De ciudad refugio a ciudad origen de refugiados. De destino seguro para disidentes chinos a punto de partida de activistas y opositores. La reciente imposición de Pekín de la polémica ley de seguridad nacional ha motivado un inédito y arriesgado éxodo desde Hong Kong.
"Es un indicativo claro del declive de Hong Kong y de la destrucción de su autonomía bajo mando chino. Es todo muy irónico. Pero bajo un régimen autoritario, si algo tiene que suceder, sucede", comenta a Efe Nathan Law, uno de los activistas hongkoneses más mediáticos, ahora exiliado en Alemania.
En poco más de un año, Hong Kong ha pasado de ser una ciudad abierta, un oasis de libertad en el desierto del autoritarismo chino a que su Policía -en tiempos considerada la mejor del continente- detenga a los ciudadanos por cuestiones como cantar consignas independentistas.
Y muchos han tomado la dolorosa senda del exilio. "Irse de Hong Kong es algo inmensamente difícil. Tienes que cortar el contacto con tus amigos y familia o les pondrás en peligro. Adaptarse a eso no es sencillo", afirma Law.
Destino: Taiwán
El pasado 26 de agosto, los guardacostas de Cantón publicaron un mensaje redes sociales en el que daban cuenta de la intercepción de una lancha motora "en torno a las 09.00 (01.00 hora GMT) del 23 de agosto" y cuyos ocupantes, una decena, "fueron arrestados, sospechosos de cruzar la frontera de manera ilegal".
Según la prensa hongkonesa, la embarcación -con al menos un activista hongkonés anteriormente arrestado a bordo- se dirigía a Taiwán, el destino más cercano entre quienes reúnen unas características similares a las de Hong Kong.
Gobernado de manera autónoma desde 1949 pero cuya soberanía reclama Pekín, que no descarta el uso de la fuerza para lograr la reunificación, Taiwán ha puesto en marcha un mecanismo de acogida: la Oficina para Intercambios y Servicios de Taiwán y Hong Kong.
Desde su creación, el pasado 1 de julio, asegura haber recibido más de mil consultas relacionadas con inmigración y residencia permanente.
Por su lado, el Consejo de Taiwán para Asuntos de la China Continental indica que, en los primeros siete meses del año, se han mudado a Taiwán 3.876 hongkoneses, más del doble que en el mismo período de 2019, aunque sin precisar cuántos de ellos eran disidentes.
La Asociación para los Derechos Humanos de Taiwán (TAHR, en sus siglas en inglés) trata de ayudar a aquellos que intentar huir de Hong Kong y a quienes optan por solicitar el estatus de refugiado, un proceso complejo.
"Antes de la pandemia, los hongkoneses podía solicitar por internet un visado de turista y entrar a Tawián, y desde aquí pedir el estatus de refugiado, pero deben demostrar que son disidentes de buena fe", cuenta a Efe Wang Si, asesora legal de TAHR.
Aunque con la crisis por el coronavirus, los viajes entre Hong Kong y Taiwán se cancelaron casi por completo, lo que afectó a aquellos que buscaban refugio en la isla. Esto provocó episodios como el mencionado de la lancha interceptada, que no ha sido el único, según la prensa local. Y entre los que emigran de manera irregular, algunos no cuentan con pasaporte, confiscado a veces por la Policía.
"Por eso, esperamos que Taiwán sea más flexible a la hora de verificar la identidad de los disidentes hongkoneses", agrega Wang.
Diáspora mundial
Taiwán iba a ser el destino también del manifestante Wong Mau-chun, de 29 años, que descartó ese plan de huida tras analizar los riesgos y terminó en Londres, adonde llegó en julio -poco antes de una comparecencia judicial a la que tenía que presentarse- para sorpresa de muchos, que le creían bajo custodia policial.
En agosto del pasado año, Wong apareció en vídeos que circularon por las redes sociales en los que se le veía reducido por la Policía en una protesta en una estación de tren. Por ello se le imputaron cargos como robo y revuelta, entre otros, que podían haberle supuesto hasta diez años de cárcel.
"Algunas de estas acusaciones no tienen nada que ver conmigo", aseguro a Efe Wong, quien se decidió a huir por temor a un juicio injusto y en la actualidad ha solicitado asilo político en el Reino Unido.
"Toda la gente a mi alrededor me dijo que me fuera. Nunca pensé en marcharme -admite-, pero creo que es humano hacerlo. No quiero acabar entre rejas. No quiero que mi familia me tenga que ir a visitar a la cárcel".
En los primeros compases de las protestas -iniciadas en junio del pasado año como oposición a una controvertida propuesta de ley de extradición que podría haber permitido que los tentáculos de Pekín se alargaran a Hong Kong para juzgar a disidentes- la huida era más sencilla.
Ahora, con la ley de seguridad nacional en vigor (que contempla hasta cadena perpetua para supuestos como la secesión o confabulación con fuerzas extranjeras), salir de Hong Kong se ha complicado mucho para manifestantes y activistas bajo sospecha.
El pasado 2 de julio, la Policía de Hong Kong entró a un avión con destino Londres y arrestó a un hombre de 24 años diez minutos antes del despegue. Esa detención motivó el supuesto apuñalamiento de un agente durante una protesta contra la ley de seguridad nacional.
Para aquellos que, como Wong, huyeron con éxito, el miedo a que le localicen agentes de Pekín es permanente, mientras Law quiere continuar haciendo campaña a favor de la democratización de Hong Kong desde Alemania.
Recorte de libertades
Lejos quedan los tiempos de Yellowbird, quizá la más famosa de las operaciones con destino A Hong Kong, cuando activistas organizaron la logística necesaria para que los manifestantes de Tiananmen cruzaran a puerto seguro en 1989.
Puerto seguro ha sido también para muchas ONG internacionales que, desde la entrada en vigor en 2017 de una nueva ley que les restringía las operaciones en China, encontraron en Hong Kong la libertad necesaria para funcionar.
Ciudadanos y ONG que antes hablaban con la prensa sin mayores problemas optan ahora por el anonimato... o el mutismo. Ya no sienten que su libertad de expresión esté protegida por la Declaración Sino-Británica de 1984, que articuló la retrocesión de la soberanía de Hong Kong del Reino Unido a China en 1997 y mediante la que Pekín se comprometía a mantener las libertades existentes -inimaginables en la parte continental del país- durante al menos 50 años.
Libertades como las que le ha ofrecido Taiwán al librero hongkonés exiliado Lam Wing Kee, y por las que, dice, muchos están dispuestos a pelear: "Quiero decir una cosa a los taiwaneses que no estén a favor de acoger a los hongkonese; si diez o veinte mil jóvenes hongkoneses vienen a Taiwán, cuando China ataque Taiwán, ellos empuñarán las armas junto a los taiwaneses para defenderla".