El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) se ha adelantado al bloque conservador en la planificación de la "era post-Angela Merkel", volcado en mostrar cohesión en torno a su nueva gran esperanza, Olaf Scholz, tan centrista como la canciller.
Scholz, ministro de Finanzas y vicecanciller en la gran coalición, fue designado el lunes candidato del SPD a la Cancillería alemana. Un puesto al que, hasta ahora, solo llegaron tres socialdemócratas -Willy Brandt, Helmut Schmidt y Gerhard Schröder-.
Queda más de un año hasta la fecha prevista para las elecciones generales -un domingo de septiembre de 2021, probablemente-. Ninguna otra formación ha definido su candidatura. Del bloque conservador lo único que está claro es quién no será: Merkel, quien desde 2018 asegura que no optará a otro mandato.
Serán las primeras generales desde 2005 sin Merkel. El SPD ha visto cómo caían derrotados ante ella cinco de los suyos -Schröder en 2005, Frank-Walter Steinmeier en 2009, Peer Steinbrück en 2013 y Martin Schulz, en 2017-. El primero, desde su posición de canciller; el segundo y el tercero, siendo ministros de Merkel -Exteriores y de Finanzas-; el último, tras dejar la presidencia de la Eurocámara.
Unanimidad del SPD
Scholz fue designado con el voto unánime de la presidencia del partido. Desde el SPD se insiste en que no precisa ninguna votación de ratificación dado ese fuerte respaldo. En marzo celebrará su siguiente congreso federal, donde simplemente se definirá el programa con el que Scholz entrará formalmente en campaña.
Hay un consenso tácito para limar asperezas. Desde tiempos de Schröder en la cancillería, el SPD ha visto diez relevos en su presidencia -algunos, como Andrea Nahles, la penúltima en la lista, cayeron entre zancadillas internas-.
Que Scholz no lograra hace nueve meses ser elegido como presidente del partido, derrotado por un tándem teóricamente marginal -Saskia Esken y Norbert Walter-Bojans, ambos del ala izquierdista- no parece importar.
Dicha elección estuvo precedida por un gran "casting" entre 16 aspirantes, que desfilaron por sucesivas conferencias regionales. Hasta el congreso del SPD de marzo no se prevé ningún proceso interno similar, aunque sí visitas de Scholz a delegaciones regionales.
No hay ruido de sables contra Scholz. Quien fue su azote constante como líder de las Juventudes del partido -los Jusos-, el eterno rebelde Kevin Kühnert, también respalda de pronto a Scholz, tras años cuestionando su línea centrista y supeditando a consultas entre las bases la continuidad o no a la gran coalición.
Kühnert está volcado en su propia carrera al Bundestag (Parlamento federal), donde aspira a entrar en 2021. Otros nombres del partido están asimismo con su pugna por un puesto de diputado -como el alcalde-gobernador de Berlín, Michael Müller, que no aspirará a su reelección en las regionales de la capital y ciudad-estado, previstas también para 2021-.
Reorganización del partido
Las corrientes del SPD se están reorganizando. Y ello favorece la armonía en torno a Scholz. Como titular de Finanzas tiene ante sí un semestre duro, con Alemania ejerciendo la presidencia de turno de la Unión Europea (UE) y el desafío de materializar el fondo de reconstrucción post-pandemia.
Su sello es el adiós a la austeridad que caracterizó a su predecesor en Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble. Es un sello que no le corresponde en exclusiva -Merkel también se despidió de ese dogma-. Pero que de buen seguro rentabilizará como propio el SPD en su campaña para el 2021.
En la ronda de visitas regionales ha incluido Scholz, el lunes, un acto en Würselen junto a Schulz, exalcalde de esa ciudad del oeste de Alemania. Al parecer, no teme comparaciones con el anterior candidato del SPD. Schulz se convirtió en 2017 en presidente del partido y rival de Merkel con un respaldo inusitado -casi un 100%, en un congreso de "entronización"-; seis meses después, el SPD se hundió en su mínimo en unas generales, el 20,5%.
Los Verdes, rivales
El SPD ha subido ya alguna posición tras la designación de Scholz. Su primer desafío es superar a los ecologistas, que durante meses ocuparon la segunda posición en intención de voto -tras los conservadores de Merkel- y que reclamarían para sí el liderazgo, de formarse un bloque entre SPD y Verdes, probablemente respaldado por La Izquierda, capaz de alcanzar la cancillería.
Los Verdes, hasta hace poco fuerza emergente capaz de medirse con el bloque conservador, ha perdido fuelle en medio de la pandemia. Ello favorece a Scholz, cuyo perfil como líder moderado y sin estridencias es lo más parecido a Merkel del panorama actual alemán.
Los aspirantes conservadores
Que prospere o no puede depender de quién acabe siendo el candidato del bloque conservador, que ha aparcado la cuestión sucesoria para diciembre. Ese mes celebrarán sendos congresos la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel y su hermanada Unión Social Cristiana de Baviera (CSU).
Ambas formaciones consensúan desde hace décadas una candidatura común. Hay tres aspirantes oficiales a presidir la CDU: el jefe de gobierno en Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, y dos enemigos internos de Merkel, Friedrich Merz y Jürgen Röttgen.
A ninguno se les ve con grandes opciones. Laschet ha tenido una gestión errática en la pandemia en su "Land" (estado federado), el más poblado del país; los otros están fuera del debate público.
De pronto surgió la figura del líder bávaro Markus Söder, que hasta esta semana presentaba un buen expediente en la gestión de la crisis del coronavirus. Ahora le surgió un "atasco" en la transmisión de datos a los afectados de 44.000 test de viajeros de regreso a Alemania, algo más que un lamparón en su expediente.