El miedo a la inmigración sin control se extiende como un virus por Europa y Estados Unidos gracias al caldo de cultivo de los partidos populistas, nacionalistas y de extrema derecha. Una enfermedad en plena expansión y con un músculo electoral cada vez más poderoso y presente en varias instituciones. La ONU quiere poner remedio y ha hecho este lunes historia.
Por primera vez, la gran mayoría de los miembros del organismo internacional han llegado a un acuerdo para poner orden en el flujo de migrantes. El Pacto Global para la migración regular, segura y ordenada, negociado durante más de 18 meses, debe servir para acabar con las "narrativas tóxicas" y la "sorprendente desinformación" que circula sobre la cuestión migratoria, dijo este lunes en Marrakech la secretaria general de la conferencia, la canadiense Louise Arbour.
Arbour lamentó la "sorprendente la desinformación al respecto", pues el pacto "no crea un derecho a emigrar". Desgranamos a continuación las principales claves de este histórico acuerdo que han avalado finalmente más de 150 países.
Un texto no vinculante
El documento, estructurado en 23 objetivos generales no supone "obligaciones legales de ninguna clase" a los países que lo suscriban. "No es un tratado ni una convención", ha recordado Arbour.
La soberanía nacional, fuera del acuerdo
"El pacto mundial reafirma el derecho soberano de los estados a determinar su propia política en materia de inmigración". La frase textual del acuerdo no deja espacio para el equívoco y desmonta las críticas de los países que no se han unido al pacto. Nadie ha entregado la soberanía nacional a la ONU en temas de inmigración.
Sin medidas concretas
Más allá de las buenas intenciones, cada uno de los 23 objetivos del acuerdo de la ONU está formulado en términos generales y no se traducen en medidas concretas para ordenar la inmigración.
Por ejemplo, se habla de "minimizar los factores estructurales que empujan a las personas a abandonar su país de origen" (objetivo 2), para limitar los abusos y de "prevenir, combatir y erradicar la trata de seres humanos" (objetivo 10).
Mano dura con las 'fake news'
Para luchar contra el racismo, la xenofobia o la intolerancia contra los migrantes (objetivo 17), el acuerdo habla de "replantear el discurso sobre la migración, para que deje de transmitir ideas engañosas o distorsionadas". Los medios de comunicación no se libran de este llamamiento a la responsabilidad para evitar las fake news sobre la inmigración. Se invita a los estados firmantes a promover "informes independientes y objetivos", para "sensibilizar y educar a los profesionales de los medios de comunicación" sobre estos temas.
Esta iniciativa incluiría desde pautas sobre la "terminología" que se debería usar cuando se habla de estos temas hasta "estándares éticos" para informar sobre el asunto. También se contempla una controvertida medida: estudiar recortar los fondos públicos a los medios "que promueven sistemáticamente la intolerancia".
Grandes ausencias en los firmantes
Si hay algo significativo en este pacto de buena voluntad es las importantes ausencias de países que han preferido bajarse en marcha de este tren. Los Estados Unidos de Trump ya avisaron hace tiempo de que no se unirían a esta causa. De la misma manera, Italia, Austria e Israel y varias naciones centroeuropeas no participan del acuerdo. En el último momento, Bélgica se ha caído de los firmantes por un problema en el Gobierno de coalición con los nacionalistas flamencos, que amenazaron con salir del Ejecutivo de Charles Michel si acudía a Marrakech a rubricar el texto.
Al margen de la excusa ya desmentida de que los países que se unan a esta iniciativa perderían soberanía para decidir sobre sus políticas migratorias, otra de los argumentos en contra es que el pacto "podría incitar la inmigración ilegal".