La guerra del gas ya se ha cobrado su primera víctima: Moldavia. El Gobierno moldavo ha declarado el estado de emergencia por la escasez de suministros, ante lo que el gigante ruso gasístico Gazprom ha respondido que, si no paga la totalidad de su deuda, le cortará la llave el 1 de diciembre.
"Hay que pagar a tiempo por el producto recibido. Aquí no hay ninguna política. Gazprom es una compañía accionarial y no puede trabajar con pérdidas (...). Toda paciencia tiene un límite. Moldavia ha provocado la crisis con sus propias manos", dijo Serguéi Kupriánov, portavoz de Gazprom.
Desde la caída de la URSS, Gazprom ha sido el instrumento geopolítico ideal en manos del Kremlin para presionar a sus vecinos. Éste es un episodio más del antagonismo entre las ansias de las antiguas repúblicas soviéticas de romper su dependencia energética de Rusia y los deseos de Moscú de mantener un férreo control sobre su patio trasero.
Esta vez la cadena se rompió por el eslabón más débil. El contencioso entre Gazprom y Moldavia, considerado el país más pobre del continente, no se puede desligar del conflicto entre Rusia y la Unión Europea (UE) que ha disparado los precios del gas en vísperas de la llegada del invierno.
Amenazas de Gazprom
Si en el caso de la UE, el Kremlin asumió una postura más conciliadora y el presidente ruso, Vladímir Putin, se mostró dispuesto a incrementar los suministros, Gazprom ha optado por la mano dura con Moldavia.
Y eso que Moldavia es partidaria, como desean Putin y Gazprom, de suscribir contratos a largo plazo y no acuerdos coyunturales con pagos al contado como plantea Bruselas.
Rusia acusa a Moldavia de "impago" de una "deuda acumulada" de 433 millones de dólares —709 millones con los atrasos— y, después de que el anterior contrato expirara en septiembre, se niega a suscribir uno nuevo hasta que Chisinau salde su débito.
"Si no efectúa el pago completo por el suministro y, consecuentemente, no se firma un nuevo contrato para el 1 de diciembre, entonces Gazprom suspenderá el bombeo de gas", advirtió Kupriánov.
Moldavia, que tiene cubiertas solo dos tercios de sus necesidades de gas en octubre, declaró el estado de emergencia justo después de que fracasaran las negociaciones para la firma de un nuevo contrato en Moscú.
Fuentes oficiales rusas han puesto en serias dudas de que se pueda alcanzar un acuerdo en las próximas semanas y destacaron que "existen grandes riesgos de un cese total de los suministros".
Moldavia niega la deuda
Con todo, la primera ministra moldava, Natalia Gavrilita, insiste en que su Gobierno no reconoce "la deuda histórica" con Gazprom y consideró que dicho asunto no debe ser abordado durante las actuales negociaciones.
En respuesta a la afirmación de Gazprom de que el contencioso no es político, Gavrilita respondió que Chisinau "insiste en continuar las negociaciones exclusivamente en el terreno económico".
Por parte rusa, las negociaciones fueron presididas por el viceprimer ministro, Dmitri Kozak, que promovió durante años el acercamiento entre Putin y el prorruso presidente moldavo, el socialista Ígor Dodon, que durante su mandato visitó regularmente el Kremlin.
Hace un año, la actual presidenta moldava, la europeísta Maia Sandu, desbancó a Dodon e inmediatamente abogó por la retirada de las tropas rusas del enclave separatista de Transnistria.
Moldavia no tiene muchas opciones en la baraja, ya que la llave del gas está en manos de Rusia. Por eso, ha decidido acelerar las negociaciones para la compra de gas a Ucrania, Rumanía y Polonia.
Ucrania acude al rescate
Ucrania, enfrentada a Rusia por el tránsito del gas a Europa, no se mantuvo al margen. El Consejo de Defensa y Seguridad Nacional informó de que el Gobierno estudiará en breve ayudar a Moldavia a superar la crisis energética.
Moldavia habría solicitado ya a Ucrania 15 millones de metros cúbicos de gas, según desveló Andréi Guerus, jefe del Comité de Energía de la Rada Suprema (legislativo). La única condición que habría puesto Kiev es la devolución de ese gas al término del invierno.
Además, el presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, planteó una opción para atajar la crisis energética en Europa. Ofreció un descuento del 50% en caso de aumento del tránsito de gas para la UE, que ahora, según el contrato con Gazprom, asciende a 40.000 millones de metros cúbicos anuales.
"Déjeme ser claro. Estoy seguro de que si no lo hacemos ahora mismo, las pérdidas para Europa durante este invierno serán enormes. Sólo medidas rápidas y coordinadas pueden frenar la crisis", aseveró.
Al respecto, Putin ya ha dicho que dicha ruta no es rentable para Gazprom y que un incremento del tránsito podría provocar el colapso de los obsoletos gasoductos ucranianos.