Lo que podría haber sido el gran éxito de su mandanto -comprar de forma centralizada más de 2.000 millones de dosis de inyecciones contra la Covid-19 que permitan acabar con la pandemia en la UE- se está volviendo en su contra. Ursula von der Leyen se encuentra en el ojo del huracán por los tropiezos en su estrategia de vacunas, en particular el fiasco del contrato con AstraZeneca y el polémico mecanismo para limitar las exportaciones de antídotos.
Desde hace días, las críticas procedentes tanto de las capitales como del Parlamento Europeo se concentran de forma personal en la figura de la presidenta de la Comisión. La escasez de vacunas en la UE en plena tercera ola provoca nerviosismo entre los Gobiernos europeos, que empiezan a cuestionarse si fue una buena idea encomendar a Von der Leyen la compra centralizada. La Unión apenas ha vacunado al 2,8% de sus ciudadanos, frente al 9,7% en Estados Unidos, el 14,4% en Reino Unido y el 57,6% en Israel, según OurWorldinData.
Al equipo de la presidenta se le culpa de lentitud y exceso de burocracia y cautela a la hora de negociar con las farmacéuticas y de no haber comprado bastantes dosis de las vacunas más prometedoras, como la de Pfizer. En la propia Comisión se censura la forma de trabajar de Von der Leyen por su estilo excesivamente personalista y su dependencia de una guardia pretoriana reducida de asesores, algunos traídos de Alemania, y su desconexión del aparato de eurofuncionarios. La prensa acreditada en Bruselas le critica su alergia a dar explicaciones ante los corresponsales y su preferencia por los periodistas alemanes.
Ante este tsumani de ataques, la presidenta de la Comisión ha iniciado una ronda de comparecencias ante los diferentes grupos políticos de la Eurocámara para dar su versión de los hechos. Este martes ha hablado a socialistas, populares y liberales y el miércoles continúa con los verdes. El objetivo último de Von der Leyen es tratar de desactivar una censura parlamentaria contra ella, que ya se estaba preparando para el pleno de la semana que viene.
¿Qué errores ha cometido? ¿Ha quedado comprometida su credibilidad? "Esperemos al final de mi mandato, será entonces el momento de hacer balance. En política hay siempre altibajos", responde la presidenta en una entrevista concedida a Le Monde y otros periódicos europeos. Sigue convencida de que su estrategia de vacunación es la buena: los escollos actuales se superarán y la UE logrará su objetivo de vacunar al 70% de población adulta en verano, alcanzando así la inmunidad de grupo que permita poner fin a la pandemia.
La Alianza por la Vacuna
Para entender la actual crisis hay que remontarse a principios de junio del año pasado, cuando el antídoto contra la Covid-19 todavía parecía algo lejano. Alemania, Italia, Francia y Holanda forjaron entonces una alianza para impulsar el desarrollo y la fabricacación de vacunas, de la que quedó fuera España.
La iniciativa provocó alarma en el resto de Estados miembros, que temían verse excluidos. El riesgo era una nueva guerra de todos contra todos, como la que se produjo tras el estallido de la pandemia para hacerse con mascarillas, test y equipos de protección personal. Los países grandes y ricos tenían todas las de ganar; los pequeños y pobres, con escaso poder de negociación frente a los laboratorios, iban a ser los perdedores si cada uno iba por su cuenta.
Es en ese momento en el que interviene Von der Leyen para plantear que sea la Comisión la que negocie en nombre de los Veintisiete. Una propuesta que apoyó de inmediato el exministro de Sanidad y candidato del PSC en las elecciones catalanas, Salvador Illa: España recibiría el 10% de las dosis que se logren, al mismo tiempo y al mismo precio que Alemania. Los países de la Alianza por la Vacuna aceptaron a regañadientes fusionarse con la inciativa de Bruselas y le traspasaron el principio de acuerdo que ya habían alcanzado con AstraZeneca por 400 millones de dosis, el que ahora está dando problemas.
Durante los seis meses siguientes, el equipo de la presidenta firma contratos con otras cinco farmacéuticas: Sanofi-GSK (300 millones de dosis), Janssen (400 millones), Pfizer-BioNTech (300 millones), CureVac (400 millones) y Moderna (160 millones). Bruselas ha cerrado también acuerdos preliminares, pendientes de formalizar, con Novavax (200 millones) y Valneva (60 millones). Se trata de escoger las vacunas más prometedoras de compañías que tengan plantas en Europa, para que las dosis lleguen cuanto antes una vez aprobadas.
En total, 2.900 millones de euros invertidos, en su mayor parte del presupuesto de la UE. El objetivo es tener una cartera diversificada y con antídotos basados en diferentes tecnologías para maximizar las posibilidades de éxito. No se sabe aún qué candidatos saldrán adelante. La selección parece a priori adecuada: la única compañía que no tendrá vacuna en 2021 es Sanofi, que va a prestar sus instalaciones para fabricar el antídoto de Pfizer.
¿Es demasiado cauta la EMA?
Los primeros problemas empiezan en diciembre. El día 2 de ese mes, Reino Unido autoriza ya la vacuna de Pfizer-BioNTech y comienza la campaña de inoculaciones. El 11 de diciembre, Estados Unidos da luz verde a este antídoto y una semana más tarde hace lo propio con el de Moderna. La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) se retrasa hasta el 21 de diciembre. Muchos Gobiernos de la UE se impacientan al ver que los británicos ya están vacunando y piden a la EMA que agilice su burocracia.
Von der Leyen sigue defendiendo que la EMA actuó bien y que es Reino Unido el que ha tomado atajos en materia de seguridad de las vacunas. "Sí, Europa despegó más tarde, pero fue la decisión correcta. Le recuerdo que una vacuna es la inyección de una sustancia biológica activa en un cuerpo sano. Estamos hablando de vacunación masiva y es una responsabilidad gigante", se justifica la presidenta en su entrevista exculpatoria. Tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como la canciller alemana, Angela Merkel, le apoyan en sus críticas a Londres. Otros, como el austríaco Sebastian Kurz, se han quejado de la lentitud de la EMA.
Superado el primer bache, las vacunas empiezan a distribuirse por toda la UE, pero a principios de enero se constata ya que llegan con cuentagotas. La escasez causa una polémica inmediata en Alemania, el país de origen de Von der Leyen. Si Berlín hubiera ido en solitario, sin sus socios europeos, habría obtenido más dosis y más rápido, aunque hubiera tenido que pagar más, alegan destacados políticos del partido de Angela Merkel. También arremete contra la presidenta el húngaro Viktor Orbán, que negocia acuerdos bilaterales por su cuenta con Rusia y China.
Von der Leyen responde a la polémica anunciando el 8 de enero una ampliación del contrato con Pfizer de 300 a 600 millones de dosis. El problema es que las inyecciones extra no empezarán a llegar hasta abril. Entre tanto, tanto Pfizer como Moderna se retrasan en las entregas a la UE. Pero la auténtica hecatombe llega el 22 de enero cuando AstraZeneca anuncia por sorpresa un drástico recorte de suministro a la UE durante el primer trimestre: de 100 a 31 millones de dosis.
Lentitud en los contratos
El anuncio hunde definitivamente en el caos la estrategia de vacunación de la UE. AstraZeneca tenía que haber sido la primera vacuna y la vacuna masiva para inocular a gran escala entre enero y marzo. El consejero delegado, Pascal Soriot, concede una entrevista incendiaria en la que culpa a la Comisión de los retrasos por haber firmado el acuerdo de compra tres meses más tarde que Londres. La confidencialidad de los contratos, impuesta por las farmacéuticas y denunciada por la Eurocámara, dificulta verificar quién tiene razón.
Llueve sobre mojado: también el fundador de BioNTech se había quejado de la lentitud de Bruselas. El Ejecutivo comunitario replica que si tardó más fue para lograr mejores condiciones en materia de responsabilidad e indeminzaciones si surgen problemas con las vacunas. La presidenta sospecha que el auténtico problema es que AstraZeneca ha revendido a Reino Unido dosis producidas en la UE y por eso no le quedan reservas para cumplir su contrato.
Es en el contraataque al laboratorio anglosueco cuando Von der Leyen comete el que se considera su error más grave: la puesta en marcha a toda prisa, sin pensar en las consecuencias, de un mecanismo de control que permite prohibir la exportación de vacunas producidas en la UE.
La iniciativa, que pone en riesgo el suministro sanitario mundial, ha sido censurada por la Organización Mundial de la Salud, la OCDE y la propia industria por fomentar el proteccionismo y el nacionalismo de vacunas. Socios comerciales de la UE tan importantes como Japón, Canadá o el propio Reino Unido han llamado al comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis, para expresar su preocupación: temen quedarse sin vacunas que han comprado pero que se fabrican en Europa.
El Ejecutivo comunitario intenta tranquilizarles. Sostiene que sólo bloqueará las exportaciones de los laboratorios que no cumplan su contrato con la UE. En su primer día en vigor, el pasado lunes, dos empresas pidieron autorización y la han recibido sin problema, según ha explicado la portavoz de Comercio, que de momento no da nombres.
La frontera en Irlanda
Durante la preparación de este mecanismo, Von der Leyen provoca además un conflicto con Irlanda, Reino Unido y su propio equipo. La primera versión publicada introducía controles a las exportaciones entre Irlanda e Irlanda del Norte. Se activaba por primera vez el artículo 16 del Protocolo sobre Irlanda del Norte incluido en el acuerdo de divorcio del brexit, que en la práctica permite restablecer unilateralmente una frontera en la isla. Algo que Bruselas siempre dijo que quería evitar para preservar el Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster.
La decisión se adoptó en el círculo restringido que rodea a la presidenta. "No se produjo el escrutino normal y adecuado" antes de publicar el texto, ha denunciado la comisaria irlandesa, Maired McGuinness, la primera en distanciarse de su jefa. "Hemos visto un enfado muy justificado y repercusiones políticas. Afortunadamente, y sé que fue en el último minuto, el error se corrigió", señala McGuinness.
Tras las llamadas alarmadas del primer ministro irlandés, Micheal Martin, y del británico Boris Johnson, Von der Leyen se vio obligada a rectificar y cambiar el texto a última hora del viernes pasado, poco antes de que se publicara el reglamento. La presidenta atribuye el fallo al ritmo frenético en la toma de decisiones en una situación de emergencia, pero no ha pedido disculpas. Al contrario, ha intentado desviar la responsabilidad a Dombrovskis. El malestar en el colegio de comisarios con la actitud de la presidenta es creciente.
Von der Leyen intenta pasar página. Su presión sobre AstraZeneca sólo ha surtido un efecto relativo. La farmacéutica ha ofrecido 9 millones de dosis extra durante el primer trimestre, hasta alcanzar 40 millones, todavía menos de la mitad de lo prometido por contrato. La presidenta admite que la escasez de vacunas persistirá durante las próximas semanas, pero pone el énfasis en que la campaña de inyecciones en la UE alcanzará velocidad de crucero a partir de abril.
En total, durante el primer trimestre del año, la UE recibirá 100 millones de dosis de vacunas (sumando Pfizer, Moderna y AstraZeneca): A los 18 millones de enero se añadirán otros 33 millones en febrero y 55 millones en marzo. Durante el segundo trimestre, el suministro alcanzará ya los 300 millones. Eso sin contar las dos nuevas vacunas que se podrían autorizar en las próximas semanas y aumentar así el ritmo de inyecciones: Janssen y Curevac.
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