La cristiana Asia Bibi fue absuelta hoy de la acusación de blasfemia por el Tribunal Supremo de Pakistán, que anuló la condena a pena de muerte que pesaba contra ella desde 2010 por supuestamente haber insultado a Mahoma y ordenó su liberación, en una decisión que ha provocado protestas islamistas.
Asia, madre de cinco hijos, será puesta en libertad tras pasar casi ocho años en el corredor de la muerte, en un caso que ha provocado indignación internacional, pero al mismo tiempo se ha convertido en una causa para los grupos radicales en Pakistán.
"La sentencia a muerte se anula. Asia Bibi es absuelta de los cargos", manifestó el presidente del Supremo, Saqib Nisar, al leer la sentencia de la apelación en una sala con presencia de comandos sin armas de las fuerzas militares.
Los tres jueces del tribunal citaron en la sentencia "graves contradicciones" en las pruebas de la acusación y "mentiras" en el testimonio de las dos mujeres que la denunciaron. "La inevitable (...) conclusión es que la acusación ha fallado a la hora de probar su caso contra la demandada más allá de la duda razonable", remarcó la sentencia.
Asia, que fue denunciada en 2009 por unas mujeres que aseguraron que había insultado al islam durante una discusión en un pozo de agua en el Punyab (este), fue sentenciada a muerte en 2010 por blasfemia y perdió el recurso presentado ante el Tribunal Superior de Lahore en 2014.
El Supremo paralizó la ejecución tras aceptar estudiar su apelación, algo que hizo el 8 de este mes, pero reservó entonces el veredicto. El abogado de Asia, Saif ul Malook, dijo a Efe que se trata de un "veredicto histórico" emitido por unos jueces bajo amenazas de los islamistas. "Creo que se ha hecho justicia", afirmó Malook.
Casi inmediatamente después del anuncio de la absolución, radicales islamistas comenzaron a protestar en varias ciudades del país asiático. "Las protestas por la santidad del profeta han comenzado. Moriremos por ello. No daremos un paso atrás", advirtió en un comunicado el partido islamista radical Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP), fundado para proteger la polémica ley de la blasfemia.
Las protestas se están produciendo en varias ciudades, como Peshawar, Mardan o Qasur, en el noroeste; Lahore en el este, o Karachi en el sur, y bloquearán estaciones de tren y aeropuertos, precisó la nota.
En Lahore, unas 500 personas protestan fuera de la asamblea provincial del Punyab, además de en otros 21 puntos de la ciudad, donde han cortado carreteras, entre ellas la del aeropuerto, dijo a Efe el portavoz policial de la urbe, Furqan Hameed. Allí, uno de los líderes del TLP pidió la muerte de los jueces que han absuelto a Asia. "Los tres jueces deben ser asesinados", afirmó Afzal Qadri en un discurso ante los manifestantes en la asamblea provincial.
Además, unas 300 personas han bloqueado la principal entrada a la capital, Islamabad, desde la vecina ciudad de Rawalpindi, explicó a Efe el portavoz policial de la capital, Farqooq Akhtar.
El TLP ya bloqueó esta entrada el pasado noviembre durante 20 días y logró así doblegar al Gobierno paquistaní, al lograr la dimisión del ministro de Justicia porque consideraban blasfemo un cambio en el juramento de los altos cargos.
Otros partidos islamistas, como el Jamiat Ulema e Islam o el grupo Ahle Sunnat Wal Jamaat, acusado de incitar la violencia contra minorías religiosas como la chií, también han anunciado protestas.
El caso de Bibi ha provocado al menos dos asesinatos de figuras públicas que la defendieron.
Uno de ellos, el del exgobernador del Punyab, Salman Tasir, quien fue asesinado en 2011 por defender públicamente la causa de Bibi por uno de sus guardaespaldas, Mumtaz Qadri, quien, a su vez, fue ejecutado en 2016 y enterrado luego como un héroe.
El segundo fue el de un ministro cristiano de Minorías, Shahbaz Bhatti, quien fue asesinado a tiros en la puerta de su casa en 2011 por defender a Bibi y oponerse a la legislación contra la blasfemia.
La dura ley antiblasfemia paquistaní fue establecida en la época colonial británica para evitar choques religiosos, pero en la década de 1980 varias reformas auspiciadas por el dictador Zia-ul-Haq favorecieron el abuso de esta norma.
Desde entonces, se han producido un millar de acusaciones por blasfemia, un delito que en Pakistán puede llevar aparejada la pena capital, aunque nunca se ha ajusticiado a nadie por este crimen.