La detención de familias de migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México ha aumentado un 31% respecto al mes de septiembre, según datos oficiales, que indican que agentes fronterizos estadounidenses han arrestado a cerca de 17.000 personas.
Durante una rueda de prensa, varios altos cargos han señalado el aumento de dichas detenciones como una prueba de la creciente "crisis fronteriza" registrada en la zona dado que los grupos familiares son más difíciles de detener y deportar debido a las protecciones que ofrece la ley estadounidense a los menores.
La Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, ha expresado su preocupación ante el cambio en la composición de los migrantes que intentan ingresar a Estados Unidos. El grupo mayoritario solía ser el de los adultos solteros y actualmente es el de niños y familias que viajan juntos.
Alrededor del 40 por ciento de los detenidos durante los años fiscales 2017 y 2018 eran niños no acompañados o familias con hijos, en comparación con el 10 por ciento de 2012, según el Instituto de Políticas de Migración, un grupo de expertos independientes.
Un aumento significativo
Según cifras publicadas el martes, los funcionarios arrestaron a casi 397.000 personas en la frontera sur de Estados Unidos en el año fiscal 2018, que terminó el pasado 30 de septiembre, un aumento significativo en comparación con las 304.000 detenidas en 2017, pero en gran medida en línea con las tendencias de la última década.
Los arrestos fronterizos disminuyeron en los meses posteriores a la toma de posesión de Trump en enero del 2017, pero repuntaron durante el año pasado. Expertos creen que la retórica de Trump disuadió a los posibles migrantes de intentar cruzar en los primeros meses de su mandato.
Trump ha amenazado con recortar millones de dólares en ayuda a Centroamérica si se permite que continúe el avance de una caravana de miles de migrantes, en su mayoría hondureños, que huyen de la violencia y la pobreza.
El mandatario describió a la caravana, que actualmente se encuentra en el sur de México, como una emergencia nacional en momentos en que busca aumentar el respaldo al Partido Republicano de cara a las elecciones legislativas del 6 de noviembre para mantener el control del Congreso.
A principios de este año, la Administración de Trump intentó disuadir a las familias de cruzar la frontera instituyendo una política de "tolerancia cero", separando a miles de niños de sus padres cuando estos fueron procesados.
Cerca de 2.500 niños y padres fueron separados antes de que Trump abandonara la política en junio después de numerosas protestas. Un juez federal ordenó que las familias fueran reunidas, un proceso que no ha finalizado todavía.