La primera dama estadounidense, Melania Trump, no ha ido a su ciudad natal desde que se mudó a la Casa Blanca, pero los comerciantes de Sevnica (Eslovenia), donde Melania pasó sus primeros cinco años, han aprovechado su fama para impulsar sus negocios.
"Muchas personas pensaban que nuestro país se llamaba Eslovaquia", dijo Marija Balinc, gerente de exportaciones de la empresa de pantuflas inspiradas en Melania, Kopitarma. Los miembros de la marca le agradecen a la primera dama haber situado a Eslovenia en el mapa.
Las trabas que suponen los derechos de autor no han detenido a los comerciantes. La mercancía hace referencia a la identidad de Melania con etiquetas como Primera Dama o Casa Blanca. En la localidad hay vino Melania, té, pantuflas, salami, hamburguesas, chocolate... Todo lo que se pueda vender en Sevnica lleva su nombre para ganar notoriedad.
Sevnica antes de Melania
Antes de que el nuevo puesto de Melania la convirtiera en una figura pública, Sevnica era conocida como un centro industrial de menor importancia, donde la empresa de zapatos Kopitarma y la de muebles, Stilles, producían sus artículos. Cuando Melania era niña, su madre, Amalija, trabajaba en una fábrica de ropa y se dice que su padre, Viktor, vendía autopartes.
Sevnica es una ciudad de casi cinco mil habitantes ubicada en un valle a noventa minutos en coche de Liubliana, la capital del país. La mudanza de Melania a Washington ha sido beneficiosa para la economía de la ciudad, porque el turismo anual ha aumentado un 15% desde que Donald Trump fue investido presidente de Estados Unidos. Prueba de esto es que el único hotel que albergaba turistas en el pueblo volvió a abrir a principios de este año. “Después de Melania, las cosas de verdad cambiaron”, dijo a The New York Times el alcalde de la localidad, Srecko Ocvirk. “Ahora llegan turistas de todo el mundo”.
Turismo en Sevnica: no solo Melania
Pero no todos los habitantes están contentos con que el foco del pueblo sea la exmodelo. Lidjia Ogorevec, una guía turística, cobra 35 dólares a cada persona para darles un recorrido por los lugares relacionados con Melania, pero para ella "Sevnica tiene mucho más que mostrar que esta historia". La guía suele mostrar el vino Melania, porque es lo que atrae, pero no deja fuera de la vista de los turistas una botella de Grajska Kri, un tinto típico de la región.
En esta pequeña localidad centroeuropea la atracción es tan grande que los visitantes pueden comprar un libro sobre los primeros años de Melania: The Slovenian Side of the Story y un catálogo de artículos inspirados en ella en la oficina de turismo y otras tiendas.
La directora del consejo turístico local, Mojca Pernovsek, dijo que solo acepta entrevistas si no le piden que hable sobre Melania. La directora considera, igual que Ogorevec, que hay otras cosas que merecen la atención del mundo, como el festival del vino, el corte de troncos, los festivales de cerveza y pesca, y el excursionismo. Y la mesera del restaurante Rondo, que ofrece una hamburguesa con un queso que se parece al cabello de Trump, expresó su descontento con la fascinación hacia la pareja diciendo que “no creo que casarse con alguien sea un verdadero logro”.
A Trump no le quieren en su pueblo natal
En Kallstadt, pueblo alemán de donde provienen los ancestros de Donald Trump, los habitantes también recelan la atención que provoca el fenómeno Trump, pero su indignación hacia la pareja es mayor porque no usan su nombre ni para ganar dinero. Los habitantes del pueblo evitan a toda costa ser relacionados con él: le llaman “Donald” para evitar cualquier confusión con el resto de la familia. No hay ni una sola placa instalada para señalar la casa de sus abuelos, y la industria hotelera no corrió la misma suerte que la ciudad natal de Melania, porque después de las elecciones del 2016 los hoteles locales fueron blanco de amenazas de boicot y algunos de sus clientes cancelaron sus reservas.
“No utilizamos el nombre en absoluto para fines de promoción turística”, explica Jörg Dörr, de la oficina de turismo al periódico estadounidense. “Es un tema demasiado controvertido”.
Los abuelos paternos de Trump, Friedrich y Elisabeth, nacieron en Kallstadt, que tiene actualmente 1.200 habitantes. Sus casas estaban exactamente una frente a la otra; a ambos los bautizaron en la iglesia del pueblo y se casaron a unos cuantos kilómetros de ahí, antes de emigrar a Estados Unidos. Por más que los lugareños lo intenten, no han podido frenar a los curiosos, porque muchas personas y grupos turísticos se han acercado a la casa de sus abuelos para visitarla. Lo cierto es que Donald y Melania Trump son la pareja más poderosa del mundo, y sus pueblos originarios en Europa no han estado exentos de la atención que recibe todo lo que los rodea.