Informar en tiempos de guerra desde el lugar de los hechos no es tarea sencilla. Es jugarse la vida por un solo objetivo: informar al mundo. Clarissa Ward, jefa de corresponsales internacionales de la CNN, ha estado en Kabul, entre talibanes, jugándose la vida hasta este sábado, cuando fue evacuada por el ejército estadounidense hasta la capital catarí, Doha, junto a cientos de afganos.
Sus coberturas informativas para la CNN dieron la vuelta al mundo en redes sociales y fueron muy elogiadas, pero su vida empezaba a correr serio peligro en los últimos días, por lo que se vio obligada a abandonar Afganistán en la madrugada del viernes al sábado.
"Acabo de aterrizar en Doha con el equipo y casi 300 afganos evacuados. Muchas gracias a todos por vuestro apoyo y preocupación, a la Fuerza Aérea de Estados Unidos por llevarnos a Catar y por darnos la bienvenida. Somos los afortunados", afirmó la periodista norteamericana en Twitter.
Las labores de información son muy limitadas bajo el orden de los talibanes, pero esta dificultad se incrementaba por el trato de los talibanes hacia las mujeres. Obligaban a la periodista a cubrirse la cara cuando hablaba con un hombre, sin dejar ver ni un solo pelo, y vestirse de negro en todo momento. Los días previos a la ocupación talibán en Kabul, las periodistas llevaban el pelo al descubierto, o al menos parcialmente, y vestían ropa de colores.
La periodista y su equipo fueron insultados y agredidos levemente por unos talibanes esta semana durante una retransmisión. Rápidamente, tras el leve ataque, otros soldados talibanes avisaron a los agresores sobre el permiso que tenía el equipo de la CNN para realizar la cobertura informativa.