Hace poco, los lectores del noticiario polaco Gazeta Polska, encontraron entre las páginas de la revista algo más que información: con cada ejemplar se entregaba una pegatina con una cruz diagonal negra impresa sobre el arcoíris y un texto que decía "zona libre de LGBT". La intención era que los lectores "marcasen" edificios y locales para, siguiendo los dictados del Gobierno, intimidar a los ciudadanos gays, a las organizaciones defensoras de la igualdad y a todos los que les apoyen.
La estética y la intención recordaban a los carteles "Judenfrei" (libre de judíos) que los nazis colocaban en la puerta de casas y tiendas "expurgados", y la frase que aparece en los adhesivos es una expresión habitual de los discursos homófobos del Gobierno. La macabra campaña de este medio, que cuenta con 110.000 ejemplares de tirada, está en sintonía con las amenazas e insultos contra los homosexuales que se difunden sin cesar desde el Gobierno ultra conservador del PiS (Ley y Justicia).
Siguiendo una estrategia que parece haber sido aceptada por gran parte de su base electoral, el partido dirigido por el siniestro Jaroslaw Kaczynski ha decidido que lo que ha denominado como "el lobby LGBT" es la nueva "amenaza a la existencia de Polonia" y que con sus "ideas importadas" trata de "sexualizar a los niños", cuando no "adoptarlos para violarlos" o simplemente traer el caos a un país que "jamás tuvo esa tradición".
Unas frases que van desde Kaczynski, líder del partido en el poder, ("son una amenaza a la existencia de Polonia"), hasta el primer ministro Morawiecki ("para los polacos, el europeísmo es tener las carteras llenas, no aceptar experimentos culturales o morales"), refiriéndose a lo que llaman "la ideología LGBT".
Brutales ataques
La estrategia de señalar al enemigo desde el poder para más tarde permitir y alentar un mensaje agresivo y después esperar a que el mensaje de odio transpire hasta los ciudadanos no es algo nuevo para el Gobierno polaco. Al asesinato de Pawel Adamowicz, el alcalde de Gdansk, en enero de este año le precedió una larga ristra de amenazas públicas que incluyó el ahorcamiento de un monigote con su nombre en plena calle y difamaciones en la televisión pública, además de montajes fotográficos en las portadas de los medios pro gubernamentales sin que se tomase ninguna medida. En aquella ocasión, Kaczynski incluso se negó a asistir al minuto de silencio con que el Parlamento condenó el asesinato de Adamowicz.
De manera paralela, la espiral de odio alimentada por el Gobierno del PiS contra el colectivo LGBT ya ha cristalizado en explosiones de violencia, como la ocurrida hace unos días en la ciudad de Bialystok. Unos pocos cientos de ciudadanos intentaban celebrar la primera Marcha por la Igualdad en la historia de la ciudad, cuando tuvieron que enfrentarse a miles de ultras filonazis y "hooligans" de equipos de fútbol llegados de todo el país.
A pesar de la protección de la policía, que también sufrió ataques con ladrillos y barras, los manifestantes fueron perseguidos, acorralados y golpeados brutalmente por los individuos de estética neonazi que les superaban ampliamente en número. Gracias a los vídeos grabados por algunas de las víctimas, se ha podido identificar y detener a unos 80 agresores.
Entre los atacantes se encontraban dos concejales de la ciudad, miembros del parlamento regional e incluso un profesor y pedagogo de la localidad que ha sido despedido. Las escenas de adolescentes pateados en el suelo (una de las víctimas era un chico de 14 años) y mujeres acorraladas por grupos organizados, tenían lugar casi al mismo tiempo que un periodista polaco, Przemyslaw Witkowski, era golpeado brutalmente en Wroclaw por criticar una pintada anti gay en voz alta.
"Métodos nazis"
"Hay que estar ciego para no ver una cosa como consecuencia de la otra", dice a EL ESPAÑOL Piotr (nombre supuesto), un chico gay de Cracovia. "Si tu Gobierno, la televisión nacional, casi todos los medios de comunicación, la Iglesia y la propaganda nacional te dicen que hay una especie de 'lobby secreto de gays' que quiere dar un golpe de Estado en Polonia, desde fuera parece una locura, porque lo es, pero para las mentes más simples que viven en este país, por increíble que parezca, acaba siendo una teoría que tiene sentido. Y si tienes pulsiones violentas o eres, como muchos de ellos, gay reprimido, sales a la calle a pegar gente y sabes que no te va a pasar nada".
Sobre las pegatinas, Piotr asegura que él y sus amigos piensan que se trata de un gesto que acerca a algunos de sus compatriotas con "los métodos nazis contra las minorías". El propio teniente alcalde de Varsovia, Paweł Rabiej, recordó que "los fascistas alemanes ya crearon zonas 'libres de judíos', y como vemos esta tradición aún tiene seguidores en Polonia".
Durante una aparición en la televisión pública, el escritor Rafal Ziemkiewicz, dijo que animaba a la gente a "disparar a los LGBT (…) que no son gente de buena voluntad ni defienden los derechos de nadie y cuyo movimiento es una mutación de los bolcheviques y los nazis". Ziemkiewicz, que tuvo que cancelar una gira por el Reino Unido el año pasado por su retórica agresiva y de odio, es sin embargo un famoso autor de política-ficción muy popular en este país.
Pegatinas contra el odio
La cadena de librerías más importante del país se ha negado a vender la revista, que en su portada lucía un montaje fotográfico en el que el político gay Robert Biedron golpea con un bolso rosa a otros políticos de la oposición. Un tribunal ha ordenado detener la distribución de las polémicas pegatinas, pero el redactor jefe de Gazeta Polska asegura que su publicación se sigue vendiendo con normalidad y no se va a retirar de los kioscos.
Por su parte, el semanario Newsweek ha empezado a distribuir adhesivos en los que figura un corazón con los colores de la bandera polaca y el texto: "Zona libre de odio". En sus páginas, veteranos de la resistencia polaca de la 2ª Guerra Mundial recuerdan que ellos lucharon por "una Polonia abierta a todos" y que "es un deber proteger a los más débiles".
La embajadora de Estados Unidos en Polonia expresó su "preocupación y decepción ante el uso de símbolos que promueven la intolerancia. Debemos respetar la libertad de expresión, pero al mismo tiempo defender valores como la diversidad y la tolerancia", a lo que Tomasz Sakiewicz, editor de la revista, respondió que "ser un activista del movimiento gay no te hace más tolerante".
Aún resuenan en este país los ecos de la polémica generada por el despido de un empleado de IKEA en Cracovia que se negó a participar en una campaña por la igualdad de la empresa. En vez de ello, Tomasz K. envió a sus compañeros citas del Antiguo Testamento que amenazaban con la muerte "a quien ayuntare con varón". El hecho atrajo la atención del ministro de Justicia, que pidió "disculpas públicas" a la empresa sueca y animó a los polacos a boicotear a una compañía que da trabajo a más de 4.000 personas en Polonia.
Polonia es uno de los pocos países de la Unión Europea donde es ilegal la unión civil de personas del mismo sexo y la Constitución define el matrimonio expresamente como un vínculo "entre hombre y mujer".