Ocurrió un viernes después del trabajo, como tantos otros. Tras una salida por la noche, un compañero que trabajaba para el Partido Liberal se ofreció a llevar a casa a Brittany Higgins, asesora gubernamental. Sin embargo, en lugar de acompañarla a su domicilio la condujo hasta la oficina del Ministerio de Defensa en el Parlamento y la violó.
Era marzo de 2019, Higgins tenía entonces 24 años y cuenta que el agresor se pasó la noche pagando rondas de bebida antes de ofrecerse a llevarla a casa. En estado de embriaguez, según su propio relato, al llegar a la oficina, Higgins se mareó y se tumbó en el sofá. Cuando se despertó, estaba sufriendo una agresión sexual. "De repente, estaba encima de mí y fisicamente no podía sacarlo de encima. Me desperté en medio de una violación. Le dije que se detuviera. Yo estaba llorando y él ni siquiera me estaba mirando", dijo en entrevista en una entrevista a la televisión Network 10.
La denuncia de violación ha puesto el foco sobre el ambiente sexista en las altas esferas del país y pone en aprietos al gobierno, cuyo primer ministro, Scott Morrison, se disculpó este martes.
Higgins declaró haber hablado con la Policía en abril de ese mismo año, pero finalmente decidió no interponer una denuncia formal por miedo a que tuviera repercusiones negativas en su carrera profesional. Además, la víctima también aseguró haber relatado la violación a un miembro del equipo de Reynolds, pero sintió que le restaba importancia al problema cuando le pidió que asistiera a una reunión para tratar el tema en la misma sala en la que sucedieron los hechos.
"La ministra, claramente, no quería oír hablar más del asunto", declaró Higgins, quien se quejó también de las dificultades para hablar del asunto con sus superiores. "La ministra me dijo: 'Si eliges ir a la policía, te apoyaremos en ese proceso, pero solo necesitamos saberlo con anticipación. Necesitamos saberlo ahora' Yo era solo un problema repentino para ella. Eso es lo que sentí. Sentí que estaban marcando una casilla. Que tenían que tener esta conversación conmigo para poder decir oficialmente 'Le dijimos que podía ir a la policía'", relata.
Morrison se disculpó este martes ante los medios por la manera en que la denuncia fue gestionada y aseguró haber encargado a su equipo una investigación para mejorar el proceso de gestión de quejas y denuncias en el trabajo.
"Eso no debió haber ocurrido y me disculpo. Quiero asegurarme de que cualquier mujer joven que trabaje aquí esté lo más segura posible", aseguró Morrison respecto a ese episodio en una rueda de prensa transcrita en la web del gobierno. "Espero que el aviso de Brittany sirva para despertarnos a todos. Me estremece que todavía, en nuestro tiempo, una mujer joven pueda encontrarse en una situación de vulnerabilidad semejante", añadió.
La ministra cuestionada por su gestión del caso, Linda Reynolds, declaró que su única prioridad en este asunto era el bienestar de la asesora y asegurarse de que recibiera el apoyo que necesitara.
Sexismo en las élites
El caso no solo pone en aprietos a Morrison y su gobierno por la manera en que lo ha gestionado sino porque pone el foco en el sexismo imperante en las élites políticas y empresariales de Australia.
En junio de 2019, Dhanya Mani y Chelsey Potter denunciaron la inacción del Partido Liberal cuando relataron que habían sufrido abusos sexuales por parte de compañeros.
Mani criticó en declaraciones al canal de televisión ABC la frustración de sentir que cuando una mujer habla públicamente de su experiencia reciba una respuesta de compromiso sin acciones contundentes.
"Si existieran procesos que funcionan, estas cosas no pasarían y no estaríamos en una posición en la que sentimos que no tenemos más opción que marcharnos y tratar de defender nuestra causa para que otras mujeres no tengan que pasar por lo mismo", afirmó.
Según un informe de la Comisión Australiana de Derechos Humanos sobre abuso sexual en el trabajo, publicado en enero de 2020, el 39% de las mujeres han sufrido acoso sexual en su entorno laboral, frente al 26% de los hombres.