El español es uno de los idiomas más hablados en todo el mundo, con casi 400 millones de hispanohablantes. Estados Unidos no es una excepción. Se estima que más de 40 millones de personas residentes en el país lo hablan y en muchas ocasiones, como primera lengua. Esto ha llevado a muchos candidatos demócratas a dar entrevistas en este idioma o discursos de manera bilingüe para llegar al mayor número de votantes posibles.
Además, gracias a esta creciente influencia del idioma hispano, los principales medios de comunicación en español del país luchan por tomar la delantera durante la campaña de las elecciones que tendrán lugar en noviembre de 2020. En este sentido, Telemundo junto con cadenas de la misma corporación como NBC News y MSNBC, tomó la delantera siendo la sede del primer debate para la candidatura presidencial demócrata celebrado el pasado 26 de junio.
Los aspirantes a la presidencia estadounidense son conscientes del peso que tiene la población latinoamericana. Actualmente, representan el 16% de la población total ya que, según el último estudio presentado el ocho de julio por Pew Research Fact Tank, han llegado hasta casi los 60 millones.
En aquel primer debate, tres de los postulantes a la presidencia -Cory Booker, Beto O'Rourke y Julián Castro- hicieron breves intervenciones en español. Booker aprovechó el bloque sobre inmigración para hacer gala de su conocimiento del español. Por su parte, O'Rourke lo hizo al hablar de economía y afirmó que "necesitamos incluir a cada persona en el éxito de esta economía".
Los dos primeros candidatos han aprendido este idioma por su cuenta, ninguno es de ascendencia hispana o latina. El motivo por el que O'Rourke desarrolló interés por la cultura latinoamericana fue haber crecido en Texas, cerca de la frontera con México. Muchos amigos del colegio eran hijos de inmigrantes y por eso, a pesar de que su familia es irlandesa, le apodaron "Beto", una abreviatura en español de nombres como Alberto o Roberto, a pesar de que él se llame Robert.
El único que sí proviene de una familia latina es Julián Castro, que aprovechó su historia y sus vivencias sobre la inmigración en su discurso final. "Mi abuela vino a EEUU con siete años como inmigrante de México y dos generaciones después uno de sus nietos está sirviendo en el Congreso de Estados Unidos y otro está postulando por la presidencia", afirmó seguido de fuertes aplausos del público.
"Indiferencia" de los latinos
Con estas muestras de esfuerzo por hablar otro idioma, los candidatos -también algunos republicanos como fue el caso de Ted Cruz en la campaña de las elecciones de 2016 o el senador Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos- intentan llegar a los votantes latinos y, sobre todo, hacerles sentir incluidos en los eventos políticos. Todo ello a pesar de que, según The New York Times, una encuesta reciente reveló que "la habilidad de un candidato para hablar español era el último punto en la lista de prioridades de los votantes latinos".
No obstante, en diferentes ocasiones electores han mostrado su agradecimiento a estos gestos y, aunque no hay cifras concretas, sí que ha influido en algunos votantes. Un ejemplo es lo que le ocurrió a O'Rourke tras un foro en Sumter (Carolina del Sur). Allí también decidió hablar parte en español a pesar de que solo un 3% de los residentes son hispanos. Tras su intervención, una mujer se acercó a él para agradecerle el ademán y afirmó, tal y como informa The New York Times, que "era el primer político que había escuchado hablar español desde que llegó de México hace casi 20 años".
¿Respeto o complacencia?
Aunque es difícil de saber la efectividad real que tiene hablar en español durante la campaña, lo único que se puede comprobar es la división entre los estadounidenses sobre este tema. Según un estudio sacado en la CNN, el 42% de los "adultos estadounidenses" considera "una forma de complaciencia" o "mimar", mientras que un 31% opina que es respetuoso. Por parte de los demócratas aumenta el porcentaje que opina que es respetuoso hasta un 46% frente al 32% que afirma que es complaciente.
Además, el 37% de los hispanoamericanos también lo consideran respetuoso mientras que un 27% opina que es complaciente. De cualquier manera, estas muestras públicas de español podrían normalizar su utilización en zonas del país donde no es habitual y los hispanohablantes se sienten incómodos. Muchos han denunciado haber sufrido casos de discriminación e insultos por hablar en español en público o en el trabajo.
En mayo de 2018, por ejemplo, se hizo viral un vídeo en el que un hombre recriminaba a un empleado de una cafetería estar hablando en español con unos clientes (que también hablaban español). "Su personal está hablando en español a los clientes cuando deberían hablar en inglés. Es América, supongo que no están documentados, así que mi próxima llamada será a un ICE -Inmigración y Control de Aduanas de EEUU- para que cada uno de ellos sea expulsado de mi país", se le veía decir en el vídeo.
Desde asociaciones por los derechos civiles denuncian este tipo de casos que también han salido a la luz en Virginia, Texas o California, y alaban el intento de los políticos por normalizar el multilingüismo y la diversidad del país.