El proceso de impeachment o juicio político que el Partido Demócrata estadounidense está decidido a impulsar contra Donald Trump por el escándalo de presuntas presiones sobre el gobierno ucraniano para que investigara al ex vicepresidente Joseph R. Biden Jr. y a su hijo Hunter Biden tiene pocas posibilidades de terminar con el magnate fuera de la Casa Blanca.
Incluso si los demócratas logran presentar cargos contra el presidente en la Cámara de Representantes, la mayoría republicana en el Senado complica las posibilidades de este proceso, que tiene por objeto destituir a un alto cargo de la administración norteamericana. Sin embargo, aunque la operación política no se culmine, la estrategia de los demócratas puede reportarles beneficios electorales cara a la campaña presidencial de 2020.
La transcripción de la conversación entre Trump y el presidente ucraniano, Vladimir ZelensKy, el pasado 25 de julio, no muestra evidencias irrefutables de que el presidente pretendiera presionar a Ucrania bajo la amenaza de cortar la ayuda militar que EEUU prestaba a este país, que se encuentra desde hace años sumido en en un conflicto en el este de su territorio con Rusia.
No obstante, la publicación de este diálogo telefónico es suficiente para confirmar lo que el propio Trump ya había admitido, que haciendo uso de su cargo pidió a su homólogo ucraniano investigar a Joe Biden, quien podría convertirse en su rival político en las próximas elecciones para desgastarlo ante la contienda electoral.
No es la primera vez que a Trump se le acusa de usar la influencia de un país extranjero para atacar a un contrincante político. Al fin y al cabo, el conocido como 'Rusiagate' era en esencia esto. El entorno del magnate habría entrado en contacto con oficiales rusos para usar como artillería electoral la información que Moscú poseía sobre Hillary Clinton.
Sin embargo, en todos estos meses de trama rusa, el Partido Demócrata no se había atrevido a activar la maquinaria del impeachment a pesar de la constante revelación de irregularidades alrededor de la campaña de Trump. Tan sólo el ala más progresista de esta formación había reclamado iniciar los trámites para abrir un juicio político al presidente.
¿Por qué ahora?
Aquí cabe preguntarse por qué en esta ocasión, con unas evidencias que no permiten aseverar sin lugar a dudas que Trump pidiera a Ucrania favores políticos a cambio de ayuda militar, los demócratas han decidido dar el paso.
Hasta ahora, la líder de la mayoría demócrata presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se había mostrado contraria a iniciar un impeachment basado en el 'Rusiagate'. Este martes, en cambio, después de reunirse con otros miembros del partido, anunció que apoyará oficialmente este proceso. Lo hizo incluso antes de que se publicara la transcripción de la conversación que detonó el escándalo.
Esta declaración fue más de un gesto político que de un movimiento real, ya que no aclaró si haría que la Cámara votara abrir una investigación oficial o si se limitaría a instar a los seis comités del Congreso que ya escrutan la labor de la Casa Blanca a analizar este nuevo caso.
De hecho, el líder de la minoría republicana, Kevin McCarthy, dijo que la decisión de Pelosi de llevar a cabo una investigación formal de no supone nada nuevo. “Lo que anunció no marca ninguna diferencia con lo que ha estado sucediendo”, dijo el portavoz, refiriéndose a que los comités decidirán si hay motivos para un juicio con independencia de estas declaraciones.
Pero la actitud de Pelosi tiene una lectura interna. La novedad es que, ahora sí, todo el Partido Demócrata va a una. Desde los más izquierdistas a los más moderados ven motivos para enjuiciar a Trump.
No obstante, todo es matizable. El New York Times publica que algunos legisladores más moderados de distritos de tendencia republicana han expresado en privado su preocupación por la falta de certeza sobre cómo discurrirán las pesquisas y qué consecuencias tendrán sobre sus resultados.
La división podría aparecer en los próximos días, especialmente cuando la transcripción se presta a interpretaciones, al no quedar verbalizada una petición de intercambio de favores.
Un escándalo sencillo
Una de las razones que explica por qué Pelosi y otras figuras demócratas ven claro el impeachment ahora y no antes con la trama rusa estriba en la simplicidad del escándalo ucraniano. Explicar al pueblo estadounidense la gravedad de lo que ha hecho Trump con Ucrania es mucho más sencillo que intentar de desplegar el sinfín de pruebas y pormenores legales que implicaba el 'Rusiagate' y el informe Mueller.
Según los demócratas, Trump habría prometido algo a un país extranjero y aliado a cambio de dañar a su rival político. Grave, fácil de comprender y sencillo de exponer, como evidencia el tuit de Hillary Clinton este miércoles. “El presidente de los Estados Unidos ha traicionado a nuestro país. Esa no es una declaración política: es una dura realidad, y debemos actuar”, argumentaba la ex secretaria de Estado en su red social.
El representante Peter Welch, demócrata de Vermont y miembro del Comité de Inteligencia, coincide en esta visión. “La simplicidad de esta mala conducta es fácil de entender para todos. Esto cambia las cosas”.
Además, este asunto no se limita a cuestiones personales y privadas, como lo que motivó el impeachment de Bill Clinton en 1998. La seguridad nacional moviliza a congresistas sensibles con las cuestiones vinculadas al Ejército. “Estas recientes acusaciones son ciertamente terribles. Muestran un abuso directo del poder a expensas de nuestra seguridad nacional”, dijeron en una declaración conjunta Steven Horsford y Susie Lee, dos representantes demócratas de Nevada reacios hasta ahora con enjuiciar a Trump.
Ellos y otros demócratas como Pelosi se resistían a emprender este camino por miedo a convertir a Trump en un mártir y agitar a sus bases, siempre dispuestas a defenderle.
Sin embargo, poner en riesgo la seguridad nacional puede hacer dudar a algunos republicanos. De hecho, impulsar un impeachment obligaría a todos los congresistas conservadores a posicionarse a favor o en contra de Trump justo antes de las elecciones, lo que podría beneficiar a los demócratas de zonas moderadas donde los republicanos logran muy escasa ventaja.
Más apoyo a Trump
Hay margen de tiempo. Según señala el Washington Post, este proceso podría concluir antes de las presidenciales de 2020, o incluso antes de que haya un candidato demócrata elegido, a juzgar por la duración de los juicios político en el pasado. Por ahora, Trump ya ha empezado a jugar la baza del victimismo, denunciando “acoso al presidente” a través de Twitter. Y la opinión pública de momento está a su favor.
Las encuestas indican en que el electorado no es proclive al impeachment. Sólo un 37% de los votantes quiere que sea juzgado y destituido, mientras que un 57% lo rechaza, según un estudio de este miércoles de Quinnipiac University.
Por partidos, el sondeo apunta que entre los demócratas el apoyo al impeachment es mayor, del 73%. Pero entre los republicanos, la defensa de Trump es casi total, el 95% lo respalda. Con estos números, por ahora hay pocas dudas de que los republicanos protegerán a Trump en el Senado, en caso de que la Casa de Representantes finalmente dé luz verde al impeachment y presente cargos contra el presidente.
El Congreso paralizado
La investigación tendrá otras consecuencias. La Casa Blanca ya ha dejado claro que la decisión de los demócratas da al traste con la agenda legislativa del Congreso, que pretendía sacar adelante algunos acuerdos por consenso sobre regulación en el uso de las armas, el precio de los medicamentos y tratados comerciales. Aún queda por conocer el testimonio del denunciante que desde dentro de la administración reportó que Trump había pedido a Zelensky investigar al hijo de Biden.
En cualquier caso, este movimiento desestabiliza aún más el panorama de Washington a más de un año de las elecciones. Incluso el propio Trump habría quedado descolocado según apunta la radio pública NPR, que desvela que Trump no creía que Pelosi se atrevería. Habló con ella personalmente por teléfono para prometerle revelaría la transcripción de la llamada con el presidente ucraniano. Pensó que bastaría con eso, pero se equivocó.