Con rabia, desesperación y esperanza, decenas de personas buscaban este sábado a las puertas del centro de operaciones de Brumadinho, en Brasil, en busca de respuestas tras la rotura de una represa minera que ha dejado muertos, cientos de desaparecidos y un mar de lodo y lágrimas.
En las primeras horas tras esta nueva tragedia en el estado de Minas Gerais (sureste de Brasil), reina el desconcierto y las informaciones contradictorias. Nadie sabe muy bien la magnitud de esta catástrofe que, por el momento, deja en torno a una decena de fallecidos.
Los familiares de las víctimas llegan a las puertas de esta sala de mando -que en realidad es una facultad universitaria-, para saber si su hijo, su padre o sus amigos están o no en la lista de los 345 desaparecidos que ha elaborado hasta el momento Defensa Civil.
Han montado una vigilia improvisada donde se abrazan, lloran, guardan silencio y, en algunas ocasiones, comparten su experiencia con otros afectados, pero donde sobre todo planean muchos interrogantes para los que aún no hay respuestas.
Condiciones precarias
Del total de desaparecidos, 258 eran trabajadores de Vale, el gigante minero brasileño dueño de la represa que cedió el viernes y derramó un millón de metros cúbicos de agua y residuos de mineral de hierro, y los 87 restantes, empleados de firmas subsidiarios, según informaron a Efe fuentes de la corporación, aunque las cifras que barajan difieren de las que presentan los bomberos y la propia compañía.
En esa lista aparece el hijo de Paulo Anizeto, de 51 años y quien se ha recorrido los principales hospitales de la región en una búsqueda a la desesperada y sin parar por encontrarle, pero, hasta hoy, "sin noticias".
"Me mandó un mensaje por WhatsApp sobre el mediodía de ayer y después nunca más tuve contacto con él", relata a Efe, mientras enseña las últimas palabras que le mandó su hijo ("Te amo, que estés con Dios").
Hacía un mes que su hijo había empezado a trabajar en la empresa Pro Engenharia y estaba de visita en el complejo de Brumadinho para realizar una "inspección técnica", comenta Anizeto, quien también se acercó al lugar de la tragedia para buscarlo. "Estuve allí, vi la destrucción, vi dónde estaban, la parte del restaurante, pero infelizmente en esa parte son 20 metros de lama de altura", asegura.
Ola de barro
La ola de barro y residuos minerales sepultó las instalaciones de Vale y varias viviendas en zonas rurales próximas al complejo.
Nayara Cristina Dias, de 27 años, habla compungida con una brigadista voluntaria para obtener alguna información sobre el paradero de su marido. Le acompañan su suegra y su cuñado. Los tres están abrazados entre sí. "Tenemos que esperar y tener esperanza", declara a Efe y añade que "jamás, jamás, jamás podría imaginar algo así" después de lo que ocurrió hace tres años y dos meses cerca del municipio de Mariana, también en Minas Gerais.
Allí, otros dos diques de contención de la empresa Samarco, que controlan Vale y BHP Billiton, se rompieron y causaron la mayor catástrofe medioambiental de Brasil. Entonces la ola de siete millones de metros cúbicos de residuos minerales, mezclada con otros 55 millones de metros cúbicos de agua causó 19 muertos y borró del mapa algunas localidades de la zona. Desde ese 5 de noviembre de 2015, ningún responsable ha pisado la cárcel y muchas de las víctimas aún están a la espera de ser resarcidas.
"Una tragedia prevista"
Ana Paula Rodrigues se acerca a un miembro de Defensa Civil para saber si su tío de 31 años está o no en la lista de desaparecidos, o personas "no contactadas", como las autoridades prefieren denominarlas.
Ni rastro de su nombre. Natural de Betim, a uno 30 kilómetros de Brumadinho, trabajaba en la planta de reciclaje del complejo minero desde hacía apenas medio año.
"Era una tragedia prevista, había sido avisado que corría ese riesgo y nadie tomaba providencias ni nada. Era una tragedia anunciada, pero nunca imaginábamos que nos pasaría a nosotros", expresó Rodrigues, entre el sonido del vuelo de helicópteros de rescate y el de los vehículos de los bomberos entrando y saliendo de este centro de operaciones.
A escasos kilómetros de esta vigilia, los equipos de rescate han intensificado los trabajos en busca de supervivientes en medio del lodazal que ha inundado una parte de la región de Brumadinho.