Turning Points: Global Agenda 2020.

Turning Points: Global Agenda 2020. The New York Times

TRIBUNA

Dejar los peores hábitos de la era industrial

La era mecánica ha pasado factura al planeta. La revolución digital puede ayudarnos a revertir el proceso.

28 diciembre, 2019 03:01

Punto de inflexión: un informe de 2019 de las Naciones Unidas revela que cerca de un millón de especies de animales y plantas están al borde de la extinción, en gran medida debido al daño que los humanos están causando en los ecosistemas de todo el mundo.

La máquina de vapor y sus sucesoras cambiaron el mundo. Ahora, afortunadamente, el ordenador y dispositivos similares están cambiándolo de nuevo.

¿Por qué digo "afortunadamente"? Porque la era industrial (cuyo inicio marcó la máquina de vapor y continuó con la combustión interna, la electricidad y otras tecnologías) fue dura con nuestro planeta. Año tras año, tomamos cada vez más combustibles fósiles de la tierra para impulsar nuestras economías en desarrollo. También extrajimos más metales y minerales, talamos más árboles, eliminamos más tierras de cultivo, utilizamos más agua y fertilizantes y explotamos nuestro mundo de innumerables formas.

Durante la era industrial, nuestra población y prosperidad aumentó exponencialmente, y también lo hizo el consumo de recursos naturales. Para el primer Día de la Tierra, en 1970, muchos ya tenían claro que el planeta no podría seguir el ritmo de toda esa expansión. Parecía que, con el tiempo, la capacidad de aguante limitada de la tierra se vería sobrepasada por nuestros apetitos, que crecían exponencialmente, descontrolados.

Aparentemente, la única solución era refrenar esos apetitos: voluntariamente, asumiendo la filosofía de "decrecimiento" (que es lo mismo que suscribir una recesión permanente, cada vez más profunda), o mediante planificación y racionamiento centralizados.

Así que… ¿qué pasó después de 1970? Excepto por unas pocas restricciones temporales, como el racionamiento del petróleo, la mayor parte de los países no intentaron forzar una ralentización en el consumo de recursos naturales u obligar a las empresas a producir menos por el bien del planeta. Estados Unidos, desde luego, no lo hizo.

¿Cómo hemos desvinculado el crecimiento económico del consumo de recursos por primera vez? Poniendo la revolución digital a trabajar.

De manera similar, la mayor parte de los estadounidenses no aceptaron un decrecimiento voluntario. Puede que el crecimiento económico y demográfico se hubiera ralentizado desde 1970, pero desde luego no estaba disminuyendo. En lugar de eso, continuó creciendo a un ritmo exponencial de forma bastante continuada. La economía estadounidense es más de tres veces y media mayor de lo que era en 1970, y nuestra población ha aumentado cerca de un 60% desde entonces.

Entonces, debemos haber mantenido nuestro consumo de recursos naturales a un ritmo exponencial, ¿no? Pues no. En lugar de esto, ha sucedido algo totalmente inesperado: en Estados Unidos, nuestro uso total de muchos materiales fundamentales se estabilizó y luego comenzó a disminuir, incluso cuando la población y la economía seguían creciendo.

La magnitud de estos retrocesos es impresionante. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, en 2015 el país consumía un 15% menos de acero que en el año 2000, un 40% menos de cobre y un 44% menos de oro. El uso total de madera había descendido desde sus cifras más altas un tercio, y el papel, un 20%.

Si nos concentramos en sectores como la agricultura, vemos lo mismo. El tonelaje total del cultivo estadounidense ha aumentado en más de un 20% desde 1992, pero el uso total de fertilizante ha caído casi un 20% y se utiliza un 13% menos de agua para el riego.

Finalmente, el consumo de energía total en Estados Unidos se ha estancado, incluso mientras el crecimiento continúa. La economía estadounidense es aproximadamente un 20% más grande de lo que era antes de que empezara la Gran Recesión, pero en 2018 el país consumió solo un 0,26% más de energía que en 2007.

Turning Points: Global Agenda 2020.

Turning Points: Global Agenda 2020. The New York Times

¿Cómo hemos conseguido todo esto? ¿Cómo hemos desvinculado el crecimiento económico del consumo de recursos por primera vez en la historia de la humanidad? Poniendo la revolución digital a trabajar.

Veamos el ejemplo de la reducción en el uso de recursos en los ferrocarriles. A finales de la década de 1960, la regla de oro de los ferrocarriles en Estados Unidos era que solo el 5% de los vagones podían moverse un día determinado. Esto no era porque el otro 95% necesitara descansar; era porque los propietarios no podían hacerles el seguimiento. En aquel entonces, supervisar una flota con precisión a lo largo de miles de kilómetros de vías y cientos de zonas de carga era básicamente imposible.

Los ferrocarriles confiaban en observadores humanos que se ocupaban de ver los trenes pasar y luego telefoneaban o telegrafiaban a la central con cualquier observación sobre el movimiento de mercancías de una empresa. Aunque esta forma de hacerlo era trabajosa, tenía bastante sentido en lo económico. Con el tiempo, sin embargo, estos observadores humanos fueron reemplazos por instrumentos digitales para hacer el seguimiento del movimiento de mercancías a lo largo y ancho del país. Hoy día, los ferrocarriles tienen un control visual casi constante de sus amplios activos.

Los avances se están produciendo no solo en América. Una "desmaterialización" similar a gran escala está sucediendo también en otros países ricos, como Alemania o Países Bajos. Las naciones con bajos ingresos todavía están construyendo sus infraestructuras y por lo tanto emplean más materiales año tras año, pero pronostico que pronto empezarán a desmaterializar también.

¿Son las fuerzas gemelas del capitalismo y el progreso tecnológico todo lo que necesitamos para asegurarnos de que cuidaremos mejor de nuestro planeta? En absoluto.

Yo llamo al capitalismo, el progreso tecnológico, la conciencia pública y el gobierno receptivo 'los cuatro jinetes del optimismo'.

Como bien sabe cualquier estudiante de Economía 101, la contaminación es el clásico factor externo negativo (un coste que surge de una actividad económica pero no se transmite por las partes implicadas directamente en esa actividad). Las tecnologías y los mercados hacen muchísimas cosas espectacularmente bien, pero no se preocupan de la contaminación y de otros factores externos.

Necesitamos otro par de fuerzas en esta foto: la conciencia social de los problemas extremos causados por la contaminación, y un gobierno receptivo, capaz de implementar y hacer cumplir medidas inteligentes para reducirla. Estas fueron las fuerzas, por ejemplo, que llevaron a Estados Unidos a aprobar una ley para proteger a animales vulnerables de la llegada del capitalismo y la tecnología en 1973, después de que la extinción de la paloma pasajera a principios del siglo XX y la casi desaparición de otras especies avivara los esfuerzos de los grupos conservacionistas del país.

Yo llamo al capitalismo, el progreso tecnológico, la conciencia pública y el gobierno receptivo "los cuatro jinetes del optimismo". Cuando todos ellos cabalgan juntos, nos permiten aumentar el bienestar humano sin incrementar el daño causado al planeta. Gracias a ellos, estamos alejándonos de nuestro mal hábito de la era industrial de saquear la tierra para crecer.

Estamos entrando ahora en una segunda era mecánica más limpia y más verde, impulsada por ordenadores y dispositivos similares. Los otros tres jinetes son necesarios, pero el progreso tecnológico es el único que nos permitirá obtener "más por menos" y movernos mejor en un mundo de menguantes recursos naturales.

*Andrew McAfee es codirector de la Initiative on the Digital Economy y científico investigador en M.I.T. Sloan School of Management.

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