¿Qué pasa si un pasajero procedente de España, Grecia, Malta o Croacia aterriza en Italia? Pues según donde aterrice. Porque si el viajero llega al aeropuerto de Fiumicino, en Roma, hará entre dos y tres horas de cola, tras el desembarque, para hacerse una PCR. Si, sin embargo, llega al aeropuerto de Bérgamo, en la norteña Lombardía; el pasajero bajará del avión con la promesa de realizar una PCR en las 48 horas siguientes. En ambos casos, un eventual asintomático podría estar dos días hasta conocer su positividad por Covid-19 mientras se mantiene aislado en su domicilio.
A esto, además, hay que sumarle la impropia rapidez con la que el Ejecutivo transalpino ha puesto en marcha controles dentro de la UE desde los mencionados países: “No nos ha dado tiempo a organizarnos debidamente, todavía no tenemos suficiente material para afrontar los miles de pasajeros que llegan todos los días”, admite a EL ESPAÑOL un funcionario involucrado en los nuevos controles anticoronavirus del aeropuerto de Fiumicino, lugar donde se practican unos 2.000 controles diarios. Hay que tener presente que, tan sólo este domingo, han llegado a Italia 13.000 personas repartidas en más de 100 vuelos, procedentes de España, Grecia, Malta y Croacia; los destinos preferidos por los italianos para pasar sus vacaciones estivales.
Actualmente, se están haciendo controles diagnósticos tras los desembarques sólo en cinco ciudades: Roma, Perugia, Verona, Venecia y Pescara. Los demás aeropuertos se están adaptando sobre la marcha: en la sureña región de Apulia prefieren esperar tres días antes de la PCR, en Sicilia hay que decidir todavía cómo hacerlo y en la norteña Lombardía debería empezar a hacer los controles a partir de mañana miércoles. Pero los problemas no acaban aquí, ya que no sólo, en general, no hay suficientes PCR para quien lo necesite o esté obligado a realizarla; sino que además las centralitas telefónicas destinadas a atender a los interesados están saturadas. Así pues, en resumidas cuentas, por muy diligente que se pueda llegar a ser, el esquema de protección ya está colapsado nada más empezar.
Kit de prueba
Desde que empezó la epidemia por coronavirus en Italia, y por tanto en Europa, el país con forma de bota ha sido el espejo de España y de muchas naciones del Viejo Continente a la hora de decidir qué hacer, por primera vez, en relación a la Covid. La semana pasada, tras la decisión del Gobierno italiano de Giuseppe Conte de hacer PCR a todos los pasajeros procedentes de España, Grecia, Malta y Croacia; los puertos y aeropuertos, en cuestión de 24 horas, se han tenido que equipar, de golpe, con miles de kit destinados a las pruebas diagnósticas para el coronavirus. El problema es que el tiempo entre la aprobación y la aplicación de la nueva medida ha sido tan escaso que, en definitiva, cada puerto, aeropuerto y región italiana; está haciendo lo que puede, por separado. De ahí el “caos”, tal como lo define la propia prensa del país, como el conocido Corriere della Sera, que habló de ello ayer en su portada.
Igualmente, el Ejecutivo italiano de Giuseppe Conte apunta a la máxima prudencia, no obstante actualmente el país con forma de bota tiene un índice de contagio 10 veces inferior a España. Un nuevo decreto aprobado este domingo por el Gobierno italiano obliga, al menos hasta el próximo 7 de septiembre, a que todos el mundo lleve mascarillas de 18:00 a 06:00 de la tarde, incluso al aire libre, sobre todo si se trata de zonas con importante aglomeración de personas, como calles, avenidas, plazas, etc. Además, a partir de ahora tendrán que cerrar todas las discotecas, ya no sólo las cubiertas, como hasta ahora. El sector del entretenimiento nocturno anuncia unas pérdidas de unos 4.000 millones de euros, pero el premier Conte y su equipo siguen convencidos de la importancia de la medida para frenar el aumento de contagios de cara a la vuelta a los colegios en septiembre.
Atendiendo a las cifras aportadas por las autoridades sanitarias del país, en las últimas 24 horas en Italia se han contabilizado 320 nuevos positivos y 4 fallecidos por coronavirus. Desde el inicio de la epidemia en el país, se han registrado hasta hoy 254.000 contagiados totales, entre los que se encuentran 204.000 personas curadas, más de 35.000 fallecidos y casi 15.000 positivos actuales, cuya gran mayoría se encuentra en aislamiento domiciliario.
Aumento de casos
La Unión Europea (UE), por su parte, está preocupada por el aumento de contagios en el continente y muy pendiente de la evolución de los controles aeroportuarios en el Viejo Continente. Cada país, al igual que Italia, está actuando en solitario y ad hoc según sus necesidades y estadísticas de contagio; lo cual ciertamente va en contra del espíritu y las políticas de coordinación europea, en este caso en el contexto de una pandemia mundial. En una carta enviada hace diez días y a la que la agencia EFE ha tenido acceso este domingo, de hecho, la Comisión recuerda a los embajadores de los Estados miembros de la Unión Europea que, “dadas las experiencias al principio de la pandemia”, la coordinación en este área “es crucial para asegurar la claridad y la predictibilidad” y evitar así más confusión.
La Comisión alerta de que muchos países están tomando o retomando ciertas medidas relativas a los movimientos de personas “a veces, de forma descoordinada”, admite. Desde Bruselas se recomienda “evitar lo máximo posible” el cierre de fronteras y controles que sean “ineficaces” solicitando que las medidas que se pretendan implementar en las próximas semanas sean “proporcionadas, coordinadas y con objetivos”. La Unión Europea en sí nace como una institución para la libre circulación de mercancías y personas en el Viejo Continente, de modo que de cara al coronavirus su postura se resume en la idea de que los países miembros no prohíban viajar, aunque ello conlleve hacer pruebas PCR u obligar a los pasajeros a respetar cuarentenas domiciliarias de 14 días para descartar la positividad por Covid.