Los monjes budistas en Tailandia son venerados por encargarse de ayudar a los fieles en sus caminos hacia la iluminación a través de una vida centrada en la meditación y moderación; pero más de la mitad de ellos tiene costumbres de alimentación que los ha llevado a la obesidad, según una investigación que ha alarmado a las autoridades.
No es que los religiosos se aprovechan de la bondad de los ciudadanos y exigen cantidades desproporcionadas para satisfacer sus caprichos porque un estudio mostró que los monjes consumen menos calorías que la población general, y a pesar de esto muchos de ellos son obesos. La explicación es sencilla: ellos tienen prohibido comer después del mediodía, por lo que para mantener su energía alta, muchos consumen bebidas con mucha azúcar, incluidas las bebidas energéticas.
El estilo de vida sedentario de los monjes propicia que caigan en la obesidad. Cuando salen a las calles a buscar sus comidas se llevan a un asistente para que la cargue mientras ellos rezan y bendicen a los fieles. El coste para revertir esta tendencia es alto. Según cifras oficiales más de 300.000 monjes sufren de obesidad, y el precio anual para ayudarlos es de casi 1 millón de euros. Ante esto, los científicos y las autoridades han lanzado iniciativas de prevención para evitar que los números sigan aumentando porque los devotos creen que ofrecer las limosnas correctas les garantiza un buen karma y buena suerte a los familiares fallecidos.
Actualmente Tailandia es la segunda nación con más personas con sobrepeso en Asia, después de Malasia. Uno de cada cuatro hombres y el 40% de las mujeres no tienen en el peso recomendado por los profesionales de salud. Los monjes son parte de este grupo porque casi la mitad son obesos, según un estudio realizado por la Universidad de Chulalongkorn.
Algunos monjes afirman que no se dan cuenta cuando suben de peso por lo holgadas que son sus túnicas. Uno de los programas de ayuda del Gobierno les diseñó unos cinturones para que puedan medir su cintura y tomar las medidas necesarias. "Tratamos de desarrollar algo que sea funcional y que no perjudique la autoestima de los monjes", dijo el profesor Jongjit. "Es conmovedor ver cómo comparan juguetonamente los nudos de sus cinturones y se dan cuenta de que han ganado peso y que es hora de recortar".
Para ayudar a los religiosos, algunos funcionarios del Departamento de Salud Pública de Tailandia le pidieron a los laicos que le lleven ofrendas más sanas a los monjes, que salen de los templos con sus túnicas de azafrán todas las mañanas a recorrer las calles para recolectar su comida. Amporn Bejapolpitak, subdirector general del departamento, también sugirió que los monjes agreguen más actividad física a sus vidas sedentarias de oración y meditación al sugerir que limpien sus templos.
Algunos limosneros todavía practican sus ritos de forma tradicional. Vilawan Lim, una ama de casa en Bangkok, le contó a The Times que ha estado ofreciendo a los monjes comida casera cada mañana durante más de una década. Como cuestión de principios, no se supone que los monjes muestren preferencias por determinados alimentos, pero ella dijo que el monje que viene a su casa cada mañana arroja pistas sobre lo que realmente disfruta, y en tan solo 10 minutos de peregrinaje los monjes llenan sus cubos de ofrendas.
El profesor universitario Jongjit se ha unido con el gobierno tailandés y las autoridades religiosas en el Proyecto de Nutrición Saludable financiado por la Thai Health Promotion Foundation, una agencia autónoma que busca ayudar a los religiosos. Su programa piloto en 2016 involucró a 82 monjes, y sus resultados fueron positivos, por la pérdida de peso y la baja en los niveles de colesterol de los involucrados.
Una de las enseñanzas de Buda es que cuando estamos saludables podemos servir mejor a la gente. "Los monjes deben ser conscientes de lo que comen, la cantidad y el tipo de comida", dijo Phra Maha Boonchuay Doojai, ex directora del Colegio budista de Chiang Mai en el norte de Tailandia, quien participó en la elaboración de las recomendaciones.
Al desarrollar este tipo de proyectos los médicos deben intentar no perturbar el ritmo tranquilo de sus deberes monásticos, que precisa de calma. El proyecto alienta a los monjes a llevar un registro de sus actividades físicas diarias, y entre sus recomendaciones simples está caminar por el templo o en las calles durante al menos 40 minutos al día.
El problema de los monjes con sobrepeso no lo tiene solo Tailandia. En el 2012 las de Siri Lanka divulgaron una serie de pautas de médicos y nutricionistas que detallaban el tipo de alimentos que los devotos deberían ofrecer a los hombres santos.