En su afán por defender las culturas precolombinas que habitaban lo que hoy conocemos con México, y olvidando el carácter cruel, déspota y sanguinario que las caracterizó hasta la llegada de Hernán Cortés, el presidente mexicano López Obrador se ha convertido esta semana en 'Trending Topic'.
Obrador dijo en unas sorprendentes declaraciones que México se fundó hace más de diez mil años, revelando una vez más el incomprensible rencor que ha venido mostrando desde su llegada a la presidencia hacia la colosal contribución de España en aquellas tierras y el mínimo razonamiento histórico exigible a un mandatario en el siglo XXI.
“México –decía López Obrador durante su visita al municipio de Salamanca en el estado de Guanajuato- se fundó hace más de 10 mil años. Con todo respeto –insisitó- todavía pastaban los búfalos en lo que hoy es Nueva York, y ya en México había universidades y había imprentas”.
Tras las críticas recibidas corrigió su afirmación defendido la cultura Olmeca pero asegurando que la presencia del hombre en América se remontaba a diez mil millones de años, más o menos el doble de la edad de nuestra estrella, el Sol.
Quien hace política, argumentaba el filósofo alemán Max Weber, aspira al poder, al control, a la distribución o transferencia del poder para cumplir fines, ya sea de manera idealista o egoísta. Y en esas anda el presidente mexicano, esgrimiendo cada mañana una legitimidad cada vez más cuestionada por una débil oposición hábilmente silenciada cuyo pilar es el caudillismo presidencial.
"Maduro es el Juárez del siglo XIX"
El señor presidente es el amo de la verdad, maneja otros datos, una información diferente a la del resto de la comunidad; desautorizando permanentemente a sus secretarios (ministros) que no saben dónde meterse ni qué decir ante los medios internacionales o simplemente dimiten como Josefa Gonzalez Blanco, Secretaria de Medio Ambiente o Germán Martínez, el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que renunció al cargo ante los brutales recortes que sufre la Sanidad. Sin embargo, para el presidente y sus acólitos son el fin de la corrupción en la Sanidad Pública.
López Obrador tiene prisa por imponer un nuevo régimen que aún nadie entiende pero que amenaza con la ruina. Encabeza el ala radical de un gobierno empeñado en reeditar los fallidos experimentos socialistas latinoamericanos. El recientemente nombrado miembro del gabinete en la Semarnat, Víctor Toledo, afirmaba esta semana: “Tengamos fresca la memoria, Maduro es el Juárez del siglo XIX y el Allende del XX; defiende al país del asedio de los conservadores y del imperio".
Y quizás por declaraciones como esta, por ese decidido apoyo al régimen de Maduro que se impone frente a la defensa de los derechos humanos de los venezolanos que deberían prevalecer, México camina con paso decidido hacia la Recesión Popular; esa que no entienda de cifras macroeconómicas.
"Las encuestas están mal hechas"
Nada se vende y nada se compra desde hace meses, 400.000 trabajadores han perdido su empleo en los últimos meses -una gran mayoría de ellos funcionarios públicos- despedidos para hacer caja, para macro proyectos ruinosos, para regalar dinero a los jóvenes, a los mayores y a quien el día de mañana exigirles el voto.
Recesión que jamás reconocerá el Secretario de Hacienda Carlos Manuel Urzua, a quien el partido del Gobierno, Morena, ha vetado su comparecencia en el Senado para dar explicaciones de los recortes que sufren las instituciones, de la falta de medicinas, del gasto y menos aún, dará explicaciones un presidente empeñado en continuar afirmando un crecimiento económico para este 2019 del 4%.
Porque todos, las calificadoras de riesgo, los conservadores, los de cuello blanco los que le piden que reconsidere la decisión de suspender las obras del nuevo aeropuerto de Ciudad de México donde se han perdido diez mil millones de euros y 45.000 puestos de trabajo directos e indirectos, están equivocados, como quienes le piden dar marcha atrás en la inversión de miles de millones de dolares en la refinería de Dos Bocas que desaconsejan hasta los técnicos de Pemex.
Todos se equivocan, incluidos quienes le piden que reconsidere la suspensión de los proyectos de energías renovables, la ayudas a las estancias infantiles, a las madres solteras y la construcción de un aeropuerto inviable para la ciudad de México en la base militar de Santa Lucía, o ese tren Maya al que nadie se subirá. Como dice el escritor y articulista Francisco Martín Moreno: “Ningún presidente tiene derecho a destruir la riqueza y las instituciones republicanas, la libertad y la democracia”.
La realidad es que frente a estos datos, la popularidad de López Obrador crece a niveles norcoreanos. “O las encuestas están mal hechas –afirma Francisco Martín-, el pueblo de México esta desinformado o este pueblo es imbécil. Cualquiera de las tres opciones, o las tres juntas. Elijan. No puede crecer la popularidad mientras el país se está deshaciendo como papel mojado”.
Quizás la respuesta a esas tres cuestiones, como la fecha de la fundación de México solo la conozca el señor presidente.