En las calles de Gilead -la República ideada por Margaret Atwood para ambientar su novela distópica, El cuento de la Criada, que HBO convirtió en serie de éxito- , decenas de mujeres caminan despacio, en una fila ordenada, bajo su capa roja y su cofia blanca. Son mujeres obligadas a despojarse de toda su humanidad, sumisas y sin derechos, ceñidas a su papel reproductor: el de un vientre que puede concebir, anidar y parir y que, por eso, es útil a la sociedad.
Ahora, varias organizaciones feministas se sirven de su mismo atuendo para reivindicar sus derechos por todo el mundo. Las mujeres de capa roja y cofia blanca han saltado al mundo real pero ya no en forma de grupo obediente y manso, sino de un ejército, para advertir de que Gilead puede no estar tan lejos si uno no está atento a los desmanes de sus gobiernos. Y el uniforme, de símbolo de opresión, ha pasado a icono de protesta.
Fue así que, en mayo de este año, en plena campaña sobre el referéndum por el aborto en Irlanda, decenas de mujeres ataviadas con el mismo traje salieron a la calle para pedir la derogación de la ley que prohibía a las irlandesas abortar en su país. La iniciativa fue del grupo ROSA, bajo el lema 'El embarazo por obligación NO está bien'. El resultado de la votación fue aplastante y el 66% de los irlandeses votaron a favor de reformar la Constitución para legalizar la interrupción del embarazo.
Hasta entonces, Irlanda tenía una de las leyes más restrictivas de Europa. La Octava Enmienda, de 1983, equiparaba la vida de la mujer embarazada con la de su feto lo que, en la práctica, resultaba en la prohibición casi total del aborto, incluso en caso de violación, incesto, anomalía fetal o riesgo para la salud de la madre.
Derecho a decidir
Un poco por todo el mundo, la estética de las manifestaciones proderecho a decidir se ha repetido. En Argentina, donde ahora mismo la ley del aborto está en discusión en el Senado, que votará el próximo 8 de agosto, integrantes del movimiento Periodistas Argentinas se manifestaron a las puertas del Congreso el pasado 10 de julio con el atuendo de las criadas.
La propia autora de la novela ha pedido a través de su cuenta de Twitter que el país sudamericano legalice el aborto. "Vicepresidente de argentina, no ignore cientos de muertes al año provocadas por el aborto ilegal. Dé a las mujeres argentinas el derecho a decidir", escribió.
"El traje de criada está siendo adoptado por las mujeres en muchos países como símbolo de protesta sobre varios temas que tienen que ver con la requisición del cuerpo de la mujer por parte del Estado", ha dicho Atwood en declaraciones al británico The Guardian. "En los países que prohíben el control de la natalidad y la información de salud reproductiva, el Estado reclama la propiedad de los cuerpos de las mujeres a través de la maternidad forzada. Lo que el traje realmente le pide a los espectadores es: ¿queremos vivir en un estado esclavo?", pregunta la autora.
El atuendo se ha convertido en un icono de la protesta feminista. "Todos los que ven a estos grupos de mujeres saben lo que quieren decir en el contexto de la protesta individual, ya sea en Irlanda, Argentina o Arizona", dice Atwood.
Protesta global
Cuando Donald Trump decidió nombrar para el Tribunal Supremo al juez conservador Brett Kavanaugh -aún pendiente de confirmación-, una veintena de mujeres protestaron en el Capitolio del Estado de Texas vestidas como los personajes de Atwood, en una manifestación organizada por la Liga Nacional de Acción por los Derechos Reproductivos y el Aborto (Naral).
"El elegido para la Corte Suprema de Donald Trump, Brett Kavanaugh, es una amenaza inmediata a nuestros derechos y libertades fundamentales arduamente ganados", dice el grupo.
El grupo se ha manifestado de la misma manera varias veces desde 2017 preocupados por la amenaza del retroceso en los derechos sociales en general y los de las mujeres en particular, desde que Trump asumió la presidencia del país. Con el nombramiento de Kavanaugh, que garantiza una mayoría conservadora en el Supremo, temen que sea revocada la histórica decisión de despenalizar el aborto en 1973, como anhelan los apoyantes más conservadores de Trump.
Ya este mes, Mike Pence tuvo que enfrentarse a una protesta similar en Philadelphia, donde varias manifestantes, vestidas de la misma forma, se manifestaron en contra de la política de Trump de separar las familias inmigrantes.
En febrero de 2018, en Croacia, activistas por los derechos de las mujeres se pusieron las capas rojas para protestar contra la incapacidad de su gobierno de ratificar el Convenio de Estambul, cuyo objetivo es erradicar la violencia de género. Finalmente, el parlamento votó para ratificar la convención en abril.
Y el mes pasado, en Londres, las 'criadas' volvieron a la calle para la protesta masiva anti-Trump, cuando el presidente de EEUU visitó el país. "Poco a poco la distopía de Atwood se ve más real. Es desalentador tener que volver a las mismas batallas y luchar contra los intentos de oprimir a las mujeres. No es solo algo que está sucediendo en Estados Unidos. Está sucediendo en todo el mundo", dijo una de las manifestantes en declaraciones a la BBC.
En una carta abierta a las autoridades argentinas el mes pasado, Atwood volvía a increpar el Gobierno y a insistir para que legalizara el aborto. "Las mujeres que no pueden tomar sus propias decisiones sobre si deben o no tener bebés están esclavizadas, porque el Estado reivindica la propiedad de sus cuerpos y el derecho a decidir el uso que deben dar a sus cuerpos", analizó. Y terminaba recordando que una democracia de pleno derecho nunca puede existir en una sociedad donde los derechos de las mujeres no están garantizados: "Forzad los partos si queréis, pero por lo menos llamadlo por su nombre: es esclavitud”.