Un tribunal berlinés condena a un hombre con una pena de ocho meses de cárcel – aunque lo deja en libertad condicional – y una multa de 3.000 euros por retirarse el preservativo sin que su pareja sexual se diera cuenta
Le escribió un SMS para pedirle perdón. Su “comportamiento fue idiota”. Así se justificaba él ante el juez. La identidad de este funcionario de policía de 37 años no ha transcendido. Lo que no se ha podido evitar es que su caso se conozca por ser el primero que acaba en Alemania con un condenado por stealthing. A saber, por quitarse el preservativo cuando mantenían relaciones sexuales sin que su compañera en la cama se diera cuenta.
Al parecer, el stealthing es tendencia. Se trata de un fenómeno nuevo pero, a diferencia de lo que creía el condenado, no es ninguna tontería. Ahora, él lo sabe. Pero ha hecho falta que la chica hiciera caso omiso de su mensaje de texto sobre “su comportamiento idiota”. Ella no solo no lo perdonó. Denunció los hechos. La fiscalía acusó al hombre formalmente de violación.
Si el juez hubiera tenido el mismo criterio, al hombre podrían haberle caído entre dos y cinco años de cárcel, una multa y perder su condición de funcionario. El policía habría perdido su empleo y hasta lo cotizado hasta la fecha para su jubilación.
La sentencia del juez del Tribunal de Tiergarten, en el centro de Berlín, fue la más sonada entre las pronunciadas al término de 2018. Dejó al policía condenado a ocho meses de cárcel pero en libertad condicional. También se le condenó a pagar a su víctima de stealthing 3.000 euros además de asumir los costes del proceso judicial. Así acabó lo que había empezado como un inofensivo ligue a través de una app para citas.
Según los detalles del juicio que han trascendido en los medios de comunicación alemanes, el policía y la chica, tras gustare en una de esas aplicaciones, quedaron para tomar un té y charlar. Había química entre ambos porque, en esa primera quedada acabaron en casa de él, sin ropa y en la cama. Antes de dar ese paso, ella dejó claro que sólo mantendrían relaciones sexuales si él utilizaba un preservativo. Él se puso uno.
Hicieron el misionero. En un momento dado, cambiaron de postura. Él se puso detrás de ella para hacerlo “doggy style”, según los términos empleados por la versión alemana del portal de noticias Vice, que también se ha hecho eco del caso. Estando en esa posición, él alcanzó el orgasmo, con el pene fuera y utilizando su mano. Ella vio entonces que que el condón había desaparecido. El policía dijo que se había roto. Pero aquella era la primera noticia que ella tenía del fallo técnico. Dejó “la casa enfurecida”, según los términos con los que la chica describió el final de la cita.
Los hechos datan de la noche del 17 noviembre de 2017 y han planteado para el juez del Tribunal de Tiergarten una pregunta jurídica que hasta ahora ningún magistrado había tenido que responder. ¿Qué tipo de delito sexual es el stealthing?
La fiscalía entendía que la chica esta diciendo 'no', desde el principio, a cualquier tipo de penetración sin preservativo. Él sabía que “las relaciones sexuales sin protección iban en contra de su voluntad”, de acuerdo con el razonamiento de la acusación, citado por el diario Express. Desde 2016, el Código Penal germano considera que hay crimen sexual a partir del momento en que una mujer expresa su negativa a participar en un acto sexual deseado por un agresor o agresora. A esto se le llama el principio “'no' significa 'no'”. Por eso pidió la fiscalía un castigo por “violación”.
El juez, sin embargo, acabó condenando al hombre por “agresión sexual”, considerando punible únicamente la omisión del preservativo y no la penetración. La defensa ha presentado un recurso de apelación, por lo que “se repetirá la vista oral, donde todas las pruebas podían ser valoradas de nuevo”, explican a EL ESPAÑOL fuentes judiciales cercanas al caso.
Han de apostar en la defensa del condenado por que la justicia valore de otro modo los hechos. Pero lo que se extrae en este caso, al menos en primera instancia, es que retirar el preservativo sigilosamente y sin la complicidad de la compañera o compañero de cama es una agresión contra la víctima. El stealthing puede tener graves consecuencias: desde un embarazo no deseado hasta la contracción de enfermedades transmisión sexual ante las que el preservativo suele servir de barrera.
La práctica del stealthing preocupa en organizaciones como Terre des Femmes, una de las grandes defensoras de los derechos de las mujeres en Alemania. “Es algo muy problemático y, en cualquier caso, una agresión sexual que se recoge en el artículo 177 del Código Penal”, dice a EL ESPAÑOL Maja Wegener, directora de Terre des Femmes. Alude a la última reforma del Código Penal alemán, la que incluye el principio “'no' significa 'no'”.
“No estamos aquí hablando de una violación propiamente dicha, pero sí una práctica sexual que se ejerce contra la voluntad de la mujer”, sostiene Wegener. En su organización hay preocupación ante el stealthing porque “hay muchas zonas de sombra en este tema”. “Pensamos que hay casos que no han sido denunciados, imaginamos que esto ha pasado a más mujeres”, según la directora de Terre des Femmes. “También me puedo imaginar que al saberse que el stealthing es un delito, más mujeres lo denunciaran”, abunda Wegener.
En Suiza, una condena por stealthing
Por stealthing un hombre fue condenado hace dos años por un tribunal en Suiza a doce meses de cárcel, aunque quedó en libertad condicional. El tribunal de Lausana lo consideró culpable de violación, aunque tras la interposición de un recurso, su delito quedó rebajado a un tipo menor de agresión sexual.
En ese proceso judicial, en el que estuvieron implicados dos usuarios de una popular aplicación estadounidense para citas, se usó como referencia el estudio de la abogada Alexandra Brodsky sobre respuestas legales en Estados Unidos “a la retirada no consensuada del preservativo”. Publicado hace dos años en la revista especializada Columbia Journal of Gender and Law, ese texto servía a Brodsky para dejar claro que “la retirada no consensuada durante el coito expone a la víctima a riesgos de embarazo y enfermedades”.
El artículo contenía varias entrevistas de mujeres que habían sido víctimas de stealthing. Sus testimonios, según Brodsky, dan cuenta de que las víctimas de esa práctica viven la experiencia como una “grave violación” de su “dignidad y autonomía”.
Stealthing ya puede venir del término inglés stealth, algo así como “discreción”. Pero aplicado a situaciones de cama consiste en un fenómeno que, si llega a los tribunales, está muy lejos de ser algo reservado. Es más, se castiga seriamente.