Un herido de bala en estado crítico, decenas de detenidos, gas lacrimógeno y barricadas en llamas son el balance del llamado "día de luto" en Hong Kong, en contraposición a la suntuosa celebración en Pekín del septuagésimo aniversario de la fundación de la República Popular China.
En torno a las 16:15 hora local, un estudiante de secundaria identificado como Tsang Chi-kin, de 18 años, recibió un disparo en la parte superior izquierda del pecho durante un enfrentamiento entre manifestantes radicales y agentes antidisturbios.
Fuentes médicas aseguraron a la agencia Efe que el joven tiene la bala alojada en el pecho, a tres centímetros del corazón.
En un vídeo que ha circulado por redes sociales se ve cómo un policía dispara a bocajarro a un manifestante -supuestamente, Tsang- en el momento en el que el individuo iba a agredir al agente con un palo.
En un segundo vídeo, se puede ver a Tsang tendido en el suelo, con sangre brotando del pecho y pidiendo el traslado al hospital. "Me duele el pecho, llevadme al hospital. Necesito ir al hospital", dice el chico.
En un mensaje difundido en la red social Facebook, la superintendente de la Policía de Hong Kong Yolanda Yu Hoi-kwan aseguró: "La Policía no quería que nadie resultara herido, así que estamos muy tristes por esto. Advertimos a los alborotadores de que dejen de incumplir la ley, porque la haremos cumplir de manera estricta".
Respecto al vídeo del disparo, Hong Kong Human Rights Monitor -una organización local de vigilancia de los derechos humanos- consideró que la respuesta del agente "no fue apropiada" y opinó que "la policía debería rebajar la tensión en vez de elevar el nivel de riesgo".
Vandalismo
Tsang fue uno de los al menos 31 heridos (dos en estado crítico, uno grave, 17 estables y 11 dados de alta), según las autoridades sanitarias de Hong Kong, en un día caótico en la excolonia británica.
Además, varias fuentes judiciales indicaron al diario hongkonés South China Morning Post que 96 arrestados en el barrio de Admiralty se enfrentarán a cargos de "revuelta" (que puede conllevar penas de hasta 10 años de cárcel) este miércoles en el Tribunal de Kowloon Occidental.
Según el rotativo, se trata del proceso más numeroso desde que las protestas se tornaron masivas, el pasado 9 de junio.
Todo esto, en un día en el que los manifestantes más radicales levantaron barricadas y les prendieron fuego, así como a banderas de China, lanzaron incontables cócteles molotov y vandalizaron estaciones de metro, oficinas gubernamentales, tiendas y al menos un despacho de una organización pro-Pekín.
Por su parte, los antidisturbios volvieron a recurrir, en una ocasión más, a los cada vez más habituales disparos al aire, a las pelotas de goma, al gas lacrimógeno, al gas pimienta y a los cañones de agua con tinte, que sirven después para identificar a los manifestantes con más facilidad.
Tras un fin de semana de enfrentamientos entre radicales y antidisturbios, la tensión era alta en la ciudad semiautónoma, donde la policía no había autorizado las manifestaciones convocadas para el 1 de octubre, Día Nacional de China, alegando riesgos para la seguridad y el orden público.
Como cada vez que el cuerpo ha objetado la celebración de las protestas en los últimos meses, la gente ha seguido saliendo a las calles y se han registrado encontronazos entre algunos individuos violentos y los policías.
Mientras tanto, la jefa del Ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, y una delegación de la región administrativa especial celebraron en Pekín el 70º aniversario de la China comunista, un régimen al que se oponen los manifestantes hongkoneses.
Las protestas, que se convirtieron en masivas en junio a raíz de una polémica propuesta de ley de extradición, se han sucedido durante casi cuatro meses en la región administrativa especial y han mutado hasta convertirse en un movimiento que busca una mejora de los mecanismos democráticos que la rigen y una oposición al autoritarismo de Pekín.
No obstante, algunos manifestantes han optado por tácticas más radicales que la protesta pacífica y los enfrentamientos violentos con la policía son habituales.