El principal rival de la canciller Angela Merkel en términos de popularidad es un liberal: Christian Lindner. El líder del Partido Democrático Libre (FDP) suele estar junto a Merkel en lo más alto de las encuestas sobre la satisfacción de los germanos con sus principales figuras políticas. Sin embargo, ni él ni su FDP están aprovechando este capital político. Algo parecido pasa con Heiko Maas y Olaf Scholz, dos ministros que satisfacen a muchos alemanes pero cuyo partido socialdemócrata está en horas muy bajas.
Lindner podría ser hoy ministro de no ser porque en los días posteriores a las elecciones generales de 2017 rechazó alcanzar un acuerdo con la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel y Los Verdes. “Es mejor no gobernar que gobernar mal”, dirían Lindner y los suyos para negarse a participar en lo que hubiera sido una “coalición jamaicana” inédita a nivel federal.
En esos comicios generales de 2017, el FDP había resucitado políticamente. Los liberales abandonaban el Bundestag, incapaces de superar la barrera de representación del 5% tras las generales de 2013. Pero en la cita de hace dos años, el FDP con Lindner al frente conseguía un 10,7% de los votos.
El partido liberal fue entonces el cuarto más votado después de una campaña personalista en la que la imagen de Lindner fue uno de los principales atractivos. Lindner es un político que se empeña en transmitir una idea de hombre emprendedor y dinámico que, además, explota en la cartelería de su partido su buena presencia física.
En la oposición, al grupo parlamentario de los liberales sólo lo supera actualmente el de los diputados de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Sin embargo, los políticos de la ultraderecha tienen un problema de imagen. De acuerdo con datos recientes del instituto de estudios de opinión infratest dimap, sólo Alexander Gauland, copresidente y colíder de AfD en el Bundestag, aparece entre los diez primeros del rankingde políticos que generan mayor satisfacción entre los alemanes. Apenas se le atribuye un 17% de satisfacción. En esa clasificación, dominada por Angela Merkel, Lindner es el primer político de la oposición. Un 38% dice estar “satisfecho o muy satisfecho” con su labor.
Por desgracia para Lindner y compañía eso no es sinónimo de votos, como demuestran los resultados cosechados por el FDP en las elecciones europeas del domingo. Lindner y compañía aspiraban a estar de nuevo por encima del 10%. Se quedaron en un 5,4%. Entre los grandes partidos políticos alemanes, el FDP fue el menos votado. Los liberales quedaron por detrás de los izquierdistas de Die Linke(5,4%), AfD (11%), los socialdemócratas (15,8%), Los Verdes (20,5%) y la CDU (28,9%).
Así las cosas, es normal que Lindner prefiriera sobre todo felicitarse ante los suyos el domingo en la noche electoral a cuenta del crecimiento del grupo de partidos liberales de la Eurocámara. A Lindner le costaba en la noche electoral explicar a los medios que su partido no era, según sus términos, un “gran vencedor” sino un “pequeño vencedor”.
Su razonamiento, algo forzado, presentaba su 5,4% como un mejor resultado que el 3,4% cosechado por el FDP en cita paneuropea con las urnas de 2014. Entonces Lindner llevaba muy poco al frente de un partido al que ha ido dando forma poco a poco. Hay quien dice que lo ha transformado en una máquina a su servicio, algo que tiene ventajas e inconvenientes.
“No es porque uno diga en los sondeos que está satisfecho con un político que votará por él”, dice a EL ESPAÑOL Julian Zuber, investigador en la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín. “Lindner puede representar muy bien las posiciones de los liberales, pero eso no significa que quien piensa así votará por él, porque las posiciones de los liberales pueden verse como las equivocadas”, abunda Zuber.
No parecen del todo acertadas las posiciones de Lindner cuando su campaña europea ha sido calificada de “falta de inspiración”, “sin ambición” ni “mensaje convincente”, según se leía en el diario conservador Die Wielt. Este periódico, del que a priorise podría decir que es “amigo” de los liberales, describía estos días a Lindner como un político “sin ideas”.
Para los liberales alemanes, la última campaña europea se centró en la educación, la digitalización y las medidas para reducir la burocracia, asuntos importantes pero con menos calado en el actual contexto continental, donde temas como el miedo a la ultraderecha o el medioambiente han ganado relevancia.
Criticas a los “Fridays for Future”
No pareció ayudar a los liberales que Lindner desentonara hace unas semanas criticando a los jóvenes movilizados en Alemania en los “Fridays for Future” a favor de una mayor acción política contra el calentamiento global. “De niños y adolescentes uno no puede esperar que vean todas las conexiones globales, ni sensibilidad técnica ni que sepan lo realizable económicamente”, dijo el jefe de los liberales en unas declaraciones al dominical Bild am Sonntag. “Esto es una cosa para profesionales”, añadió Lindner.
Hablando así, estaba tirando piedras contra su propio tejado. Se dio cuenta el domingo. “Con esas palabras ha polarizado a la población. Además, se ve que no ha movilizado a sus electores. El FDP es un partido cuyo electorado suele ser gente joven, pero en estas elecciones los jóvenes han elegido mayoritariamente a Los Verdes. El FDP ha sumado en esta ocasión incluso menos votantes jóvenes que la CDU y el SPD”, comenta Zuber. Y tanto. Según los datos de 'Infratest dimap', el domingo votó por la formación ecologista uno de cada tres menores de 25 años. Sólo un 8% de ese colectivo eligió la papeleta de Lindner y compañía.
El público urbano del oeste alemán, no tan joven y algo más pudiente no falló a los liberales en los comicios europeos, pero los resultados de la cita con las urnas del domingo suponen un aviso para Lindner. No es el primero que recibe. Aunque los sondeos sobre cómo le ven los alemanes le sean favorables, Lindner no atraviesa su mejor momento.
El pasado mes de abril el FDP renovó su confianza en él como líder. Lo hizo con menor aprobación de lo esperado. Un 86,6% de los delegados le apoyaron. Son menos que el 91% cosechado en 2013. Puede que todavía lo tenga todo controlado en el FDP, pero a Lindner todavía le queda más de un mal trago. Sajonia, Turingia y Brandenburgo, tres Länderdel este alemán, celebran elecciones tras el verano. Ningún sondeo ve al FDP superando allí el 10%. Poco parece valer en el este alemán la buena imagen de Lindner.