El Parlamento británico quedó clausurado este lunes para las próxima cinco semanas, tras negar por segunda ocasión al primer ministro, el conservador Boris Johnson, el adelanto electoral que reclamaba.
El jefe de Gobierno necesitaba el respaldo de dos tercios de la Cámara de los Comunes para convocar unas elecciones, pero la oposición se conjuró, como ya hizo la semana pasada, para votar en contra de la propuesta, que obtuvo 293 votos de los 434 requeridos.
Acto seguido, las dos cámaras de Westminster declararon el fin del periodo de sesiones y echaron el cierre hasta el 14 de octubre, tal como ordenó el primer ministro a finales de agosto.
La decisión provocó entonces un profundo malestar en la clase política británica y motivó protestas en las calles, al interpretarse como una maniobra para dificultar la aprobación de una ley contra una salida sin acuerdo de la Unión Europea (UE).
Sin embargo, en las cinco jornadas de debate que se han podido celebrar desde el fin del receso veraniego, los parlamentarios han tramitado por un procedimiento de urgencia una norma que obligará a Johnson a solicitar una prórroga del brexit si no ha alcanzado un acuerdo con Bruselas el 19 de octubre.
La reina Isabel II, jefa del Estado, otorgó su asentimiento a esa ley, tras haber superado todos los demás trámites.
A pesar de la aprobación de esa legislación, el jefe de Gobierno insiste en que no tiene intención de solicitar una extensión. Ha llegado a declarar que preferiría estar "muerto en una zanja" antes de que sus votantes le perciban como el responsable de un nuevo retraso del brexit.
"No pediré otro retraso"
Durante el debate de este lunes, recalcó esa postura: "No voy a pedir otro retraso", sentenció. "Si los diputados quieren otra prórroga, la única forma adecuada de hacerlo es pedir permiso a los votantes", agregó.
Su posición ha disparado las especulaciones sobre las diversas vías que puede explorar Johnson para intentar esquivar el mandato de la ley y boicotear los planes de los diputados contrarios a una salida de la UE sin acuerdo.
Expertos legales han advertido de que el jefe de Gobierno podría enfrentarse a una condena por desacato si un juez le ordena enviar la carta a Bruselas para pedir una prórroga, tal como marca la ley, y él se niega.
El Ejecutivo ha valorado asimismo la posibilidad de sortear la obligación de retrasar el brexit sin un acuerdo enviando dos cartas a Bruselas, en lugar de una. En la primera misiva, el Gobierno solicitaría la extensión, mientras que en la segunda expresaría que se opone a la misma, según ha revelado el diario conservador The Telegraph.
Ante las dudas sobre la estrategia que seguirá el Gobierno, la oposición argumenta que no aceptarán unas elecciones hasta que la concesión de una prórroga por parte de la UE se haya materializado.
Ese veto supone un serio revés para los planes del mandatario conservador, que está en minoría en la Cámara de los Comunes y esperaba tener la oportunidad de recuperar el control del Parlamento en las urnas.
Según un promedio de las últimas encuestas publicado hoy por el diario The Times, el Partido Conservador de Johnson obtendría el 34 % de los votos en unos comicios, por un 25% los laboristas, un 18% los liberal demócratas y un 12% el Partido del Brexit.
La crisis política que atraviesa el Reino Unido se cobró además una nueva víctima, el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, que anunció que abandonará el cargo, como muy tarde, el 31 de octubre.
Bercow se ha convertido en una figura esencial en el proceso del brexit, ya que ha permitido que los diputados doblegaran las convenciones parlamentarias en diversas ocasiones para aumentar su control sobre el Gobierno.
Él fue quien permitió la semana pasada que la oposición tomara el control de la agenda parlamentaria, un privilegio reservado habitualmente al Ejecutivo, para presentar la ley contra un brexit duro que finalmente ha sido aprobada.
El anuncio de su dimisión se produce después de que los medios británicos especularan en los últimos días con la posibilidad de que Johnson tratara de bloquear su reelección como presidente de la Cámara Baja tras unas elecciones.