"¿Quieres algo?", "¿quieres hachís?", "ey mira, tengo algo aquí muy bueno". Bastan quince minutos para que al viandante que busca droga le interpelen una decena de veces en el Görlitzer Park, el 'Görli', uno de los parques más populares del barrio de Kreuzberg, no lejos del centro de Berlín.
Aquí, decenas de hombres jóvenes, mayormente de origen africano, pasan los días vendiendo droga. Hace unos días, Cengiz Demirci, el responsable del parque, pintó con un espray rosa en el suelo unas nueve marcas de unos dos metros de largo, delimitando unas zonas en las que él quería concentrar la actividad de los camellos del Görli. No fue una buena idea.
No pasó ni un día y el parque ya era objeto de indignación y foco de atención política y mediática. Es más, al día siguiente en que se dio a conocer la iniciativa, la policía protagonizaba una redada, incautando drogas escondidas por los camellos del parque. Había cannabis, hachís, éxtasis, cocaína y metanfetamina.
Dos semanas después de que Demirci pintara las marcas, estas ya no están. Nunca se les hizo mucho caso. "¿Las marcas del suelo?¡Sí, deberían estar allí! No ha ido nadie", dice a EL ESPAÑOL uno de los vendedores de droga del parque. "Todavía no han legalizado nada", abunda.
Familias, deportistas y drogas
Este camello habla saliéndose del grupo de una decena de hombres que se mezclan con gente paseando. Hay familias con carritos de bebé y chiquillos en bici. Gente joven corriendo y haciendo deporte. En las explanadas con hierba del parque, abundan los grupos de amigos y familias haciendo pícnic. También hay una pareja haciendo yoga.
Frente a las contorsiones de los 'yoguis' en potencia, en en el anfiteatro del parque, tres veinteañeros fuman un porro de marihuana. Son turistas. Un chico de Leipzig ha traído al Görli a dos amigos de Suiza para comprar marihuana y fumar. "En Suiza el cannabis de uso recreativo es legal, pero es un cannabis con poco THC", dice uno de los turistas helvéticos, que prefiere no dar su nombre. Se refiere al tetrahidrocannabinol, el componente psicoactivo de la marihuana.
"En Suiza se vende una marihuana legalmente que es de alto contenido en CBD [cannabidiol, ndlr.], ese componente que se usa para la medicina. Pero el que hemos comprado aquí tiene alto contenido en THC", explica tras dar un par de caladas al porro que comparte con sus amigos. Luce una amplia sonrisa.
"Fácil" comprar drogas
"Hemos venido aquí porque sabíamos que el ambiente era bueno, y porque sabíamos que comprar era muy fácil", sostiene uno de los turistas suizos. Y tanto. Todo consumidor de cannabis en Berlín sabe de la situación del Görlitzer Park. Eso incluye a Gullu, un treintañero de origen asiático que lleva viviendo en Berlín menos de un mes.
Este consultor freelance está sentado en la terraza de uno de los bares que hay frente al parque, en la Wienerstrasse. Acaba de comprar marihuana a uno de los camellos que se acumulan en las puertas al parque. Se ha liado un porro que enciende y comparte con una amiga y un amigo.
"Habíamos venido ya a Berlín, y nos habían hablado de este sitio", expresa Gullu a este diario aludiendo al "camellódromo" en que parece haberse convertido el Görli. "La verdad que a uno le sorprende, porque ya desde la estación de metro que está cerca de aquí te están ofreciendo de todo. Uno no tiene que tener, de verdad, ni idea de lo que está pasando para no entender lo que ocurre aquí. Comprar es muy fácil", añade.
El Görlitzer Park y sus alrededores, a su entender, no son lugares inseguros. "Hay muchas familias y gente paseando. Creo que es seguro", sostiene Gullu. Sus amigos le dan la razón.
Los responsables del parque se han cansado de dar explicaciones sobre la iniciativa de Cengiz Demirci, pero a principios de mes sí que defendían la idea de las zonas para la venta de droga. "Cómo máximo pueden estar dos personas en cada marca del suelo. Si logramos un sistema, podemos resolver el problema", exponía Demirci. La lanzó, al parecer, por iniciativa propia y sin considerar lo que las autoridades del distrito tenían que decir al respecto.
Iniciativa sin coordinación
"La realización de marcas de colores en las aceras no ha sido coordinada con las autoridades del distrito y debería de ser considerada y discutida por los comités responsables”, han señalado en un comunicado desde el distrito de Friedrichshain-Kreuzberg, frenando el proyecto de Demirci.
A éste, en su día, lo presentaban en los medios alemanes como "un tío enrollado" al frente del Görlitzer Park. Desde noviembre de 2016, Demirci trata de mejorar el ambiente del parque, etiquetado como el "parque de las drogas" por el diario amarillista Bild.
A principios de año, Demirci explicaba en una entrevista con la emisora de radio pública Deutschlandfunk que su idea era limitar en lo posible la actividad de los vendedores de droga. "En principio no queremos que todos los camellos pregunten '¿marihuana?' o '¿hierba?'. Queremos que el parque lo disfrute otra gente".
Sus marcas en el suelo seguramente tenían buenas intenciones. Pero se han convertido estos días en munición para los políticos de la oposición en Berlín. El distrito de Friedrichshain-Kreuzberg está en manos de Los Verdes.
Es un feudo de los ecologistas que ahora resiste a los ataques por las intenciones de hacer que "el Estado de derecho capitule" ante los camellos, según los términos de Timur Husein, la cara en Kreuzberg de la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel.
Ajeno a la batalla política, el camello que vendió un gramo a Gullu, el consultor freelance que fuma con sus amigos, al oír hablar del fracaso de las zonas de Demirci no parece preocupado si todo se mantiene como hasta ahora. "Que todo siga como hasta ahora me suena bien", dice despidiéndose. Cruza la Wienerstrasse. Le espera una decena de compañeros de trabajo, apostados todos en una de las puertas del Görli.