Polonia sigue aún conmocionada por el asesinato el pasado domingo del alcalde de Gdansk, Paweł Adamowicz, durante una fiesta de beneficencia. El ataque fue perpetrado por un desequilibrado que consiguió acceder al escenario con un pase de prensa falso. Tras apuñalar a Adamowicz sin que ningún guardia de seguridad reaccionase, el asesino se dirigió a los miles de personas allí concentradas para acusar al partido político en el que militó el alcalde antes de presentarse como candidato independiente. Los vídeos disponibles muestran que pasó más de medio minuto antes de que nadie socorriera al alcalde o inmovilizase a su agresor.
Muchos se preguntan ahora por qué la seguridad en el lugar de los hechos, encomendada a una empresa privada, fue tan ineficiente; o por qué el atacante, un exconvicto de 27 años que pasó cinco en la cárcel por atracar bancos y al que fue diagnosticada esquizofrenia, estaba libre sin supervisión; y también por qué no se hizo nada cuando, en octubre del año pasado, una importante agrupación neo nazi polaca distribuyó certificados de muerte de 11 políticos, entre ellos Adamowicz. El fiscal decidió que las esquelas eran "opiniones", no amenazas. Tampoco hubo consecuencias cuando en 2017, un grupo de ultras ahorcó simbólicamente los retratos de parlamentarios de la oposición en público.
Adamowicz era un político extraordinariamente querido en su ciudad y había sido reelegido para regir por sexta vez consecutiva la ciudad donde nació Solidaridad, sindicato al que perteneció desde sus comienzos. Se significó por su carácter progresista y tolerante, por fomentar el entendimiento entre comunidades religiosas y por su lucha en favor de las minorías (fue el único alcalde de una ciudad importante que marchó en un Día del Orgullo Gay). Estaba casado y tenía dos hijas. En circunstancias normales, su asesinato habría servido para unir al país en un respetuoso duelo al margen de diferencias políticas, tal y como pidió su familia. Pero desgraciadamente no ha sido así.
"Un traidor a la nación"
El domingo, después del atentado, el Presidente Andrzej Duda comenzaba su mensaje dedicado al alcalde recordando sus "diferencias políticas sobre cómo hay que llevar los asuntos públicos en Polonia" y pidiendo luego que se rezase por él. Y este martes, una televisión cercana al Gobierno entrevistaba a un conocido político ultra derechista que llamó al recién fallecido Adamowicz "un traidor a la nación que por desgracia ya nunca será juzgado por sus crímenes".
Las portadas de diarios y semanarios polacos exhiben, de manera rutinaria, montajes fotográficos ofensivos y titulares provocadores que parecen destinados a propagar el odio y el enfrentamiento. Angela Merkel disfrazada de soldado nazi, Kaczynski quemando una bandera de Europa, Donald Tusk sujetando perros rabiosos, curas con metralletas, puños cerrados, ministras con burka, jueces encapuchados… La imaginería gráfica más macabra y la verborrea más agresiva inundan los kioscos, radios y pantallas polacos. Desde las más altas esferas políticas se lanzan insultos y descalificaciones que con frecuencia toman un tinte personal. El Gobierno de PiS (Ley y Justicia) ha creado un ambiente de enfrentamiento social, normalizando el uso de un lenguaje abusivo y permitiendo que prosperen formaciones radicales con las que mantiene una relación de conveniencia. Hace no mucho, Kaczynski gritaba desde la tribuna del Parlamento que la oposición era escoria y que habían asesinado a su hermano (muerto en un accidente de aviación). Esta misma mañana, su escaño aparecía vacío durante el minuto de silencio observado en memoria de Adamczyk.
La función benéfica que estaba presentando el alcalde asesinado pertenecía a la fundación Wielka Orkiestra, de carácter independiente y dedicada a comprar equipamiento médico para niños y hospitales. Desde hace más de 20 años, esta organización ha ido batiendo récords de recaudación y el pasado domingo miles de voluntarios se echaron a la calle para recoger donaciones. Jerzy Owsiak, fundador de esta organización ha sido objeto de los ataques del Gobierno por sus ideas políticas, y para boicotear su éxito se organizan colectas en escuelas públicas e iglesias el día anterior al de la Wielka Orkiestra. Recientemente, la televisión estatal emitía una caricatura en la que se veía a Owsiak subido a una montaña de billetes con la cruz de David pintada. El fundador de la mayor obra benéfica de Polonia dimitió este martes.
En el caso de Adamowicz, un diario polaco recordaba este miércoles las al menos 12 ocasiones en que la televisión estatal, dirigida por un protegido personal de Kaczynski, había insultado o difamado al alcalde asesinado. Nazi, comunista, anti polaco, ladrón… En los informativos estatales se ha omitido cualquier referencia a las palabras del hombre que mató al alcalde de Gdansk ("el PO -partido de la oposición- me metió en la cárcel injustamente y me torturó; por eso he matado a Adamczyk"). Al día siguiente del ataque, la policía detuvo a tres hombres que en varias ciudades polacas habían amenazado de muerte a sus respectivos alcaldes.
Polonia, "oveja negra" de la UE
En 2012, se descubrió que Bruno K., un empleado de un hospital de Cracovia de 45 años, había llegado a acumular cuatro toneladas de explosivos, detonadores y todo el material necesario lanzar un coche bomba contra el Parlamento de Varsovia durante una sesión plenaria para matar al entonces Primer Ministro Tusk y "a cuantos diputados fuera posible". El terrorista planeó con anterioridad liberar microbios tóxicos en grandes cantidades para "provocar la muerte y el caos" y que de esa manera la población "reaccionase y dejase de permitir que el país esté regido por extranjeros".
Este año habrá elecciones generales y presidenciales en Polonia, donde gobierna el PiS con mayoría absoluta. Su política anti inmigración y ultra nacionalistas, así como su carácter populista, han convertido a Polonia en una de las "ovejas negras" de la Unión Europea, reconvenida y sancionada en varias ocasiones por Bruselas. El actual gobierno ha sido criticado por su reforma judicial, sus ataques a la Constitución y una reforma educativa que pretende "crear nuevos polacos" y que usa la enseñanza de la Historia como contenedor ideológico del programa político del Gobierno, además de reducir los años de enseñanza obligatoria.
Un verso de Wisława Szymborska, Nobel de Literatura en 1996, dice que "después de cada guerra alguien tiene que limpiar". Una de las cosas que han puesto de manifiesto el asesinato de Adamowicz y las reacciones a su muerte, es que la vida política en Polonia necesita una limpieza de forma y fondo que recuerde a todos, políticos y ciudadanos, que cuando el odio se instala en el discurso público de un país nunca sale gratis. Pero para eso antes debe terminar la guerra.