Reino Unido vuelve este jueves a las urnas en las terceras elecciones generales en cinco años, las segundas anticipadas. La repetición electoral es un síntoma más del tedioso laberinto del brexit, el virus que padece el país desde que decidiera salir de la Unión Europea en junio de 2016.
Desde aquel referéndum, la política británica se ha convertido en una trituradora. Los mismos líderes que han metido al país en el embrollo se presentan hoy ante los ciudadanos británicos como candidatos a primer ministro: Boris Johnson, que ha hecho del divorcio con la UE su única prioridad y Jeremy Corbyn, que acumula volantazos sobre cómo salir o no de Europa.
A las puertas de la Navidad, los británicos deben decidir si se regalan definitivamente el brexit. Todo indica que, en estos comicios, los votantes están tentados a alejarse de sus lealtades políticas para poner fin al traumático embrollo. Expertos demoscópicos consultados por la agencia Efe indican que para un 68% de los electores ésta es la prioridad a la hora de escoger la papeleta.
Las urnas ya han abierto y el primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, ya ha votado, acompañado por su perro sobre las 8.15 horas de la mañana.
Es lo que sueña el actual primer ministro, que se ha presentado en campaña como una víctima del bloqueo del Parlamento: "Get brexit done" (Ejecutar el brexit) es su principal eslogan. Que las elecciones generales para renovar los Comunes sean más bien un plebiscito sobre el divorcio con la UE tampoco debería ser una pesadilla para Corbyn. Una reciente encuesta de Kantar desvelaba que uno de cada tres británicos prefiere seguir en la UE, entre los que preferirían salir no hay quórum sobre de qué manera consumar la ruptura: con acuerdo o sin.
Sin embargo, el líder laborista ha optado por proponer en su programa una solución que alargaría más el proceso: negociar un nuevo acuerdo de salida con Bruselas (sería el tercero) y someterlo a referéndum para que los británicos “tengan la última palabra” y puedan revertir el brexit. Hasta un 70% del electorado a favor de la permanencia, desconfía de esta hoja de ruta, según varios estudios demoscópicos. Frente alargar más el proceso, la propuesta de Boris Johnson es pasar página cuanto antes y “abordar los problemas reales”.
Para cumplir de una vez su promesa, necesita una mayoría absoluta (326 escaños) que esta vez parece al alcance de su mano. Desde que llegó a Downing Street en julio tras destronar a May, el nuevo premier ha conseguido invertir la tendencia de las encuestas que daban un empate en intención de voto. Ahora más de 10 puntos le separan de su único rival, Jeremy Corbyn. Además, Johnson concita a tres de cada cuatro votantes a favor del brexit y ha sometido al Partido de Nigel Farage, que parecía una amenaza tras ganar las elecciones europeas.
El segundo asalto de Corbyn
El líder laborista ha tenido que hacer frente a sus contradicciones con el brexit y a las feroces críticas de sus detractores, que lo acusan de ser un peligroso “rojo”, “antimonárquico” y “antisemita”. En su accidentada campaña ha intentado tapar todos los problemas con un sólido programa electoral, el más de izquierdas en décadas, en el que detalla su plan para financiar los servicios públicos con subidas de impuestos a los más ricos y a las grandes empresas y bancos, algo que no ha sentado muy bien en la ‘City’.
Pero el veterano laborista no se resigna a dar este segundo asalto por perdido. Su parroquia se ha empleado a fondo en defender la necesidad de cuidar lo público y plantar cara al discurso de culpar a la inmigración por el que se han deslizado los conservadores. Una estrategia destinada a remarcar las diferencias entre derecha e izquierda en una campaña que rompe por completo esos ejes.
Sólo una remontada como la que quebró la sonrisa a Theresa May en 2017 -Corbyn sumó 30 escaños respecto a 2015 y arrebató la mayoría a los ‘tories’- y una coalición complicada con liberales y nacionalistas escoceses puede hacer que el laborismo recupere Downing Street nueve años después de la victoria de Cameron.
Esa carambola del destino dejaría a Boris Johnson como el primer ministro más breve que no cumplió con su promesa de finiquitar el brexit pero dejaría al país, según los números que salgan este jueves de las urnas, en una situación muy volátil.
A la probable negativa de Bruselas a negociar más concesiones en otro tratado de salida habría que sumar la radical posición de los liberales: olvidar el referéndum de 2016 y convocar uno nuevo orientado a parar el brexit. Sin olvidar las exigencias del poderoso Partido Nacionalista Escocés. La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, ya ha dejado clara su posición de cara a posibles pactos. Sólo apoyará a quien ponga sobre la mesa otro referéndum negociado sobre la independencia de Escocia.
Así las cosas, los británicos tienen la palabra en unas elecciones que se celebran en época navideña por primera vez en un siglo. El trascendental dilema es claro: otorgar a Boris Johnson la mayoría que reclama para consumar el brexit o deshacer el camino de la mano de Jeremy Corbyn y unos aliados con intereses encontrados.