El Reino Unido abandonará la Unión Europea (UE) el próximo 31 de enero, pero su idioma, el inglés, seguirá siendo una lengua oficial del club comunitario tras esa fecha, salvo que los veintisiete Estados miembros decidan por unanimidad retirarle ese estatus más adelante, un escenario poco probable.
Ya tras el referendo de 2016 en el que los británicos votaron a favor del brexit, surgieron dudas sobre si el inglés seguiría siendo una lengua oficial en la Unión Europea, y los líderes comunitarios bromearon sobre cómo el idioma de Shakespeare quedará en un segundo plano en la UE tras la salida británica.
"Lentamente, pero con seguridad, el inglés está perdiendo importancia en Europa", aseguró en 2017 el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Sin embargo, las normas de la Unión y la comodidad de los funcionarios y políticos comunitarios apuntan en la dirección opuesta.
El inglés, un idioma blindado
Cuando un nuevo país entra a formar parte de la Unión Europea, indica un idioma que desea emplear como su lengua oficial en el club comunitario y, aunque Irlanda y Malta también cuentan con el inglés como idioma oficial en sus territorios, para la UE seleccionaron el irlandés y el maltés.
En efecto, solo el Reino Unido escogió el inglés al entrar en la Unión Europea en 1973 y, de ese modo, pasó a formar parte de la lista de lenguas oficiales del club comunitario.
No obstante, la inclusión o eliminación de un idioma oficial en el listado solo puede llevarse a cabo si todos los Estados miembros de la UE lo aprueban por unanimidad. Por tanto, la salida del Reino Unido no implica que el inglés vaya a dejar de tener estatus oficial de manera automática.
Desde el Consejo de la UE, que reúne a todos los países, reconocen que como el inglés es un idioma oficial también en Irlanda y Malta, una decisión unánime para retirarle la oficialidad "parece improbable".
Por su parte, fuentes de la Comisión Europea admiten que el inglés se usa "ampliamente" en la institución porque "la mayoría" de sus funcionarios lo habla y porque "también es utilizado mucho" por los socios de la Unión "en todo el planeta".
Además de oficial, el inglés es uno de los tres idiomas de trabajo del Ejecutivo comunitario, junto al francés y el alemán, y tanto la lengua de Shakespeare como la de Molière se emplean con más frecuencia que la de Goethe.
El inglés, latín del siglo XX y XXI
El analista Paul Butcher, del centro de estudios European Policy Centre, asegura que el inglés "está aquí para quedarse" cuando se le pregunta por si el idioma podría perder influencia en la UE tras el brexit.
"El inglés ya se percibe como una lengua internacional y es de lejos el medio de comunicación intercultural más común en Europa, en especial, entre los jóvenes", comenta, y añade que la "realidad social" en las instituciones comunitarias es que "mucha más gente habla inglés que francés o cualquier otro competidor, lo cual significa que es simplemente inevitable que el inglés mantenga su posición dominante".
En ese sentido, constata que los días en que el esperanto podía ser propuesto "con seriedad" como una lengua auxiliar universal "pasaron hace mucho tiempo".
El idioma de EEUU
"El inglés ya se ha convertido en la lengua auxiliar universal. Ha alcanzado ese estatus no porque sea el idioma del Reino Unido, sino porque es el de Estados Unidos, el 'hegemón' (hegemónico) cultural durante la mayor parte del siglo XX, cuando la globalización cambió el modo en el que el mundo funciona", argumenta.
Desde el centro de estudios Open Europe también se muestran convencidos de que el inglés seguirá siendo el idioma más usado en la UE, "aunque solo sea porque el conocimiento de cualquier otro idioma competidor como el francés, alemán o quizá incluso español es bastante bajo en algunos Estados miembros", reconoce el director de la institución en Bruselas, Pieter Cleppe.
Si en los primeros años del proyecto comunitario el francés tenía un papel protagonista, con los años perdió terreno frente al inglés. Cleppe admite que uno de los factores fue la entrada en la UE de países en los que la lengua gala no tiene tanta tradición, como los nórdicos o la mayoría de los Estados del Este.
"Pero creo que se podría decir que la globalización en general ha impulsado realmente el uso del inglés", complementa.
En términos similares se expresa Butcher desde el European Policy Centre, pues afirma que la ampliación de la UE en 2004 "cambió la aritmética" a favor del inglés "de la noche a la mañana", pero reitera que "el triunfo" de la lengua de Shakespeare sobre la de Molière "ya estaba garantizado" y añade que un 51% de europeos habla "al menos algo" del idioma británico, frente al 26% en el caso galo.
Además, los dos analistas coinciden en señalar que ven improbable que los funcionarios y políticos comunitarios decidan estudiar francés si ya dominan el inglés.