Emmanuel Macron mantiene su negativa a apoyar un "enero seco" a pesar de las presiones de algunas organizaciones dedicadas a la prevención del alcoholismo y del último informe de la Agencia Estatal de Sanidad de Francia, donde se destaca que la media de consumo en el país continúa siendo más alta que la europea.
El "enero seco" es un movimiento que consiste en no tomar nada de alcohol durante todo el mes con el objetivo de dar un descanso al cuerpo después de los excesos navideños y tomar conciencia del consumo que se suele hacer, para tener más control sobre ello.
En países como Reino Unido esta campaña celebra desde hace años y es apoyada por el gobierno, aunque en ningún caso supone una prohibición ni un corte del suministro de alcohol. Desde el año pasado la organización France Assos Santé, que agrupa 85 asociaciones del sistema de salud, ha promovido la implantación de esta campaña en el país, e incluso tuvieron varias reuniones con el gobierno, aunque finalmente no obtuvieron su respaldo.
Macron es un conocido aficionado a la viticultura y él mismo ha admitido que bebe habitualmente, ya que una comida sin vino "es un poco triste". El presidente francés defiende la moderación en el consumo de alcohol pero muestra una actitud defensiva cuando se plantean restricciones, y más cuando se trata de vino.
En la Feria de Agricultura de 2018 reconoció a la prensa que existe "una plaga de salud pública cuando los jóvenes se emborrachan a gran velocidad con alcoholes fuertes o cerveza" pero destacó que "no es con vino". Además, afirmó que "beber dos vasos de vino al día está bien", una declaración muy criticada por algunos médicos.
Reproche de las asociaciones de salud
En este contexto, las negociaciones para lograr el apoyo del gobierno al "enero seco" o "reto de enero" -Defi de janvier, como se ha llamado en el país galo-, se sabían complicadas desde el inicio. Su previsible desenlace fue avanzado a mediados de noviembre por el presidente del Sindicato General de Viticultores de Champán, Maxime Toubart, después de un evento del sector al que acudió Macron.
"El presidente de la República nos ha dicho que no habrá enero seco", aseguró Toubart, tranquilizando así a todos los empresarios que temían un descenso de las ventas. Más tarde, a principios de diciembre, la France Assos Santé emitió un comunicado que confirmaba la postura del ejecutivo y le reprochaba "el abandono" a la iniciativa.
"Hoy en día no existe ninguna duda científica sobre los daños causados por la absorción del alcohol. No puede negar ninguno de sus efectos tóxicos sobre el cerebro, el sistema vascular, el digestivo [...] y provoca la muerte de más de 40.000 personas al año", rezaba el texto.
"Por ese motivo, señor presidente, no entendemos la anulación de la campaña "un mes sin alcohol"", le reprochaban, recordando que una de las promesas electorales de Macron fue "hacer una revolución de la prevención". "Contamos con su compromiso para garantizar que esta campaña de salud pública esté en la agenda a principios del próximo año y que todo esto sea solo un terrible malentendido", concluía.
Consumo superior a la media europea
Las presiones a Macron para que apoye la campaña han continuado tras la publicación del último informe de la Agencia Estatal de Sanidad de Francia. Asegura que el tipo de consumo de alcohol en el país ha cambiado, pasando de tomarlo habitualmente y con moderación a un estilo más anglosajón: beber rápido y en más cantidad, unos pocos días a la semana.
Los expertos afirman que esta forma de beber, cada vez más extendida entre los jóvenes, provoca más episodios etílicos. Aunque también recuerdan que consumir alcohol diariamente, algo que hace casi el 13% de la población adulta de Francia, tampoco es recomendable, y que hay "muchos mitos" sobre ello.
Asimismo, el consumo medio anual de alcohol es de 11,7 litros por persona. En los últimos años ha tenido una tendencia descendente -según un informe de la OMS publicado en 2018, era de 12,6-, pero continúa siendo superior a la media europea: 9,8 litros por persona.
Francia supera así a países como Suecia (9,2 litros), Islandia (9,1), Croacia (8,9), Holanda (8,7) e Italia y Noruega (ambas con 7,5 litros). También a España, que en 2018 tenía una media de 10 litros por persona.
Sin embargo, los franceses tampoco son los más bebedores de Europa. La media de Irlanda es de 13 litros, la de Alemania de 13,4, y Lituania llega los 15 litros.
Culpa a "los lobbies del vino"
Las asociaciones por la prevención del alcoholismo y sus enfermedades derivadas culpan también a las presiones de "los lobbies del vino" para que el gobierno no se implique en la campaña.
En este sentido, destacan que la que fuera consejera de Agricultura hasta julio de 2019 y una importante asesora de Macron, Audrey Bourolleau, había trabajado en varias empresas del sector como Vin & Societe y Union des Cotes de Bordeaux.
El presidente no se ha vuelto a posicionar sobre este tema y no parece que vaya a cambiar de opinión, ya que, como dijo una vez: "Realmente creo en la fórmula de Georges Pompidou, bebo vino al mediodía y por la noche. No molesten a los franceses con eso".