Roma

Rozando los 90 años y con escolta. Es la imagen incomprensible que a partir de ahora acompañará a la senadora italiana Liliana Segre, superviviente del Holocausto, tras los constantes mensajes de odio de la extrema derecha transalpina, que no para de mandarle insultos y amenazas a diario. Según apuntan las principales cabeceras del país, la veterana senadora vitalicia recibe una media de 200 insultos racistas al día en las redes sociales.

Su integridad, en los últimos tiempos, estaba cada vez más comprometida, por esta razón las autoridades italianas han considerado oportuno asignarle un equipo de seguridad compuesto por dos carabinieri de paisano que la escoltarán, al menos, en todos sus actos públicos. Mientras tanto, la Justicia italiana ya ha abierto una investigación, por el momento contra desconocidos. A quienes hoy están indignados por la asignación de una escolta para Segre, ella ha respondido que "nunca hay que avergonzarse de ser italiano".

La respuesta de la política italiana ha sido contundente. "Tenemos que eliminar el lenguaje del odio e invitaré a todas las fuerzas políticas representadas en el Parlamento a que introduzcan nuevas normas para conseguirlo, tanto en la política como en las redes sociales", es lo que ha declarado el presidente del Gobierno italiano, Giuseppe Conte, en relación a la vergonzosa novedad vinculada a la superviviente del Holocausto. Según apunta la prensa transalpina, el aumento del odio hacia su persona empezó en enero de 2018, cuando el jefe del Estado, el presidente Sergio Mattarella, la nombró senadora vitalicia como testigo viviente de la Segunda Guerra Mundial y por su compromiso con la memoria histórica.

Casi dos años después, el partido neofascista Fuerza Nueva colocó hace unos días un cartel en Milán, en las inmediaciones de donde ella iba a dar una charla frente a cientos de jóvenes. Tras la asignación de la escolta, el presidente Mattarella ha mostrado todo su apoyo a la superviviente de Auschwitz: "La solidaridad, la convivencia y el sentido de responsabilidad tiene que contrastar la intolerancia, el odio, la contraposición", ha comentado el jefe del Estado italiano, quien también añadió: "Esta contraposición no es retórica cuando una niña negra no puede subir a un autobús o cuando una mujer como Liliana Segre necesita una escolta".

Comentario provocador

"A pocos meses de los años 20 de este nuevo siglo, una mujer extraordinaria como Liliana Segre tiene que vivir con escolta, lo cual", dice Nicola Zingaretti, líder del socialista Partido Democrático (PD), "implica en cierta manera su posibilidad de vivir en libertad". Zingaretti, además, añade: "Tenemos que defenderla todos juntos, con la fuerza de las ideas y con el compromiso civil, todos los días. La próxima década tendrá que estar al servicio de la dignidad humana, la democracia y la libertad".

El comentario provocador, de mal gusto y fuera de lugar; lo ha aportado el líder de la soberanista Liga, Matteo Salvini, quien ha asegurado que "las amenazas contra Liliana Segre o contra quien sea son gravísimas", añadiendo, además, que él recibe "amenazas todos los días". Esta declaración ha sido muy criticada en el seno de la Opinión Pública del país porque ha sonado como una frivolización de un fenómeno tan grave como el racismo y el antisemitismo, equiparándolo tácitamente a unas meras descalificaciones de carácter político. Preguntada en los últimos días por si le gustaría verse con Matteo Salvini, Liliana Segre se ha mostrado de lo más abierta y cabal: "Claro que me veré con él. ¿Si él quiere, por qué no tendría que hacerlo? Si yo no odio, ¿por qué no tendría que abrir la puerta?".

Palabras muy diferentes, respecto a su líder, por parte de la senadora leguista Lucia Borgonzoni, candidata a las próximas elecciones regionales en Emilia-Romaña –cuya capital es Bolonia–, quien ha mostrado todo su apoyo a su veterana colega: "Mi solidaridad a la senadora Liliana Segre y mi cercanía tras los mensajes de odio y las amenazas aparecidos en la red". Borgonzoni asegura que le haría "mucha ilusión poder estrecharle la mano en el Senado". Y añade: "La época de las contradicciones ideológicas tiene que acabar, y con más razón aún si eso desahoga en violencia, también verbal. Dejemos atrás lo peor del siglo XX, sin olvidar los horrores".

Liliana Segre (Milán, 1930) era una adolescente durante la Segunda Guerra Mundial. Tras el año 1938, la Italia fascista de Benito Mussolini decidió aplicar las conocidas como leyes raciales, las mismas que Hitler hacía cumplir en la Alemania nazi. Con 8 años fue expulsada del colegio. A principios de diciembre de 1943, Segre intentó escaparse a Suiza con su padre y unos primos: "Fue la primera vez que oí la palabra escapar", contará años más tarde la futura senadora vitalicia. Tras cruzar la frontera suiza, es capturada por la gendarmería y enviada de nuevo a Italia, permaneciendo detenida en las cárceles de Varese, Como y Milán.

En enero de 1944 fue entregada a las SS y deportada con el padre a Auschwitz, donde allí permanecerá junto a otras 700 chicas y más de 60.000 mujeres de muchos países, según datos que aportan estos días las cabeceras italianas. Será allí en Auschwitz, sin haber cumplido todavía los 14 años, donde le tatuarán el número 75190 que nunca removerá de su piel: "Ese número lo llevo con honor porque representa la vergüenza de quien lo ha hecho", contó recientemente en una entrevista en una de las cadenas de la televisión pública italiana: "Aquellas personas eran odiadas porque tenían la culpa de haber nacido y por ello, al no tener el derecho de tener su propio nombre, se convertían en un número. El número servía, en aquel listado, para conocer cuántas piezas había allí. Y yo era una de esas piezas".

Su padre terminará asesinado en abril de 1944. Ella conseguirá sobrevivir en 1945, cuando los soviéticos liberarán el campo de concentración de Malchow. Según apunta la agencia italiana de noticias ANSA, "de los 776 niños italianos menores de 14 años que fueron deportados a Auschwitz, Liliana Segre estuvo entre los únicos 25 supervivientes". Volverá a Milán en agosto 1945, con la Segunda Guerra Mundial finalizada. Tardó casi 50 años en poder hablar de todo lo ocurrido en las deportaciones y en los campos de concentración, pero a partir de los años 90 empezó a hablar con profesores y expertos en materia, arrancando así también su actividad de divulgación y memoria.

Hay una frase de la senadora vitalicia Liliana Segre, hoy con escolta por amenazas ultraderechistas, que resume la importancia de su testimonio histórico: "Quien alguna vez escuche este tipo de recuerdos de vida que los imprima en su mente y se lo transmita a los demás. Porque cuando ninguna de nuestras voces [de los supervivientes del Holocausto] pueda decir yo me acuerdo, que haya alguien que pueda recoger este mensaje de vida y haga de modo que 6 millones de personas no hayan muerto inútilmente con la única culpa de haber nacido". Y añade: "De otro modo, todo esto podría volver a ocurrir nuevamente con otros nombres, otras formas, en otros lugares, por otros motivos. Pero si de vez en cuando alguien será la vela encendida y viva de la memoria, la esperanza del bien y de la paz será más fuerte del fanatismo y del odio".