Las negociaciones entre Bruselas y Londres sobre el acuerdo comercial que debe regir sus relaciones tras el brexit se han convertido en un auténtico diálogo de sordos. La cuarta ronda de diálogo (por videoconferencia debido al Covid-19, sólo la primera fue presencial) ha concluido este viernes sin ningún avance. Un callejón sin salida aparente que ha provocado que el negociador de la UE, el conservador francés Michel Barnier, estalle contra el Gobierno de Boris Johnson: "Reino Unido está dando marcha atrás en los compromisos que ha asumido".
"Sólo podemos tomar nota de que no ha habido progresos sustanciales desde el inicio de estas negociaciones y de que no podemos continuar así eternamente", se ha quejado Barnier en su tradicional rueda de prensa de balance. Cada vez queda menos tiempo. Aunque Reino Unido dejó formalmente la UE en enero, el auténtico brexit se producirá el 31 de diciembre, cuando concluye el actual periodo de transición. Un periodo durante el que no hay cambios en las relaciones económicas entre las dos partes.
Los líderes de la UE habían creído que el Covid-19 obligaría a Johnson a pedir una prórroga de la transición. Al fin y al cabo, todos los esfuerzos en Bruselas se centran ahora en amortiguar el impacto sanitario y económico de la pandemia y apenas hay tiempo para otros problemas como el brexit. "Siempre hemos estado abiertos a la posibilidad de una extensión de uno o dos años, como prevé el Acuerdo de Retirada. Nuestra puerta sigue abierta", ha repetido Barnier.
Sin embargo, el primer ministro británico se mantiene firme en su negativa a más prórrogas: quiere cortar definitivamente amarras con la UE a finales de año. En estas condiciones, Bruselas y Londres deben cerrar un acuerdo comercial como muy tarde el 31 de octubre para que dé tiempo a ratificarlo, según ha dicho Barnier. Sin pacto, a finales de año se producirá el temido brexit caótico, con un impacto negativo a ambos lados del Canal de la Mancha que agravará la crisis del coronavirus.
Pese a la falta de avances y el aumento de la tensión, ninguna de las dos partes parece dispuesta a romper la baraja y levantarse de la mesa. "Los progresos siguen siendo limitados, pero nuestras negociaciones han tenido un tono positivo. El diálogo continuará y seguimos comprometidos a lograr un resultado exitoso", ha asegurado el negociador británico, David Frost.
A principios de año, Johnson amenazó con abandonar las negociaciones si para junio no se había conseguido ya al menos el esqueleto de un acuerdo. Ahora está dispuesto a seguir hablando, aunque reconoce que "estamos cerca de alcanzar los límites de lo que puede conseguirse a través de este formato de rondas formales a distancia". "Si queremos realizar progresos, está claro que tendremos que intensificar y acelerar nuestro trabajo", ha dicho Frost.
Londres se desdice de sus compromisos
Los dos principales escollos de la negociación no han cambiado desde el principio. En primer lugar, Bruselas exige a Londres que mantenga alineados con las reglas de la UE sus estándares en materia social, medioambiental, de competencia y de ayudas públicas incluso tras el brexit económico. El gran miedo de la UE es que Johnson convierta a Reino Unido en un paraíso fiscal, un Singapur a orillas del Támesis.
El Gobierno británico replica que aceptar esta exigencia significaría que Reino Unido quedaría atado de forma permanente a la legislación y los estándares de la UE y por tanto no podría recuperar su soberanía plena, que es el fin último del brexit. El otro gran problema es la pesca: los europeos quieren que su flota, incluida la española, mantenga su actual acceso a las aguas territoriales británicas y Londres pretende negociar cuotas año a año.
En su rueda de prensa, Barnier ha hecho valer que todas las exigencias que la UE plantea a Londres en esta negociación están contenidas en la declaración política sobre sus relaciones futuras que se aprobó en octubre de 2019. Un documento que fue consensuado con Boris Johnson y que cuenta con el respaldo de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27.
"Es -y seguirá siendo para nosotros- la única referencia válida, el único precedente en esta negociación, ya que fue acordado por las dos partes", ha dicho mostrando una copia del documento. "Sin embargo, ronda tras ronda, nuestros socios británicos intentan distanciarse de esta base común", se queja Barnier.
La última esperanza que queda en Bruselas es que la reunión que debe mantener Johnson durante este mes de junio con Von der Leyen y con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, sirva para desbloquear el diálogo y cambiar la dinámica de la negociación. La próxima ronda se ha fijado para finales de junio o principios de julio, con la esperanza de que pueda ser ya presencial.