La mujer del capo de la droga mexicano Joaquín "El Chapo" Guzmán, jugó un papel fundamental en su fuga de la cárcel en julio de 2015. El narcotraficante se escapó a través de un túnel en la ducha de su celda, según ha declarado uno de los trabajadores de la cárcel en el juzgado de Nueva York donde se lleva a cabo el juicio.
Este extrabajador, Dámaso López Núñez, ha contado al jurado que Emma Coronel Aispuro ayudó a su marido a comunicarse con sus hijos y otras personas que coordinaron la fuga de la cárcel de Altiplano, en México.
"Coronel nos transmitía sus órdenes", dice López, añadiendo que ella también estaba presente en las reuniones sobre la fuga. Después de que el Chapo fuese detenido tras huir de Altiplano y encerrado en una prisión de Ciudad Juárez, el cártel pagó un soborno al mayor responsable de prisiones en México de 2 millones de dólares para que fuese trasladado de nuevo a Altiplano.
Pero antes de que eso pudiese ocurrir, el Chapo fue extraditado a EEUU en 2017, donde se encuentra preso desde entonces en una celda de aislamiento para evitar otra posible fuga.
Una fuga que duró meses
El testimonio ha lanzado acusaciones sobre Coronel, quien se ha sentado en silencio en el juzgado en un juicio que comenzó a mitad del pasado noviembre. La mayor parte de la atención que ha recaído sobre ella ha sido a raíz de su ropa y sus reacciones durante el juicio, y no ha hablado con los periodistas y los abogados del Chapo han rechazado hacer declaraciones.
López, conocido como "El Licenciado", está condenado de por vida por tráfico de drogas, pero está cooperando para optar a una reducción de condena. Ha declarado que comenzó a trabajar para el Chapo en 2001, e incluso es el padrino de una de sus hijas gemelas.
López ha contado al jurado que él tramó la fuga del Chapo junto a su mujer y sus hijos, con ella como intermediaria de los mensajes entre el Chapo y ellos. Como él mismo ha contado, la fuga de 2015 estuvo mucho más elaborada que la de 2001, cuando el Chapo se escapó escondido en un carro de la lavandería. Para esta última se utilizó un teléfono con GPS para que todos supieran dónde se encontraba exactamente cuando cruzaba el túnel.
También se compró una propiedad junto a la cárcel, para que así se pudiese cavar el túnel de 1.6 kilómetros de longitud, según cuenta López. El trabajo duró meses y producía tanto ruido que se podía escuchar incluso dentro de la cárcel, donde los presos se llegaron a quejar del mismo.
El día de la fuga, se utilizó una moto para llevar al Chapo desde la salida del túnel, donde se montó en un quad, hasta un almacén en Toluca, donde esperaría hasta un nuevo traslado a San Juan del Río en Querétaro, donde un avión lo llevaría finalmente a la sierra del Sinaloa.
Se calcula que el juicio, que se está llevando a cabo en Brooklyn, termine esta semana. La defensa del Chapo le ha incluido en una lista de testigos, pero los abogados no se han pronunciado a cerca de si declarará.
Cuando López subió al estrado de los testigos el pasado martes, miró al Chapo y golpeó su pecho con su puño. Cuando uno de los abogados del Chapo le preguntó por qué lo había hecho, respondió: "Porque le quiero". López ha dicho que "las circunstancias" le han obligado a testificar. "He elegido pensar en mi familia", dijo.