"El matrimonio es entre un hombre y una mujer. No estoy a favor del matrimonio gay". Esta cita pertenece a un presidente de los EEUU, pero no a Donald Trump, sino de Barack Obama, en el año 2008, justo antes de ganar sus primeras presidenciales. Le preguntaban en televisión sobre una propuesta legislativa de California para prohibir las uniones entre personas del mismo sexo en la constitución de ese estado, un proyecto que, pese a todo, calificó de "innecesario".
Pocos creerían hoy, si no fuera por las hemerotecas, que el mismo presidente que iluminó la Casa Blanca con los colores del arcoíris cuando el Supremo legalizó estos enlaces en 2015, dijo aquello hace apenas una década. Sin embargo, no deja de ser otro ejemplo más del cambio de mentalidad que ha experimentado este país en poco tiempo. En 2009, sólo un 37% de la población veía con buenos ojos que dos hombres se casaran. En 2017, esta cifra llegaba al 62%.
¿Quiere esto decir que EEUU está ya preparado para un presidente gay? De momento, un alcalde de 37 años, de apellido impronunciable incluso para los estadounidenses, ha lanzado su candidatura a la carrera presidencial demócrata siendo abiertamente homosexual, estando casado con otro hombre y habiendo servido como militar en Afganistán.
Con sólo dos años más que la edad mínima que exige la Constitución para ser comandante en jefe de este país, Pete Buttigieg, regidor de South Bend, Indiana, se ha convertido en el primer hombre gay que aspira a ocupar el despacho oval. Y aunque la candidatura de este millenial ha quedado algo desdibujada por la gran cantidad de aspirantes que están apareciendo en el Partido Demócrata para hacer frente a Trump en 2020, su campaña está cargada de simbolismo.
Buttigieg es un desconocido para la gran mayoría de estadounidenses hasta ahora. Sólo sus vecinos le ponían cara al "alcalde Pete", que es como le llaman para esquivar su apellido. Llegó al gobierno local en 2011, con 29 años y el apoyo del 74% de los votos de esta ciudad de más de 100.000 habitantes.
Con solo 32 años, se convirtió en el primer edil enviado a servir durante seis meses con la reserva al frente, en Afganistán, durante su mandato municipal. Fue en 2014 y dejó la localidad asegurando que "a excepción de algunas mejoras pendientes en su casa, nada se detendría en la ciudad" mientras él estuviera fuera.
El Washington Post llegó a calificarlo en 2014 como el alcalde "más interesante" hasta el momento, la organización GovFresh lo premió como regidor del año en 2013, junto al neoyorquino Mike Bloomberg, y el propio Barack Obama, ese que recelaba de los matrimonios gays hace una década, lo mencionó como hombre clave para el futuro del partido.
Su historia y su perfil no pueden ser más millenial. Por ejemplo, en 2018 se casó con su novio, Chasten Glezman, de 29 años, retransmitiendo la ceremonia por Youtube. Se conocieron a través de la aplicación de citas Hinge en agosto de 2015 y conversaron por FaceTime durante semanas antes de quedar en persona. Tuvieron la primera cita en septiembre y en diciembre ya vivían juntos.
La boda se celebró en la Catedral Episcopal de Saint James, en South Bend, en junio. Fue oficiada por un reverendo y, al concluir, se marcharon a una fiesta del Orgullo.
De convertirse en presidente, no sólo no llevaría una primera dama a la Casa Blanca, sino que tampoco se mudaría con niños. Por ahora sólo tiene dos perros, Truman y Buddy, con redes sociales propias.
Su candidatura quiere explotar la renovación generacional que representa. De hecho, su vídeo de presentación ya lo anuncia: "No podemos buscar la grandeza en el pasado. En este momento, nuestro país necesita un nuevo comienzo". Un claro contrapunto al ‘Mamés América Great Again’ de Trump.
Buttigieg basará su campaña en tres pilares: libertad, democracia y seguridad, sin salirse de la línea más progresista de los demócratas, abogando por extender el seguro médico (Medicare) a toda la población y alcanzar un nuevo acuerdo ecológico.
Desde el principio, ha buscado conectar con los electores más jóvenes, proclamando que quiere solucionar sus problemas, entre los que cita ganar menos que sus padres, los tiroteos en las escuelas, o el cambio climático.
Conquistar el medio oeste
Tiene muy claro que debe evitar los errores cometidos en 2016, cuando su partido no prestó suficiente atención al ‘Midwest’ norteamericano, que acabó dando la victoria a Trump. "Soy del Medio Oeste", presume, antes de prometer que se volcará con los trabajadores del sector industrial, algo que asegura haber practicado ya en su ciudad.
La historia de su ciudad resume a la perfección en drama de esta zona de EEUU. South Bend se desarrolló a la sombra de un fábrica de coches, la planta Studebaker, hasta que echó el cierre en 1963. En los siguientes 50 años perdería alrededor 30.000 personas de población. Sus padres, Joseph y Ann Buttigieg se mudaron a Esta localidad en 1980. Allí empezó todo.
El camino que Buttigieg tiene por delante no será fácil. De momento, hay nueve demócratas en la carrera de las primarias presidenciales, entre los que se encuentran los senadores Cory Booker, Elizabeth Warren, Kamala Harris de California y Kirsten Gillibrand. Y la lista podría crecer.
De pasar el corte, se convertiría en el primer aspirante demócrata veterano de la guerra de Afganistán, y el primero en salir del armario. Esto lo hizo en un artículo en un periódico local en 2015, antes de que el Supremo legalizara los matrimonios igualitarios, porque en 2011, cuando fue elegido alcalde, lo llevaba aún en secreto.
Este paso le llevó tiempo, "antes de estar preparado para reconocer el simple hecho de que soy gay", escribió entonces. "Me llevó años de lucha interna reconocer que es sólo un rasgo de la vida, como tener el cabello castaño".
Pese a sus temores, su salida no le impidió ganar la reelección a alcalde, e incluso por más margen. "Es extraordinario que pudiera salir del armario en medio de una campaña para la reelección y ganar con el 80% de los votos. Esto demuestra que en un sitio como Indiana, que es profundamente conservador, las personas están abriendo su mente".
Esta joven promesa de la política estadounidense no empezó en la vida municipal. Antes se bregó en la Universidad de Harvard, donde coqueteó con la carrera pública. Incluso ganó un premio de ensayo sobre la situación política de entonces, en el que negaba que la juventud no estuviera dispuesta a entrar en política. "Personalmente puedo asegurarte que esto no es cierto". Hablaba con conocimiento de causa.