Para ir a trabajar, Benjamin David sale de su casa en bañador. Sus pertenencias útiles para la jornada laboral como su ordenador portátil, su iPhone, las llaves de casa o, sobre todo, su ropa, las lleva en una bolsa que va cerrada herméticamente para que no entre agua. Al salir de su casa, el portal de la Kapuzinerstraße 52, David se dirige hacia el Isar, el río de Múnich, su ciudad. Su edificio está casi a dos pasos de la orilla.
David entra en el agua y, con la corriente a favor, este hombre con los cuarenta años cumplidos nada hasta el Ludwigsbrücke, uno de los puentes del centro de la capital de Baviera (sur alemán). Allí, a orillas del agua, David es el responsable de Kulturstrand, un evento cultural que llega a la Isla de los Museos de Múnich cada verano. No sólo nada todas las mañanas por su amor al deporte. Le encanta nadar, pero hay razones de carácter mucho más práctico.
“Nadar es más rápido que ir en coche, en bicicleta o en autobús”, dice David a EL ESPAÑOL. Este padre de familia, casado y con tres niños, sabe que es más práctico ir por el Isar que utilizar otros medios de transporte público o privado. Por la calle, desde su casa hasta Kulturstrand hay algo más de 2,5 kilómetros. El río ofrece una línea recta perfecta de 2 kilómetros desprovista de tráfico. Si no estuvieran tan concurridas las calles con tráfico rodado cercanas al río, David podría ir en su coche o en bicicleta en unos diez minutos. Pero en un día normal, se tarda más por los embotellamientos. De ahí la idea de nadar hasta llegar al trabajo.
“Soy alguien que disfruta mucho nadando. No tengo problemas con el agua fría, voy incluso en invierno”, asegura David. Entre mayo y agosto empieza la época en la que más se prodiga por el río Isar. Es el periodo del año en el que el agua tiene mejor temperatura y hace mejor tiempo.
“Ahora el agua puede alcanzar los 14 grados y puede ir, como mucho, hasta los 22 grados”, precisa David. En invierno, con el agua mucho más fría, este emprendedor también nada. Para ello utiliza trajes de neopreno. “También voy a nadar en invierno, me pongo un traje de neopreno, tengo dos, uno corto y uno largo. En realidad nado todo el año, aunque en invierno lo hago menos a menudo”, aclara.
En su ritual diario de ir al trabajo nadando, no hay un día en que David no mire las indicaciones sobre el estado del cauce del río. “Un aspecto que favorece que yo pueda hacer esto es que el recorrido del río, gracias al Estado de Baviera, está controlado a tiempo real”, indica. “Por Internet se puede ver el nivel del agua y la temperatura. Yo sólo voy si el nivel es menor que 1,20 metros de profundidad. Con más nivel, el cauce puede ser muy rápido. Puede llegar a tener hasta cuatro metros de profundidad. Entonces es peligroso y mortal. Pero eso sólo ocurre una o dos veces al año”, abunda.
Fundamental en su transporte hasta el trabajo son también las zapatillas de plástico. “Lo más importante es utilizar zapatos de goma para ir al río, porque es verdad que a veces pueden encontrarse bicicletas ahí tiradas o cristales, porque siempre hay gente estúpida que tira botellas. Y también te puedes hacer daño en los pies con las piedras”, sostiene.
Especialmente contento se muestra David hablando de su Wickelfisch, la bolsa impermeable que utiliza para transportar sus cosas hasta su trabajo. “Es una mochila impermeable, muy molona, que está hecha por un diseñador de Basilea. Ahí pongo mi ordenador, mi teléfono, mi ropa, y bajo al río. Pero también funciona como una boya, porque lleva aire dentro. Me sirve también para apoyarme en ella y para dejarme transportar por la corriente”, sostiene.
Convertido en una celebridad a base de saltarse carteles de “Prohibido bañarse”
Saltarse los carteles de “Prohibido bañarse” a diario para ir a trabajar le ha convertido en una suerte de celebridad local. “Mucha gente me da y me ha dado la enhorabuena por la idea, entre ellos muchos nadadores y también gente aficionada al buceo”, mantiene este empresario. Cuando no está al frente de las actividades a orillas del Isar, se dedica a organizar eventos en otros espacios públicos a través de la organización cultural Die Urbanauten.
Pese a su actividad como emprendedor cultural, David parece vivir por y para el río. También está al frente de una asociación llamada Isarlust, cuyo nombre une las palabras “Isar” y “goce” en alemán. El objetivo de esa organización es reapropiarse el recorrido urbano del Isar en Múnich. “Queremos lograr 'La Reconquista' del río dentro de la ciudad”, dice David utilizando, en español, la expresión que designa el proceso histórico en que los reinos cristianos despojaron a los musulmanes del control de la Península Ibérica. “Una de nuestras ideas clave es hacer posible que en el Isar se pueda nadar”, subraya este hombre de padre neoyorquino y madre alemana.
En su boca, esas palabras no suenan para nada a utopía. “El agua del Isar tiene una calidad extraordinaria. Hoy día tiene hasta condición de agua potable, esto se debe a que, desde los años 70, desde la administración de la ciudad y del Estado de Baviera se han desarrollado programas para limpiar los ríos y los lagos con el uso de depuradoras”, explica David. En el caso de 'su' río, la situación cambia cuando hay fuertes lluvias. “Las grandes tormentas hacen que haya contaminación, al lavarse las calles con el agua de la lluvia, que acaba en el río. En algunos casos, también puede haber desbordamientos y, en esas condiciones, nadie quiere estar cerca del río”, cuenta.
Se inspiran David y compañía en su particular “Reconquista” del río en la propia historia del Isar. “En su día, el río fue utilizado como medio de transporte. Se utilizaban balsas de madera para viajar sobre él. Con estas balsas se podía viajar hasta Viena. El Isar era, entre 1700 y 1850, una de las rutas comerciales más importantes de Europa. A través de Múnich, se unía desde Italia hasta Hungría”, cuenta David. “Por aquí pasaban 12.000 de aquellas balsas al año. Múnich era el puerto interior más importante de Europa”, añade.
Volver a nadar en ríos urbanos: en París, Copenhague o Nueva York
Ahora no se ven barcos en el río de Múnich y David es el único usuario del Isar como medio de transporte. Pero no se siente solo. Su asociación promueve justamente el baño en el río, especialmente en las épocas más calurosas del año. Este activismo ha puesto a David en contacto con otros militantes de los ríos como espacios de uso público.
“He podido conocer a mucha gente de esa escena internacional de personas que están tratando de hacer posible que en otros ríos se pueda volver a nadar o ser utilizables para el baño, ya sea en París, Copenhague o Nueva York”, comenta.
Su asociación Isarlust surgió a imagen de la asociación Fluss-bad Berlin, un proyecto de la capital alemana creado en 2012 que tiene como horizonte hacer del Esprea, el río berlinés, un río en el que se pueda nadar. Los responsables de esa iniciativa organizan todos los veranos una carrera en el Esprea para promover el nado en el río y el uso de sistemas de depuración de las aguas urbanas. Este año participaron unas 430 personas en dicho evento, que cuenta con una autorización excepcional de las autoridades sólo para una jornada.
El objetivo de Fluss-bad Berlin, que tiene detrás a unas 4.000 personas, aún resulta futurista dadas las condiciones actuales de contaminación del Esprea. David sabe que lo tiene más fácil en Múnich. “El río en Berlín está muy contaminado. La situación en Múnich es mucho mejor. Aquí el agua se puede beber, salvo cuando hay tormentas”, concluye.