La libertad de información se ve perjudicada con cada periodista asesinado. Durante 2018, un total de 63 periodistas han perdido la vida por informar. Otros 186, el triple, están encarcelados por contar la verdad. Se trata de una subida del 8% con relación al año pasado, en el que murieron 54 profesionales.
México y Afganistán lideran el ranking con más periodistas asesinados este año, con un total de 7 y 14, respectivamente. Estados Unidos (6), India (6) y Yemen (5) continúan la lista.
En EEUU, cuatro periodistas fueron acribillados a balazos en la redacción de Capital Gazette (Maryland). En Afganistan, la mayoría de los profesionales muertos fallecieron en explosiones talibanes. En México, la mayoría fueron tiroteados por informar sobre política o narcotráfico.
De Khashoggi a Kuciak
El caso más sonado este año ha sido, sin duda, el del periodista saudí Jamal Khashoggi. Fue asesinado en la embajada saudí de Estambul el pasado 2 de octubre donde entró para recoger unos papeles relativos a su divorcio. No volvió a salir. Aunque su asesinato es cada vez menos misterioso, la autoría todavía no está clara, pero la CIA apunta sin dudas al heredero de la corona saudí Mohamed bin Salmán.
Otro caso con cierta repercusión mediática ha sido el del periodista eslovaco de 28 años Jám Kuciak, del medio Aktuality. El joven periodista fue disparado por varios hombres en su casa mientras investigaba ciertas relaciones entre varios empresarios eslovacos y altos cargos políticos del país.
El periodista paquistaní Zeeshan Ashraf fue asesinado el pasado marzo por el político Imran Cheema, quien le disparó cuando intentó entrevistarlo, muriendo en el acto.
"En Mosul, me ametrallaron el coche dos veces"
Manu Brabo es uno de los profesionales que se juega el cuello en cada destino en el que aterriza. A sus 37 años, el fotoperiodista ha cubierto conflictos por todo el mundo: Siria, Egipto, Ucrania, Haití... es una pequeña lista de los lugares en los que se ha jugado la vida -y sigue haciéndolo-. En siete años, ha recibido quince premios, el Pulitzer (2013) entre ellos.
En conflictos como la guerra de Siria o la Primavera Árabe, un periodista sufre peligro doble: morir o resultar herido de manera colateral -como en una explosión-, o por el hecho de ser periodista. "Cuando uno va una guerra a trabajar, la muerte entra en la ecuación".
En Libia le secuestraron durante 43 días. Lo hacen, dice, para que sirva "de ejemplo a una sociedad". "Te toca emboscada y te jodes". Brabo denuncia que muchos periodistas disponen de pocos recursos para invertir en seguridad. "Los media center se convierten en negocios para captar clientes. El quid es que los medios tienen de hacerse responsables que utilizar a un freelance mal pagado, porque eso repercute en la seguridad del periodista".
Las condiciones precarias se reflejan en su desprotección en el terreno. Reconoce que los medios "tienen sus intereses", pero reivindica que si un medio "decide enviar a un reportero", tiene que asegurarse "de que esté seguro". Pero no todos lo hacen. "Hay medios que establecen una relación contigo y otros se desentienden".
Para los periodistas desplazados en zonas de conflicto sólo hay dos papeles posibles: "se nos trata o de héroes o de víctimas". "No quiero caer el la victimización del periodista de conflictos, no somos marines, no estamos expuestos durante dos años seguidos. Pero que no se nos tome por gilipollas y tengamos condiciones que minimicen los riesgos", analiza.
Brabo ha estado a punto de morir en varias ocasiones. "En Mosul, me ametrallaron el coche dos veces. Si no llega a ser un coche blindado...", recuerda. En esa época, le respaldaba un gran medio. "Si hubiera estado de freelance, a tomar por el culo".
Las condiciones de un freelance -autónomo- en este tipo de conflictos dependen mucho del medio para el que trabaja. Si le respalda un medio grande, se hace cargo de los gastos como conductores, coches blindados, seguros, etc. "Son detalles, pero es uno más otro, más otro...".
Como freelance, pagar el seguro le cuesta alrededor de 100 euros la semana. Si necesita un conductor, también lo paga él. "A un medio no le supone un gran coste, se lo puede permitir", dice. Cuando va por su cuenta, dice que "no hay un plan B". "Si me vuelan un pie... quiero tener un seguro que me lo cubra".
"Lo dejaré cuando me canse", afirma, "lo que está claro es que el cuerpo no me va a responder siempre igual". Brabo también hace otros encargos, no siempre bélicos. "Ahora estoy en Barcelona, para el Consejo de Ministros...", cuenta. "Tengo que hacer otras cosas, abrir el campo de trabajo, un reportaje de koalas... (risas)".
Para Brabo, el periodismo es una herramienta para conseguir otro objetivo: "No creo que el periodismo sea por lo que estoy comprometido, es la causa social, crear una sociedad más justa. Utilizo el periodismo para conseguir eso".
Por denunciar los desmanes de los poderosos, investigar casos de corrupción, luchar por la libertad o simplemente informar, 63 periodistas han perdido la vida este año. EL ESPAÑOL recopila 27 de los casos. Estas son sus historias: