Al político de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) Walter Lübcke lo encontraron en la terraza de su casa de Wolfhagen, una pequeña localidad del centro alemán. Tenía una herida en la cabeza. A Lübcke, presidente de la Región de Kassel, área del norte del Landde Hesse, le habían disparado de cerca con un arma corta.
Los servicios de emergencia que se desplazaron hasta su casa no pudieron reanimarlo. En la madrugada del domingo, se confirmaba en un hospital cercano la muerte de este político. Las autoridades investigan el fallecimiento como un asesinato.
En las pesquisas, todas las líneas de investigación están abiertas. Quedan numerosas incógnitas por resolver. De lo que no cabe duda es que la muerte de Lübcke ha causado consternación en su partido y preocupación en más de uno en vista del perfil político que había mostrado el fallecido en el momento álgido de la crisis de los refugiados. En 2015, primer año de una crisis que duró hasta 2016 y que trajo a suelo alemán no menos de 1,5 millones de demandantes de asilo, Lübcke defendió la necesidad de ayudar a los refugiados por caridad, viviendo así en consonancia con los valores cristianos.
“Quienes no defienden estos valores pueden dejar este país si no están de acuerdo”, es algo que Lübcke dijo en aquellos momentos de crisis que no han parado de citar los medios de comunicación germanos al dar cuenta de su muerte. Toda la prensa hace mención también a las “misteriosas circunstancias” del fallecimiento del político, un misterio contra el que se baten con dificultad los investigadores. Éstos han abierto una línea de teléfono y un correo electrónico en busca de cooperación ciudadana.
“Pruebas concretas sobre los sospechosos o los motivos del crimen es algo que todavía no consta en las investigaciones”, señalaba en su primera intervención ante los medios Horst Streiff, jefe de la fiscalía en Kassel. Ni él ni el resto de responsables de las autoridades implicadas en la investigación han querido relacionar claramente la muerte de Lübcke con el enfrentamiento que el presidente de la Región de Kassel tuvo con aquellos que más se opusieron a la política de refugiados de la canciller Angela Merkel.
En los días de gran afluencia a Alemania de los demandantes de asilo, Lübcke llegó a recibir amenazas de muerte procedentes de radicales de extrema derecha. Durante un tiempo llevó protección policial, medida que al parecer ya no estaba justificada porque esas amenazas, con el tiempo, cesaron. Sin embargo, Lübcke siempre denunció la animadversión de los radicales de extrema derecha. De ahí que el blog de un usuario con esa ideología llegara a desvelar la dirección del político.
Estos días, en los foros de extrema derecha en Internet, se han recogido manifestaciones hasta de alegría por la muerte del político. “Nosotros debíamos irnos cuando algo no nos iba bien. Ahora debe irse él. Sin lástima” o “Ahora tiene que irse él” son solo algunos de los comentarios de usuarios extremistas escritos en redes sociales tras hacerse noticia la muerte de Lübcke, según ha recogido el activista Thomas Laschyk, responsable de Der Volksverpetzer, una publicación de Internet destinada mayormente a seguir la activad de la ultra y extrema derecha en Alemania. Su contenido lo invitaba a leer estas fechas para saber sobre el caso Lübcke la Fundación Amadeu Antonio, una organización que sirve de referente en Alemania en la lucha contra el racismo.
¿Obra de una banda neonazi?
El diario berlinés Der Tagesspiegel señalaba el martes que, entre los expertos en seguridad, hay “preocupación por que el disparo mortal que recibió Lübcke pudiera ser un atentado motivado políticamente”.
Motivados políticamente y misteriosos fueron en su día los asesinatos de la banda terrorista neo-nazi Resistencia Nacionalsocialista (NSU), que acabó con la vida de diez personas en ataques racistas y contra una agente de policía entre los años 2000 y 2007. En sus ataques, que incluyeron atentados con bombas y robos de bancos, también resultaron heridas una veintena de personas.
Tres eran los integrantes de la NSU: Beate Zschäpe, Uwe Böhnhardt y Uwe Mundlos. La primera cumple una cadena perpetua, a la que fue condenada el pasado mes de julio. Böhnhardt y Mundlos se suicidaron en una rulot en 2011, después de un atraco que estuvo seguido de una persecución policial en la que los agentes estuvieron a punto de detenerlos. Los expertos que citaba el Der Tagesspiegelseñalan que el “modus operandi del ataque a Lübcke recuerda a los de la célula terrorista del NSU”.
En este contexto, los investigadores del caso del presidente de la Región de Kassel han pedido a los medios de comunicación que eviten las especulaciones. Otros escenarios podrían explicar el suceso, desde una agresión a cargo de una persona que hubiera entrado en la casa a robar, o a manos de una persona desequilibrada o de alguien con motivos personales para atacar al político conservador.
Sea como fuere, la familia cristianodemócrata de toda Alemania está de luto. Volker Bouffier, presidente de Hesse y líder de la CDU en ese Land, era de los primeros en manifestar el shock. “Estamos consternados por la repentina muerte de nuestro amigo Walter Lübcke”, según Bouffier.