Miles de ciudadanos se congregaron hoy en las calles de Hong Kong para una nueva protesta pese a haber sido prohibida por la Policía, que utilizó gases lacrimógenos para tratar de dispersarlos.
La protesta de esta tarde, celebrada en el distrito de Yuen Long -donde el pasado domingo resultaron heridos 45 manifestantes por hombres con cañas de bambú y barras metálicas-, había sido prohibida por las autoridades el jueves.
La Policía hongkonesa exigió su disolución en un comunicado en el que asegura que "como algunos de los manifestantes sujetaban barras de hierro y escudos artesanales, y también arrancaban vallas de las carreteras, se teme un posible deterioro de la situación".
"La Policía pide a los ciudadanos que mantengan la calma y se marchen de la zona lo antes posible ya que podrían suceder escenas caóticas en un corto período de tiempo", agrega el texto, que acusa a grupos de manifestantes de "alterar el orden público".
La protesta de hoy también tiene como objetivo poner de relieve el descontento de buena parte de la ciudadanía con la actuación policial, a la que acusan de negligencia a la hora de actuar contra el grupo de hombres vestidos de blanco que atacaron a los manifestantes en la estación de metro de este barrio del extrarradio, de los que tan solo doce fueron detenidos.
Poco después de las 17.00 hora local (09.00 GMT), los efectivos antidisturbios desplegados en la zona de Nam Pin Wai dispararon varias salvas de botes de gas lacrimógeno para tratar de dispersar a los allí congregados.
"Operación de dispersión"
En otro comunicado emitido media hora después, la Policía confirmó que estaba llevando a cabo una "operación de dispersión" después de que un "nutrido grupo" de manifestantes rodease la comisaría del distrito, lo que obligó a suspender el servicio de la oficina de denuncias.
De acuerdo con las leyes hongkonesas, participar en una manifestación ilegal puede conllevar penas de entre tres y cinco años de prisión y una multa de 5.000 dólares de Hong Kong (639 dólares, 574 euros).
Muchas de las tiendas en Yuen Long cerraron sus puertas hoy ante el temor a lo que pudiera ocurrir. Esta protesta es un nuevo capítulo de las manifestaciones que comenzaron a principios de junio en Hong Kong contra una controvertida propuesta de ley de extradición que, según abogados y activistas defensores de los derechos humanos, podría traducirse en un acceso del régimen de Pekín a "fugitivos" refugiados en suelo hongkonés.
Para sus detractores, se trata de una ley que intimidará y penalizará a críticos y disidentes del régimen chino, mientras que sus defensores aseguran que busca llenar un vacío legal, ya que no existen fórmulas legales de extradición entre Taiwán, Hong Kong y la China continental.
No obstante, las manifestaciones han mutado hacia demandas más amplias sobre mejoras de los mecanismos democráticos de la ciudad, cuya soberanía recuperó China en 1997 con el compromiso de mantener hasta 2047 las estructuras dejadas allí por los británicos.