inmigrantes que llegan a las costas italianas.
Los 450 inmigrantes partieron en la mañana del viernes en una barcaza desde la costa libia, presumiblemente desde la ciudad de Zuara, próxima a la frontera tunecina, hasta aproximarse a Malta y finalmente a las islas italianas de Lampedusa y Linosa.
Fue en un punto entre estas dos islas donde un día después, el sábado, fueron interceptados y evacuados todos ellos a una nave de la Guardia de Finanza italiana (policía fronteriza) y a otra de la agencia europea de protección de confines, Frontex.
En concreto 176 inmigrantes están a bordo de la nave Protector de Frontex y 266 en la Monte Sperone de la Guardia de Finanza, mientras que ocho, entre ellos una embarazada, fueron trasladados a un hospital de Lampedusa al presentar cuadros de desnutrición.
Antes de que Interior permitiera en la noche del domingo el desembarco de todos los inmigrantes en Italia, se procedió a bajar de las dos embarcaciones militares a las mujeres y a los niños.
Salvini, artífice de una política de férreo control migratorio, ha cerrado sus puertos a las organizaciones humanitarias que salvan vidas en el Mediterráneo central, al acusarlas de favorecer con su presencia el flujo irregular de personas y a las mafias en Libia.
Y solo está dispuesto a permitir la llegada al país a los inmigrantes rescatados por las naves militares, aunque reclamando al resto de países europeos que contribuyan a su acogida, después de años de llegadas masivas a Italia, a la baja en los últimos tiempos.