La primera conversación entre Joe Biden y Xi Jinping ha puesto de manifiesto las diferencias, incluso la tensión, entre los gobiernos de Estados Unidos y China, que ambos esperan no sea la senda los próximos cuatro años.
La Casa Blanca ha informado de que el diálogo fue telefónico y el resultado, que el presidente de Estados Unidos "subrayó" al de China "su preocupación por las prácticas económicas coercitivas e injustas de Pekín, la represión en Hong Kong, los abusos a los derechos humanos en Xinjiang y las acciones cada vez más firmes en la región, incluso hacia Taiwán".
La respuesta de su interlocutor fue inquietante, ya que interpretó las demandas de forma hostil: "Una confrontación entre China y Estados Unidos será sin duda una catástrofe para los dos países y para el mundo".
En este sentido, el presidente chino indicó que "los asuntos que atañen a Taiwán, Hong Kong y Xinjiang son cuestiones internas relacionadas con la soberanía y la integridad territorial de China que Estados Unidos debería respetar".
Biden también le trasladó a Xi que su prioridad es "proteger la seguridad, prosperidad, salud y estilo de vida del pueblo estadounidense", así como "preservar libre y abierta" la región marítima Indo-Pacífica.
Tensa era Trump
Los dos líderes hablaron asimismo de la pandemia de la Covid-19, de "los desafíos compartidos de la seguridad sanitaria mundial, el cambio climático y la prevención de la proliferación de armas", según la Casa Blanca.
Finalmente, el nuevo presidente de Estados Unidos aprovechó la llamada para felicitar al pueblo chino por el Año Nuevo Lunar, que empieza este viernes.
La relación entre Washington y Pekín se deterioró dramáticamente durante la presidencia de Donald Trump, que empezó una guerra comercial con China con la imposición mutua de costosos aranceles y sanciones contra importantes empresas chinas.
Además, Trump culpó a China por la propagación del coronavirus, al que solía llamar "virus chino". El conflicto en Hong Kong y la intromisión de Estados Unidos también fue un elemento de tensión entre Washington y Pekín durante la Administración Trump.