El médico del francés Vincent Lambert, tetrapléjico en estado vegetativo desde hace más de una década que se ha convertido en símbolo del debate sobre la eutanasia, ha anunciado a la familia que detendrá su tratamiento en los próximos días para dejarle morir.
Los abogados de los padres de Lambert, Jean Paillot y Jérôme Triomphe, informaron a Efe que el doctor Sánchez del hospital de Reims les ha comunicado su intención de ejecutar la decisión que tomó hace un mes de desconectar a Lambert.
La interrupción del tratamiento se produciría, según esa fuente, en la semana que comienza el próximo 20 de mayo.
Los abogados señalan que "si esa decisión se ejecutase, Lambert moriría en unos días" e invocan la petición que hizo a Francia hace cinco días el Comité de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad de suspender cualquier decisión a la espera de que se examine el fondo del caso.
El Gobierno francés, que dijo que iba a responder a la ONU, entiende que se ha agotado el recorrido jurídico del caso, después de que el Consejo de Estado -máxima instancia de la justicia administrativa- autorizase en abril a detener el tratamiento y de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo avalase.
Para los abogados, "no hay ninguna urgencia médica para interrumpir la alimentación y la hidratación de Lambert, y nada justifica una violación tan desvergonzada del derecho internacional y de las medidas provisionales reclamadas por la ONU".
Este caso se ha convertido en Francia en modelo del debate sobre los tratamientos de final de vida y la muerte digna.
En la propia familia del paciente hay partidarios (los padres, la hermana y un hermanastro) y opositores (la esposa, cinco hermanos y hermanas y un sobrino) de mantenerle vivo de forma artificial.
Lambert, de 42 años y enfermero psiquiátrico de profesión, sufrió un accidente de tráfico en 2008.
El traumatismo craneoencefálico le dejó tetrapléjico y absolutamente dependiente. En 2011, los médicos descartaron toda posibilidad de mejora y en 2014 su estado fue calificado de vegetativo.
Sus padres, de profundas creencias religiosas, siempre han defendido su derecho a la vida y consideran que desconectarle supondría un trato inhumano o degradante, por lo que en los últimos años han agotado los recursos judiciales posibles.