Con la investigación acerca de todos los aspectos sobre el Covid-19 abierta en todos los frentes, sin vacuna y con mucho desconocimiento acerca de cómo infecta el virus, uno de los mantras que la pandemia ha grabado a fuego en la mente de todos es el distanciamiento social como una medida básica para contener la propagación de la enfermedad.
Sin embargo, las protestas y los disturbios que se están dando en Estados Unidos a raíz de la muerte de George Flyod añaden un riesgo adicional en este ámbito: el que el número de contagios vuelva a dispararse.
Estados Unidos ya tiene a sus espaldas más de 100.000 muertes por la enfermedad. La errática política al respecto desde la Casa Blanca y la escasa colaboración ciudadana en algunos estados han provocado una situación dramática. Nueva York se ha llevado la peor parte. Actualmente la situación allí parece más controlada pero esta ola de protestas amenaza con provocar nuevos brotes en muchos puntos del país.
Colectivos vulnerables
Y el peligro no es tanto el evidente (concentraciones de miles de personas, escasa separación entre ellas, muchas sin mascarillas...) como el que el covid-19 ha afectado de una manera especial, en EEUU y en otras partes del mundo, a clases más desfavorecidas y colectivos más vulnerables. Y es esto lo que añade un peligro potencial a estas manifestaciones en las que muchos de los que están saliendo a las calles carecen de unas posibilidades sanitarias adecuadas. Las estadísticas dicen que la mortalidad y las tasas de hospitalización han sido mucho más elevadas entre la gente de color.
Por otra parte, el momento también es delicado, puesto que hay estados en los que también se está empezando a activar la normalidad, por lo que el descontrol de estos disturbios hace temer a expertos y autoridades en posibles rebrotes. El alcalde de Los Ángeles, citado por New York Times, aludía al riesgo de estos "eventos de súper difusión" como peligro potencial. En la misma línea se situó la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms, que recomendó a quienes salieron a protestas que "se hagan una prueba de covid esta semana".
Los científicos, no obstante, quisieron aportar algo de optimismo por el hecho de que las manifestaciones se den al aire libre, lo que podría reducir el riesgo de contagio, y más si, como pareció el caso, "había mucho viento que puede ayudar a diluir el virus".
La historia, no obstante, juega en contra, como recuerda New York Times. El doctor Howard Markel, historiador médico especializado en pandemias, recordó que después de las protestas que se celebraron en Filadelfia y Detroit en medio de la gripe de 1918 se sucedieron picos de casos de gripe.
Otro factor que señala Markel es que, por las características de esta ola de disturbios, en los que la policía está usando gas pimienta y lacrimógenos, se está provocando que la gente "llore y tosa, aumentando las secreciones en ojos, nariz y boca, lo que aumenta las posibilidades de transmisión". Igualmente alude al aspecto emotivo: "La gente se pierde en el momento y pierden la conciencia de quién está cerca de ellos, quién no, quién lleva máscara, quién no...". Ante todas estas circunstancias, el Dr. Markel advierte de los asintomáticos también: "Hay un gran número de portadores asintomáticos y eso lo hace enormemente arriesgado", concluye.
Es el mismo peligro que señala otro de los expertos citados por el periódico, el Dr. Jha, que llama a la moderación de todos, manifestantes y policía, para evitar provocar situaciones de riesgo porque "arrestar, transportar o encarcelar" a los que protestan aumenta el potencial de propagación del virus.