Los iraquíes acudieron este domingo en bajo número a las urnas en unas elecciones parlamentarias poco concurridas que estuvieron marcadas por un gran despliegue del Ejército y la Policía en las calles del país, sobre todo en los colegios electorales, en los que no se registraron incidentes de seguridad.
Los más de 8.200 colegios electorales repartidos en Irak abrieron sus puertas a las 7.00 hora local (4.00 GMT) para recibir a los más de 25 millones de iraquíes llamados a las urnas, en una jornada en la que los aviones de combate del Ejército estuvieron surcando los cielos del país para garantizar la seguridad en los comicios.
Las calles de la capital permanecieron desiertas, al igual que muchos de los colegios, en los que apenas se vieron decenas de personas a la vez, la mayoría de ellas de edad avanzada.
Baja participación
Ejemplo de la poca concurrencia fue el colegio electoral del barrio de Zayuna, que a pocas horas del cierre registraba una participación de poco más del 10 %, informaron a Efe los funcionarios de la Comisión Electoral Suprema encargados de supervisar ese centro.
Poco antes de la hora de cierre de los colegios, el presidente de la Junta de Comisionados que supervisa el proceso electoral, Yalil Adnan, aseguró que había participado un tercio de los votantes registrados.
“Nuestro futuro depende de nuestra participación”, dijo el primer ministro iraquí, Mustafa al Kazemi, después de depositar su voto a primera hora en la fortificada Zona Verde de Bagdad, donde se encuentran gran parte de las embajadas extranjeras y edificios gubernamentales.
Al Kazemi recordó que estos comicios anticipados fueron la “promesa” de su Gobierno a las demandas de los manifestantes que en octubre de 2019 salieron a las calles de todo Irak para pedir mejores servicios y el fin de la corrupción endémica en el país.
Sin embargo, muchos de los activistas que fundaron partidos nacidos durante las protestas, que se saldaron con más de 600 muertos, acabaron retirando sus candidaturas como consecuencia de las presiones, las amenazas e intimidación por parte de los partidos tradicionales.
Hacia el final de la jornada, la jefa de la misión de observadores de la Unión Europea (UE) para las elecciones iraquíes, Viola von Cramon, lamentó en rueda de prensa “la baja participación” y la atribuyó a que “la gente no ha estado convencida con las opciones políticas”.
Más de 3.000 candidatos se presentaron a estos comicios, pero ciudadanos iraquíes consultados por Efe que decidieron no votar alegaron a que se debía a “la presencia de las mismas caras desde hace 15 años”.
Los principales partidos candidatos a ganar la mayor parte de los asientos en el sectario Parlamento iraquí son la formación del influyente clérigo chií Muqtada al Sadr, la agrupación de milicias proiraníes Fatah y el exprimer ministro Nouri al Maliki, una figura muy próxima a Teherán.
Poca confianza en el cambio
En el barrio marginal de Ciudad Sadr, a las afueras de Bagdad y principal bastión de Muqtada, quien lideró la resistencia contra las tropas norteamericanas durante la ocupación de Irak iniciada en 2003, los pocos electores que fueron a depositar su voto lo hicieron convencidos de que el clérigo es capaz de cambiar las cosas.
“Al Sadr cuida de los pobres y queremos que Irak sea mejor para que los jóvenes encuentren trabajo”, dijo a Efe Jairia Siham, una anciana de 73 años de este populoso barrio inundado con fotografías del clérigo, que ya salió vencedor en los pasados comicios.
Pero más allá de la devoción por algunos políticos que como Muqtada tienen una fuerte legitimidad religiosa, los pocos vecinos que fueron a votar lo hicieron con una pizca de esperanza de que su elección sirva para sacar a Irak de la acuciante crisis en la que está sumido.
“He votado porque queremos mejores servicios y escuelas”, aseguró a Efe Adel al Musawi, de 53, que votó a Fatah.
Incidentes técnicos
Las tarjetas electorales biométricas, utilizadas por primera vez este año para evitar el fraude, y los lectores de huellas dactilares dieron algún que otro problema en los centros electorales.
Ali Faares, el encargado uno de los colegios del centro de Bagdad, explicó a Efe que una persona tuvo problemas para votar porque el lector no reconocía su huella, algo que, alegó, “probablemente se debía a que tenía una pequeña cicatriz en el dedo o que padecía diabetes”.
Según Ali, al final pudo votar tras “comerse un limón y estabilizar su nivel de azúcar”, pero este problema se repitió entre algunos votantes de edades más avanzadas, algunos de los cuales no pudieron registrar sus votos.
La jefa de los observadores de la UE explicó que “algunas huellas dactilares no se correspondían (con las registradas en la tarjeta biométrica) por problemas de salud”, lo que representa “un problema de accesibilidad”.
El Gobierno iraquí, organismos internacionales y locales e incluso la ONU han expresado su preocupación por la falta de credibilidad de este proceso electoral, por motivos como el fraude o la baja participación.
Por su parte, la Comisión Electoral Suprema de Irak se ha comprometido a anunciar los resultados 24 horas después de la votación, lo que dará inicio a una intensa pugna en el fragmentado Parlamento para la formación de un Ejecutivo.