"La primera ministra tiene cojones de acero y está esforzándose a fondo para cumplir su deber. Cuenta con mi absoluto apoyo", el contundente tuit de la diputada conservadora Ruth Davidson define bien la determinación de Theresa May. Asediada por tierra, mar y aire desde que presentara el acuerdo del brexit, la premier británica ha conseguido salvar la moción de no confianza que podía haber terminado con su carrera política.
Pasadas las 10 de la noche en España un portavoz de los conservadores, comparecía para dar cuenta de los resultados. 200 diputados siguen confiando en Theresa May como líder del partido por 117 que finalmente votaron en contra.
El cónclave de los conservadores comenzó con una intervención de May en la que descartó de plano convocar unas elecciones anticipadas. A renglón seguido, según los testimonios filtrados a la prensa por los asistentes a la reunión, movió ficha para intentar calmar a los parlamentarios que le exigían un paso atrás. No tiene intención de liderar el partido en las próximas generales y así lo ha prometido.
"Fue muy emotivo, dijo que ella quería haber concurrido a las próximas elecciones pero que finalmente se ha dado cuenta de que no lo hará", relataba a la agencia Reuters la ministra Amber Rudd.
Aunque los resultados ponen números exactos a la evidente división en el partido, May ha conseguido ganar tiempo. La normativa interna indica que no se podrá presentar una iniciativa para descabalgar a la primera ministra durante al menos un año. Un tiempo que la premier parece estar dispuesta a agotar. Y si consigue materializar su promesa de no adelantar las elecciones su salida de Downing Street podría prolongarse hasta 2022, año en el que tocan los siguientes comicios.
Desde que el martes anoche se activara el mecanismo para descabalgarla del liderazgo del partido, May se ha mostrado firme y ha asegurado que está "lista para terminar el trabajo del brexit".
"Debemos y cumpliremos con el voto del referéndum (de junio de 2016) y aprovecharemos las oportunidades que hay por delante", afirmó May tras conocer que ya se habían reunido las 48 cartas necesarias para activar el mecanismo de la moción de no confianza.
Tras sobrevivir al órdago de su partido, May vuelve a su monotema: consumar el brexit. Este jueves viaja de nuevo a Bruselas para reunirse con los líderes de los 27. Su misión será buscar "garantías legales y políticas" sobre el mecanismo de seguridad para evitar una frontera en Irlanda del Norte, el principal escollo para aprobar en el Parlamento el acuerdo de divorcio.
"Los políticos de todos los bandos deben unirse y actuar en el interés nacional", dijo la mandataria conservadora a las puertas de Downing Street. May, que se vio obligada a aplazar la votación definitiva sobre el brexit al constatar que la derrota era segura, tiene ahora que conseguir algún cambio cosmético en su acuerdo para sacarlo adelante en Westminster.
El diputado Jacob Rees-Mogg, uno de los líderes de la facción euroescéptica de los "tories", consideró que el resultado de la moción de no confianza es "terrible" para May, que necesita convencer a ese grupo de parlamentarios para que respalden el acuerdo en una votación que espera convocar antes del 21 de enero.