El 17 de septiembre, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el turco, Recep Tayyip Erdogan, llegaron a un acuerdo para establecer una zona desmilitarizada en la región de Idlib, en Siria, mientras aumentaban los temores de que el presidente sirio, Bashar al-Assad, estuviera preparando una ofensiva contra el último bastión rebelde. Al permitir que los partidarios de la oposición permanecieran en ese territorio, con unos tres millones de civiles, Erdogan explicó que esperaba evitar una crisis migratoria en Turquía.